Me remuevo en mi asiento y me froto nerviosamente un brazo con mi mano.
—No creo que… eso sea buena idea. —articulo indecisa, pensando únicamente en una persona: Justin.
— ¿Por qué no? Yo pagaría todo si te refieres al dinero. —sonríe, aunque ya no es la misma sonrisa de satisfacción de antes. Está inseguro no de él sino de mí.
—No, no es eso Aaron. —digo inmediatamente, y una extraña sensación se pasea por mi cuerpo al pronunciar su nombre frente a frente después de cinco años.
— ¿Entonces? —exclama dudoso.
Me quedo callada un momento. No sé si sea correcto o no decir esto ahora, pero no tengo otra salida. No voy a salir con un chico teniendo novio. No voy a hacerle eso a Justin, de ninguna manera. —Tengo novio.
Su expresión se endurece. Parece que mi afirmación lo ha tomado desprevenido. Se frota la barbilla como si buscara algo adecuado qué decir en su cabeza. —Pero no vamos a una cita. —dice finalmente. —Soy sólo un viejo amigo de tu antigua ciudad que ha venido a visitarte. Sinceramente no le veo nada malo a eso.
Y probablemente tenga algo de razón. Él viajó nueve horas sólo para venir a verme después de tantos años. Antes de ser novios solíamos ser los mejores amigos, como Roger y yo. ¿Por qué me siento intimidada, entonces? Supongo que es su aspecto. Ya no es el mismo en lo absoluto. No sé si quiero salir con él. ¿A dónde iremos? Justin había quedado en venir a verme hoy. Sé que voy a verme absolutamente grosera si le niego una salida luego de que transitó tanto tiempo hasta acá, pero también sé que Justin probablemente se enoje si no estoy cuando me llame. ¿Qué demonios hago? ¡Agh!
— ¿Qué piensas? —pregunta curioso.
—Yo… uhm… —me muerdo el labio—. Ya había quedado esta tarde en salir con alguien más.
Mi respuesta no parece afectarle mucho. —No quiero parecer insistente, pero sólo te robaría una hora de tu tiempo. Podríamos ir a cualquier lugar cerca a platicar un poco. Sólo eso. Estarías de vuelta antes de tener que salir de nuevo.
Agacho un momento la cabeza y pienso. Esto es tan frustrante, pero no voy a fallarle al chico que amo.
—Lo siento, no puedo. —y no me hará cambiar de opinión.
Él hace una mueca de disgusto y suspira. —De acuerdo.
Silencio. El momento más incómodo de toda mi existencia.
—Voy a estar aquí unos días. ¿Crees que… otro día sea posible?
Él no se rendirá hasta que salgamos, y en parte lo entiendo. Me estoy comportando bastante odiosa, pero llegó en el día incorrecto. Al menos aún puedo recuperar un poco de mi lado amable: —Si.
— ¿Si? —casi puedo jurar que sus ojos brillan. — ¿Cuándo podría venir? Tú dímelo.
—Claro. —y vuelvo a pensar. Entre más rápido sea, mejor—. Me parece bien mañana.
Él también asiente con la cabeza y no deja de sonreír. — ¿A qué hora?
—Uhm… —enredo mis dedos entre mi cabello—, ¿A la una?
—A la una será.
Parece que va a decir otra cosa cuando la voz de mi hermano menor aparece desde las escaleras.
— ¿Es quien creo que es? —pregunta con tono dudoso. Ambos nos giramos hacia él y lo observamos parado frente a las escaleras con ropa de dormir y sin vergüenza alguna porque lo vean así.