Siento que me balanceo ligera, muy ligeramente de un lado a otro con lentitud.
Mi espalda toca una superficie dispareja, es frío y metálico y es separado por tubos. Muevo mis párpados y los deslizo despacio hacia arriba. Primero mi vista es borrosa pero al cabo de unos segundos la recupero.
Tubos delgados pero lo suficientemente pegados los unos con los otros me hacen saber donde estoy: Una jaula.
Un grito se ahoga en mi garganta y miro hacia mi cuerpo. Estoy sentada en la superficie plana y a mi alrededor no hay nada, solo yo y metal. Entro en pánico cuando percibo un olor a humo y me muevo, haciendo así que la jaula se balancee otra vez. Mierda.
Lo más cuidadosa que puedo giro de mi cadera para arriba mi cuerpo para mirar hacia abajo. Lo hago y me arrepiento de haberlo hecho. A lo que calculo serían siete u ocho metros hay una enorme fogata ardiendo en llamas, justo debajo de mí.
Me cubro la boca cuando me percato de que no sólo es el fuego, también están aproximadamente diez hombres vestidos de negro con los ojos profundamente oscuros y rojizos... y entonces lo veo. Leblanc. El sucesor del Diablo está parado junto a Aaron, Johnny y Calvin. La garganta me arde.
Detrás de ellos hay una larga silla y en la pared está una cruz volteada con un demonio dibujado que la sostiene. Las lágrimas me derrotan al percatarme de lo que pasa.
Estoy en la dimensión de los dienvoyés, ellos me trajeron aquí para matarme. Me encerraron en una jaula, la misma jaula que recuerdo está pintada en unos cuadros del pasillo. Allí donde unas palomas blancas están encerradas mientras unos murciélagos y unos hombres de negro las observan agonizar mientras alcanzan el fuego.
Empiezo a sollozar en silencio porque en este momento me he convertido en una paloma blanca. Van a quemarme y no habrá vuelta atrás. Escucho sus voces interactuar y el humo negro proveniente de abajo cada vez me entra más intenso por las fosas nasales.
Me cubro la boca y la nariz para no aspirarlo pero necesito aire. La sensación es desesperante y me siento perdida. ¿Cómo voy a salir de aquí? ¿Así es como moriré de una vez por todas? estoy segura de que sí.
Justin piensa que estoy perfectamente bien con Davis, al cual ni conozco, y le he roto el corazón. No querrá verme nunca más tras todo lo que Aaron me obligó a decirle. Me pongo la cabeza entre las piernas, me abrazo a mí misma y respiro... respiro... respiro.
Apenas puedo, el humo es superior que el oxígeno. Creo que preferiría morir intoxicada que quemada. Decido que eso haré. Levanto de nuevo mi cabeza y me quedo mirando hacia la nada. El labio inferior me tiembla junto con la barbilla, mientras que de mis ojos se resbalan frondosas lágrimas sin que pueda controlarlas.
Quizá Justin tenía razón en Diciembre del año pasado que lo conocí. Quizá nunca debí meterme con él, me advirtió tantas veces y no le hice caso. Seguí acercándome a su vida hasta que profundicé un amor fuerte por él. Más fuerte del que le hubiese tenido a nadie antes. Tan fuerte que ahora mismo no me importa si voy a morir o no. Lo único que me importa es poder decirle que todo lo que le dije sobre Davis era mentira. Que quiero estar con él como mínimo toda la vida. Que nadie me podrá enamorar y sentirme amada de la manera en que él lo hizo. Pero a pesar de las circunstancias, de los problemas y todos los peligros que he enfrentado, no me arrepiento.
Con firmeza puedo decir que dejar entrar a Justin Bieber en mi vida es la decisión más correcta que he tomado. Lo amé, lo amo en este momento antes de morir, y lo amaré toda la eternidad.
De pronto la jaula se mueve, pero ahora ya no es gracias a mis sacudidas. Con movimiento propio empieza a descender hacia abajo de manera lenta y pausada. Está bajando y en unos segundos estaré ahí. Intento permanecer tranquila pero al cabo de unos segundos me resulta imposible. Una desesperación y terror inmensos se apoderan de mí, y cuando estoy a escasos tres metros, comienzo a gritar.