Capitulo 38.

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Después de nuestro apasionado encuentro decido no preguntar nada sobre su regreso. Justin me hizo prometer que tendríamos una noche de San Valentín maravillosa y no quería hablar sobre las tragedias ocurridas y que tuvo que enfrentar allá.

Quiero saberlo todo, cómo volvió, las dudas me carcomen, pero me contengo. Me repongo lo más decente que puedo en el baño mientras Justin espera afuera.

Limpio mi rímel corrido con papel y reacomodo mi cabello. Cuando luzco igual que antes salgo del baño y me lo encuentro recargado en la pared con un pie sobre ésta y las manos dentro de los bolsillos.

Sonrío.

Me acerco sin decirle nada y me mira, me mira y me vuelve a mirar con amor. Feliz por estar casi a su altura gracias a mis tacones, me pongo frente a él y planto un suave beso en sus labios poniendo mis manos sobre su pecho. Cuando me aparto una sonrisa curva sus labios.

Lo vuelvo a besar, esta vez quedándome más tiempo en su boca. Lo invito a abrirse y lo hace, exploro exquisitamente en su interior, le regalo un beso posesivo y sé que lo sorprendo. Saca las manos de sus bolsillos y me toma por la cintura pegándome completamente a él.

Unidos el uno al otro nos proporcionamos un choque de labios caliente y pasional, necesitado y dulce como el chocolate. Me aparto un momento cuando noto que su respiración se agita, y para qué miento, la mía también. 

—Te extrañé tanto. Tanto. —confieso sobre su boca—. Me sentía vacía sin ti.

Al decirlo sé que me ruborizo. No suelo ser muy romanticona con mis novios, pero con él las palabras simplemente me salen del corazón. Nos miramos fijamente a los ojos y él suspira profundamente. Sus manos pasan de mi cintura a mi espalda y me aprieta con fuerza. 

—Y yo perdido sin ti. —con una mano me abraza y con otra acaricia mi cabello—. ¿Sabes lo que eso significa? Que no voy a volver a dejarte nunca ni permitiré que nadie nos separe. Al menos de que tú me lo pidas. De lo contrario, me tendrás a tu lado hasta que te hartes de mí.

Suelto una risita cargada de nostalgia y beso su mejilla. Sonríe encantado. —Nunca me hartaré de ti. ¿Tú de mí? 

No responde. Me toma de las mejillas y vuelve a besarme prolongadamente dejando muy en claro su respuesta. Cuando se aparta estoy sin aliento. Son magníficas las mariposillas que este hombre sobrenatural me hace sentir. —Hartarme de ti se convirtió en mi pasatiempo favorito.

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Al entrar tomada de la mano de Justin al gimnasio, —convertido en salón de baile—, todo el mundo nos observa. Somos el completo centro de atención no sólo porque nadie conoce a Justin aquí, sino por lo increíble que él luce para la ocasión.

¡Está guapísimo!

Presume un esmoquin negro de manera tan elegante que seguro conquistará a todas las chicas de la escuela, y la duda de cómo supo que yo estaba aquí, y precisamente en un baile, aparece en mi cabeza.

Ya le preguntaré después. Fascinada por caminar a su lado no puedo evitar sonreír como tonta.

Nunca me ha gustado ser el centro de atención, de hecho lo odio, pero si se trata de restregarle a todas en la cara que él es mío, estoy encantada.

Sin preguntarme absolutamente nada, Justin me lleva firme hacia la pista de baile. No protesto. Las baladas siguen sonando y justo ahora inicia I Don’t Wanna Miss A Thing, de Aerosmith.

Conozco perfectamente la canción y me encanta. Es un clásico que vivirá por siempre. Volteo a ver a Justin para ver si él la conoce, pero no me deja preguntar: —Amo esta canción. —habla colocándose frente a mí en un lugar de la pista. Sonrío emocionada.

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