18. ¿Parte de la familia?

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Recorrí todo el perímetro de su cuello hasta su hombro con mis labios, sus piernas se apretaban más a mi alrededor con cada embestida que le daba

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Recorrí todo el perímetro de su cuello hasta su hombro con mis labios, sus piernas se apretaban más a mi alrededor con cada embestida que le daba. Sus jadeos se hacían más constantes, sus manos estaban adheridas a mi cabello, mientras que las mías iban de sus muslos hacia su trasero, buscando el lugar correcto para apretar e impulsarme más profundo en su interior.

—Jordan —gimió sobre mis labios, lo que me hizo soltar un suspiro pesado sobre los suyos. Una sonrisa se hizo presente cuando mordí su labio inferior tirando de él, apreté su trasero embistiéndola con fuerza, robándole un grito de sorpresa. Sus ojos se cerraron con fuerza, y sorprendiéndome más aún, soltó un—: Otra vez.

—¿Te gustó eso? —cuestioné mordiendo su barbilla, asintió un momento y luego dejó caer su cabeza hacia atrás—. Dímelo y lo haré de nuevo— dije, pero estaba tan ida que volvió a asentir.

Por favor —suspiró otra vez, parpadeando varias veces—. Jordan, más, por favor.

—¿Quieres más? —cuestiono besando su boca, ella asiente con rapidez—. Como quieras —besé sus labios rápidamente, pero antes de que ella pudiera corresponderme, me alejé lo suficientemente de su cuerpo hasta salir de ella.

Sus ojos azules me miraron extrañados y hasta cierto punto, también confundidos. Lo que me hizo gracia en cierto modo, pero sin perder tiempo alguno, tomé su cintura con mis manos y la bajé de la mesa, soltó un jadeo de sorpresa cuando giré su cuerpo y la dejé de espaldas a mí.

Tomé sus manos y las abrí para que así pudiera apoyar sus palmas sobre la madera, volví a sujetar su cintura, esta vez bajando por su vestido. Subí la tela por sus piernas y la enrollé por sobre su cintura, dejando a la vista su perfecto y redondo trasero que me estaba volviendo loco. Me pegué a su espalda y sentí su cuerpo tensarse contra mi pecho cuando guíe mi miembro nuevamente a su entrada, bajé mi boca a la altura de su oreja.

—Relájate —susurré, ella asintió y la vi cerrar sus ojos cuando me guíe en su interior nuevamente. Mordí el lóbulo de su oreja al momento que me retiré y volví a entrar en ella con más fuerza, un gemido largo fue emitido de su parte y fue lo más satisfactorio de mi puta vida.

Entonces, sujeté sus caderas con firmeza, manteniéndola quieta y fue cuando comencé a moverme. Entrando y saliendo, sin parar. Escuchando como nuestras respiraciones y los jadeos de Bailee eran lo único que llenaban el lugar. Cerré los ojos, sintiendo como me ella me apretaba en su interior, como gemía mi nombre cada vez que llegaba profundo con cada embestida frenética.

El sonido que provocaban nuestros cuerpos al encontrarse era lo único que me mantenía cuerdo. Me percaté de su cuerpo ponerse rígido de pronto, una de sus manos voló hacia una de las mías, ya que se encontraba en su cadera y apretó mi muñeca con sus dedos.

Escuché una súplica incoherente saliendo de sus labios, para después arquear su espalda y pegarse a mi pecho. Su rostro se giró y seguido se inclinó hacia arriba, su mano libre se despegó de la mesa y fue a mi nuca, bajando mi rostro hacia su altura y presionando sus labios contra los míos de forma desesperada.

Una bestia bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora