Capitulo 41.

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La mañana del viernes 15 de Febrero me levanto de un tremendo brinco. Mi respiración está acelerada y mi frente sudorosa.

Tuve una pesadilla en la que caía a un profundo hoyo sin fondo, pero no recuerdo nada más, a pesar de tener un ligero recuerdo bombeando en mi mente que es borroso y lejano. Es frustrante y siento una horrible opresión en mi pecho.

Me siento en la cama y recobro poco a poco el aire mientras pongo una mano sobre mi corazón. Pasados unos segundos me tranquilizo y observo el lado izquierdo de mi cama. Vacío. ¿Justin se fué ya? la pregunta inunda mi cabeza. Voy a cuestionármelo cuando mi vista capta una sombra por debajo de la puerta de mi baño.

Inmediatamente me alerto y me paralizo, pero antes de que pueda pronunciar nada, la puerta se abre y un hombre de gesto curioso aparece.

— Nunca antes ví un baño tan azul en toda mi vida.

Suspiro y sonrío aliviada.

—Por un momento creí que te habías ido sin despedirte.

Arruga el entrecejo y llega hasta mi cama. — ¿Me crees capaz? —pregunta deslizandose a gatas por encima de mí. 

—Un poco.

Con una media sonrisa se coloca sobre mí y me acorrala con brazos y piernas.

—Entonces no me conoces lo suficiente.

Voy a responder a eso pero no me deja. Su boca encuentra gustosa la mía y me besa con adoración. Me devora. Pasión y calor encienden mis venas cuando su saliva y su lengua me prueban. Con todo su cuerpo sobre el mío me deja sin aire y una mano suya recorre mi abdomen. Valla...

Completamente enloquecida con sus caricias, rodeo mis piernas a su cadera y presiono su pelvis sobre mí. Jadeamos. Intento levantar su camisa desde la parte inferior de su espalda pero se detiene. Su boca deja la mía y nuestras agitadas respiraciones se escuchan.

—Debemos parar. —advierte mirandome a los ojos. ¿Qué?— Mi pequeño beso de despedida se salió de control.

Increíble. Llega, me calienta y se va. Éste es el Justin que conocí en Grand Avenue, definitivamente. Asiento decepcionada porque no tengo más opciones, y sin moverse, abrazándome, dice:

— ¿No vas a desearme buen viaje? —pregunta risueño.

—Buen viaje. —simplemente digo. Frunce el ceño y evalúa lentamente mi rostro.

—No estaré solo. Volveré lo más pronto posible, y cuando lo haga será junto a Johnny Cooper. Dijiste que lo entendías, preciosa.

—Y lo entiendo —interrumpo—, solo me cuesta aceptar que tenemos que separarnos otra vez.

Suspira y toma mi mano con fuerza. —Serán un par de días. ¿Aún tienes el iPhone que te regalé? —pregunta. Sonrío y asiento—. Entonces tenlo a la mano siempre. Te llamaré cada que pueda. ¿Eso te dejará más tranquila?

Suspiro profundamente. La idea de Justin viajando a Madison no es lo que me preocupa. Los dienvoyés que tienen a mi hermano lo son, pero ahora sabiendo que Johnny es superior a ellos y que Justin no irá solo, puedo estar solo un poco más calmada... creo.

—De acuerdo. —sonrío.

Él asiente y se aparta de mí. Se levanta de la cama y me da la mano. Lo recibo y de un jaloncito inesperado me levanta, me atrae a su cuerpo y tomándome por las piernas me sube a su cadera con un brinco. Eso me hace reír, me sujeto de sus hombros y quedo unos centímetros arriba de su rostro. Le doy un beso en la frente.

—Te voy a extrañar mucho. 

—Voy a estar de vuelta en menos de lo que esperas, y cuando eso pase, voy a reponerte todo el tiempo perdido. Te prometo que voy a ser el hombre que te mereces, Meredith. —planta un suave beso en la comisura de mi boca y su aliento me abrasa. Su electrificante mirada miel me atrapa—. Seguirás tu vida normal hasta que regrese y te arreglarás con tus amigos, ¿Lo prometes?

—Lo primero, sí. —respondo segura.

—Mer, por favor...

—Lo intentaré. —digo para tranquilizarlo. 

Asiente y me lleva en sus brazos al balcón. Una vez afuera observo el cielo y me percato de que es una mañana soleada. Sin decir nada nos miramos otra vez y me besa. Su calidez y sus movimientos me reconfortan, pero sé que ésta es la despedida definitiva. Después de unos segundos me baja y, aún besándome, acaricia mi cabello y prosigue a mis mejillas. Cuando nos falta el aire se separa, me mira y suspira. 

—Te amo, bonita. No olvides llevar el iPhone siempre contigo.

Asiento y trago saliva. ¿Por qué tengo ganas de llorar? Alejo ese sentimiento rápidamente para no preocuparlo.

—De ser posible me lo incrustaré en la piel. —bromeo, haciéndolo reir— También te amo. 

Con un cálido abrazo que dura varios minutos nos separamos, camina sin decir nada hasta la orilla del balcón y, finalmente con una sonrisa, habla:

—La próxima vez que te vea tu familia estará completa. 

Asiento. —Sé que así será. Adiós, Justin.

Y con una última sonrisa y una mirada cargada de amor, salta el balcón ágilmente, y cuando me acerco para mirarlo abajo, ha desaparecido.

-

Dos horas después, ya que me bañé y le mentí a mis padres —los cuales volvieron a juntarse desde que Johnny desapareció—, diciendo que no tenía clases, salgo de mi casa diciendo que iré a correr un rato, lo cual es mentira también. Llego a la farmacia más cercana y, con toda la vergüenza del mundo pero sabiendo que no tengo opciones, me dirijo a la cajera y suspiro antes de hablar:

—Buen día. Necesito que me venda una píldora anticonceptiva de emergencia, por favor.

Maratón 3/3
Twitter: @jusfixme
Gracias por leer y comentar los amo mucho.

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