Lo que se siente como un parpadeo rápido ha sido realmente mucho tiempo, lo sé porque cuando abro lentamente los ojos me doy cuenta de que ya no estoy sentada, estoy acostada en posición fetal sobre el césped aún frente al lago con mis manos apoyadas junto a mi cabeza. Mi cuerpo está entumido y doy un largo suspiro, me incorporo despacio hasta que una voz me sobresalta.
—Duermes como bebé. —dice Justin detrás de mí. Doy un respingo y me siento, lo veo a mis espaldas sentado con las piernas cruzadas observándome con un aire de diversión, mi corazón se acelera, lo evalúo enteramente pero no noto algún tipo de daño físico en él. Gracias al cielo.
— ¿Cuándo... hace cuánto llegaste? —mi voz suena adormilada, es inevitable. Aún no estoy en mis cinco sentidos.
—Te he visto dormir durante una hora, aproximadamente.
— ¡¿Una hora?! —esta vez sí que reacciono—. ¿Por qué no me has despertado?
Sonríe indiferente, alcanza mi brazo derecho y me jala contra él. Sin poder evitarlo caigo encima de su regazo y me sostiene con ambos brazos por la espalda. —Porque te veías jodidamente hermosa durmiendo.
— ¡Justin! —reniego, aunque aquello es tan malditamente tierno que me ruborizo—. ¿Sabes lo preocupada que me quedé? ¿Qué fue lo que sucedió allá?
—Tan preocupada que te dormiste.
Frunzo el ceño y le doy un golpe en el hombro. Ríe. — ¡Es enserio!
—Nada de lo que te quieras enterar —asegura besando mi mejilla—, tenlo por seguro.
—Sí que quiero. ¿Hubo muchos… heridos? ¿Te dañaron? ¿A quiénes salvaste?
—A todos los que pude. Específicamente a los que estaban a punto de morir, no pude hacerme cargo de los menos heridos. La ambulancia se encargaría de ellos. —su expresión ya no es divertida en lo absoluto—. Y no, ellos no me vieron ni me dañaron —soba mi espalda—, los paramédicos y la policía llegaron a tiempo para detener el caos, pero no terminó bien, no como yo lo hubiera deseado. Hubiera podido hacer más pero me arriesgaba a que los enviados me vieran, y los humanos también. Me oculté lo más que pude. Sacarte de ahí fue lo mejor que pude hacer.
“No terminó bien”. No sé si realmente quiera escuchar más sobre eso. Muertos, heridos, gritos y sangre vienen a mi cabeza. Los pensamientos me provocan horribles escalofríos y trago saliva. Mejor no quiero saberlo, él tiene razón. Suspiro y después me recargo en su pecho, pongo mi cabeza en el hueco de su cuello y enredo mis brazos a éste. Él me abraza por la espalda y me acaricia delicadamente.
—Hiciste lo que pudiste. Es increíble que salvaras a tantas personas. —acaricio con mis dedos su pecho sobre la camisa—. Eres como un héroe para ellos.
Permanece en silencio un momento, después agacha su cabeza y encuentra mi mirada. — ¿Y para ti?
— ¿Para mí?
— ¿Soy un héroe para ti? ¿Lo soy o lo dices sólo para hacerme sentir bien? ¿Te gusta o no lo que hago?
Su tono me toma desprevenida. — ¿Estás enojado? —mi boca se seca.
—No, no, qué va. —niega repetidamente con la cabeza—. Sólo tu opinión es muy importante para mí. Hay días en los que me siento inseguro acerca de ser un livenvoyé teniéndote a mi lado. Correrás muchos peligros cada que yo tenga que salvar a alguien, o cada que los otros murciélagos decidan aparecerse.
—Escucha. —inicio—. Yo sabía de esto antes de aceptar ser tu novia. No voy a mentir, por supuesto que me asusta tener que pasar por todo esto…