31. Miedo paralizante.

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Subí la falda de jeans por mis piernas abrochándola justo bajo mi ombligo, luego bajé el dobladillo por mis piernas para que esta se ajustara en el inicio de mis muslos

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Subí la falda de jeans por mis piernas abrochándola justo bajo mi ombligo, luego bajé el dobladillo por mis piernas para que esta se ajustara en el inicio de mis muslos. Tomo el buzo morado que estaba en el borde de la cama y lo pasé por mi cabeza, luego acomodé las mangas sobre mis brazos. Me senté sobre la cama y me calcé mis Converse blancas para después soltarme el cabello y dejarlo caer sobre mis hombros.

Salgo a la cocina en busca de un gran vaso de agua helada, observo el reloj que está en una de las paredes de la sala, comprobando que son las seis y Jordan aún no ha llegado.

Mi teléfono vibra después de ese pensamiento y me apresuro a contestar, observando que Jordan es el que está llamando.

—Hola...

—Cariño, no podré ir por ti —dice de golpe, lo que hace fruncir el ceño—. Pero Jonathan pasará por ti.

—¿Okey? —digo algo confundida, un bullicio al otro lado de la línea llama mi atención—. ¿Está todo bien?

—Sí, todo está... Mierda —dice, cosa que me deja desconcertada. Seguido de un disparo que me hace saltar sobre mi lugar.

—Jordan...

—Tranquila, todo está bien... Jonathan estará contigo pronto. ¿Estás en tu departamento? —cuestiona y escucho su respiración agitada.

—Sí, estoy aquí... ¿Qué está sucediendo? —cuestiono con rapidez, otro disparo resuena y mi miedo incrementa—. ¡Jordan!

—Estoy bien... No te preocupes —suspira—. Todo está bien, amor. No te alteres... —mi pulso estaba en la parte trasera de mis oídos, mis ojos estaban húmedos y sentía las lágrimas subir por mi garganta—. No te separes de Jonathan. ¿Me escuchas? No te alejes de él...

—Jordan, ¿por qué...? —jadeo cuando tocan la puerta—. ¿Dónde estás?

—Estoy bien, no quiero que te preocupes. Solo necesito que no te alejes de Jonathan, ¿entiendes? —asiento caminando hacia la puerta y cuando la abro, observo a mi cuñado al otro lado.

—¿Qué está pasando? —le pregunto a Jonathan sin importarme que Jordan está al teléfono, el rubio frente mí se encoje de hombros, fingiendo inocencia—. ¡Jonathan, le están disparando!

—Él está bien... —maldice por lo bajo y saca su teléfono, llevándolo con rapidez a su oreja—. Sí, ya estoy aquí... Se ve molesta... y asustada —me echa un vistazo con rapidez, frunzo el ceño y observo mi teléfono, dándome cuenta que Jordan ha colgado—. No le pasará nada... Lo prometo... No, Jordan, por supuesto que no...

—¡¿Qué demonios está pasando?! —cuestiono una vez que le arranqué el teléfono a Jonathan y lo puse en mi oreja—. ¡Y no me digas que no está ocurriendo nada!

Una bestia bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora