Capitulo 34.

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Desde aquél día de Enero las cosas habían comenzado a tomar su lugar repentinamente.

Mamá y mi tía Carter volvieron ese día por la tarde y me encontraron llorando desconsoladamente por mi hermano. Si venían asustadas por lo que acababan de presenciar en la casa del campo, lo estuvieron aún más al leer la carta. Se unieron a mi dolor.

Ninguna mencionó lo que sucedió con los sacerdotes, teníamos algo más importante a lo cual enfrentarnos. Mi tía regresó a Tennessee una semana después. La policía bombardeó mi cabeza con preguntas de todo tipo, querían saber el principio y el fin de las cosas que no comprendían, pero me negué a hablar.

No podía contarles sobre los enviados, las diferentes dimensiones, los humanos que fingen serlo. Sería demasiado para ellos. Demasiado para que una persona común y corriente lo entendiera. Sabía perfectamente a lo que yo había tenido que sobrevivir cuando me enteré de todo aquello y no podía permitir que la vida de otras personas se arruinara.

A veces es mejor ocultar ciertas cosas para proteger a otros. Apenas un día después de aquél incidente, mi padre se había recuperado milagrosamente. Nadie lo entendía al igual que sucedió conmigo, pero tampoco se atrevían a preguntar. Salió del hospital incluso más sano que antes y cuando se enteró sobre Johnny inició una búsqueda junto con el FBI por todos los rincones de Milwaukee y pueblos cercanos. Por supuesto, yo sabía que no tendrían éxito.

Hoy, a primero de Febrero, aún no hay rastro alguno de él. Tampoco de Aaron Coleman. El día en que inserté una navaja en su corazón le informé a la policía sobre ello, tuve que mentir diciendo que había visto casualmente a una persona herida ahí, pero para sorpresa mía cuando revisaron la habitación no había nadie. Ni siquiera sangre en la sábana de la cama. Fue como si aquello nunca hubiese pasado.

Eso sólo sumó puntos a lo que el mundo a mí alrededor pensaba sobre mí: está loca. Poseída. Enferma.

Pero sólo yo sabía la realidad de las cosas, y esa realidad era que Aaron había sobrevivido a mi ataque y escapado junto a mi hermano y sus otros secuaces. Roger Gallagher me buscó apenas se enteró de que estaba viva, sana y respirando. Vivimos probablemente el momento más emotivo al abrázarnos de nuevo.

Las cosas volvieron a ser como antes. Nunca mencionó lo ocurrido en la cabaña… aquél beso que sólo nos trajo consecuencias. Continúo siendo el mejor amigo de siempre, a excepción de una cosa. Su mirada ya no es la misma. Sé que detrás de esos ojazos grises mantiene su amor oculto por mí.

Me mata saberlo, pero no puedo corresponderle. He intentado hacerme a la idea de que puedo hacerlo, puedo darle una oportunidad, un lugar en mi corazón más allá del que ya tiene, pero al final del día me resulta imposible.

Justin.

Él es el motivo de mi negación hacia Roger o cualquier otro hombre en el planeta. Lo amo sobrenaturalmente y nunca aceptaré que se ha ido. Desde aquella noche donde su dimensión se destruyó y se quedó atrapado en ella con todos esos enviados del Diablo, me juré una cosa: mataría al responsable. Yo mataría a Leblanc así fuera lo último que hiciera. No sé cuando, no sé cómo, pero lo haré.

Faltando veinte minutos para las siete escucho el rugir de la motocicleta de Roger. Me despido de mamá, la cual renunció a su trabajo desde que mi hermano se fue, y salgo de la casa titiritando. El frío aún es insoportable y por ello visto un abrigo de lana café, botas, guantes rojos y un gorrito del mismo color. 

—Hola señora Claus. —me saluda Roger cuando llego a él. Se quita un momento el casco y me da un beso en la mejilla. Luego me entrega otro casco negro.

—Tengo mucho frío. —sonrío subiéndome atrás de él. Me coloco el casco y sujeto bien mi bolso en mi hombro—. ¿Cómo puedes usar esa chaqueta negra y no congelarte?

 

—Es más cálida de lo que parece. —se excusa—. ¿Lista? 

—Lissstaaa. —tiemblo. Roger ríe.

Pone en marcha a Sasha y juntos nos dirigimos a la escuela. Nuestro último año. Valla. Abrazada a su cuerpo con el aire frío pegando en mi piel, la adrenalina de la motocicleta y la comodidad del asiento es donde logro sentirme bien. Cada paseo junto a él suele hacerme olvidarlo todo aunque sea por ese trayecto.

Roger es protector, divertido, comprensivo, pero no es para mí. Cuando aparca la moto en el estacionamiento, me bajo y espero a que la coloque bien cuando alguien habla a mis espaldas.

— ¡Meredith! —exclama una voz femenina.

Volteo inmediatamente y me encuentro con Kiara Leigh, aquella chica morena, tímida, proveniente de Sydney, y con el mismo gusto que yo por Coldplay, a la que conocí en el baño de mujeres y no volví a ver desde entonces. 

— ¡Kiara, que sorpresa! —digo boquiabierta.

Me acerco a ella, y a pesar de que sólo hemos hablado una vez, la abrazo. Noto que se sorprende, pero me recibe amistosa—. ¿Por qué no habías venido a la escuela? —pregunto confundida al soltarla.

—Es que estábamos mudándonos de casa por toda la ciudad, pero finalmente encontramos una que queda cerca de aquí. Ya empezaré a venir normalmente.

— ¡Asombroso! —digo emocionada. En ese momento siento la presencia de Roger detrás de mí. Volteo y él está observando nada disimuladamente a Kiara—. Ah, mira, los presento. Éste es mi mejor amigo, Roger. Roger, ella es Kiara Leigh, es nueva.

Ambos se miran por un segundo incómodo, luego Kiara termina por sonreír y estirarle la mano. —Mucho gusto. 

—Lo mismo digo, Kiara. —asiente él tomando su mano cordialmente. Uf. Sonrío y Roger finalmente lo hace también—. ¿Crees poder soportar a Meredith? Porque si puedes, bienvenida a nuestro club. 

Todos reímos ante su comentario, y en ese momento, por más corto y pequeño que sea, me siento maravillosamente bien. Mientras los tres reímos me acuerdo de Grace. Quizá Kiara no es ella, quizá nunca pueda reemplazarla, pero podría ser sumamente importante para nosotros.

Un nuevo comienzo en nuestras vidas.

—Creo que podré. —finaliza Kiara otorgándonos una amplia sonrisa.

Twitter: @fuckbizzlefuck
No me maten por dejar muerto a Justin, las amo <3.

Dimensiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora