Capitulo 27.

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Camino por las calles deshabitadas y oscuras sin rumbo. Trato de entender cómo pasaron las cosas, cómo llegué al final de mi ciclo de vida, cómo pasé de ser humana a ser una simple alma en pena.

Todo sucedió tan rápido y, lo curioso es que no siento dolor ni tristeza. Es como si los sentimientos me hubieran abandonado en el momento en que dejé de respirar.

Continúo en mi rumbo desalineado, a pesar de que el viento es fuerte éste no eriza mi piel como antes, no experimento sensación alguna y no tengo la noción del tiempo. Un paso, otro, otro, entonces veo en el horizonte el sol comenzar a salir. Las personas caminan por las banquetas tranquilas, apresuradas, hablando por celulares, llevando a sus hijos a la escuela, esperando a cruzar el semáforo... la vida sigue rodando y yo ya no formo parte de ella.

Sin darme cuenta he llegado a un lugar. Volteo hacia el frente y veo la casa de Roger, únicamente la casa de él. Alrededor no hay nada más.

Todo parece un desierto que está así por años y años de plena sequía. El silencio abruma en cada extensión de la tierra a mis pies, camino hacia el frente y me detengo en la puerta, pero ésta se abre para mí. Entro.

La casa de mi mejor amigo es la misma de siempre, pero cuando la inspecciono noto que sobre la loseta está el teléfono de su casa hecho pedazos. Me agacho para levantarlo pero un ruido me sobresalta. Un fuerte golpe en el piso de arriba seguido de un grito desgarrador.

- ¡MEREDITH!

Me ha gritado a mí. ¡Es él! Subo corriendo las escaleras y me aproximo a su habitación. La puerta está abierta, pero cuando entro me detengo ya que hay un desastre en el suelo.

Vidrios rotos, muebles, CD's, la televisión... y ahí está él.

Roger destruye con sus manos todo lo que se le pone enfrente y lo lanza contra el suelo monstruosamente. Me cubro la boca con una mano y lo escucho gritar:

- ¡Puta vida, muéranse todos! -lanza una lámpara contra la pared y provoca así una grieta en ella-. ¡Todos menos ella!

Toma su aparato de Xbox y lo rompe azotándolo contra el suelo con ambas manos. Después viene su control remoto, sus perfumes, el espejo de su baño, de su tocador... todo a su paso.

Cuando el cuarto ha quedado destruido, se detiene. Sus ojos están rojos, su expresión dura y sus manos empuñadas. No está llorando, pero eso no le dura mucho tiempo. Se da la vuelta, camina hacia la pared y choca su puño contra ella mientras lágrimas empiezan a resbalar por sus mejillas.

- ¡Vuelve! ¡Vuelve! ¡Vuelve! -golpea sus nudillos con una fuerza impresionante. Cada contacto retumba por todos los rincones de la casa-. ¡¿Por qué te fuiste?! ¡¿Por qué?!

Me altero cuando veo sus nudillos cortándose horriblemente. Corro hacia él y lo tomo por los hombros.

- ¡Detente, Roger! ¡Es suficiente!

Y lo hace. Rápidamente se gira y me quedo parada frente a él, pero no me mira.

Observa a todos lados y mueve la cabeza a los costados como si buscara a alguien. Su ceño está fruncido y su cuerpo rígido. A pesar de sus lágrimas, se calla.

-Estoy aquí. -susurro acariciando su hombro. Percibo como su respiración se acelera y se paraliza de pies a cabeza-. Roger, lo siento mucho, mucho.

Me acerco a su rostro y beso su mejilla. Inmediatamente se aparta y se deja caer de rodillas al suelo. Pone sus manos contra el suelo y rompe a llorar otra vez. La escena me destroza, y por primera vez desde que me fui, un nudo se forma en mi garganta. Puedo sentir su dolor. Puedo sentir ahora mi propio dolor también.

-Sé que estás aquí. Puedo sentirte. -habla con los ojos cerrados mientras el llanto acaba con él y sus defensas. Sus manos tiemblan y se mantiene hincado mirando hacia abajo. Me agacho a su lado y lo observo mientras llora, llora, y vuelve a llorar. Su estómago se contrae, sus lágrimas caen a cascadas, su cuerpo se debilita a cada segundo.

-Lo estoy, siempre lo estaré. -lo abrazo por la espalda y me recargo contra él mientras mis ojos lagrimean. La sensación es real otra vez. El dolor vuelve a mi cuerpo rasgadoramente-. Te amo tanto, Gallagher. -susurro a su oído.

Levanta su cabeza al instante. Sus ojos grises y brillantes inspeccionan la habitación, y después de unos momentos conteniendo sus lágrimas y viendo hacia la nada, habla: -Maldita sea, estás aquí. ¿Por qué no puedo verte? ¿Por qué simplemente no te despides de mí? -llora más fuerte-. ¿Ves este desastre? Es por ti, Mer. Donde sea que estés, escúchame. Te necesito a mi lado como antes. No te vayas, nena. No ahora... no ahora. Sólo... -se talla los ojos y su expresión se contrae-. Sólo no me dejes. Puedo sentirte abrazándome fuerte, sé que no estoy volviéndome loco. No me sueltes, porque si no volverás a la vida, quiero que me abraces justo así siempre.

No sé si es más doloroso que ya me recuerde de nuevo. No sé si hubiera preferido que continuara con la memoria borrada sobre mí para que no sufriera este dolor, pero Justin se ha ido, y con ello sus azañas también. Presiono más mi cuerpo contra el suyo, esta vez de frente, sintiendo sus fuertes latidos en mi pecho.

Me deshago en lágrimas que me desgarran el alma, lo único de lo que estoy hecha ahora. Se queda quieto, mira hacia la nada y se pierde en sus pensamientos acompañados de lágrimas, no se mueve, deja que lo abrace y me mantenga unida fuertemente a él.

Lloramos juntos. Un abrazo que algún día fue real, que nos proporcionó calor, confortabilidad, seguridad, que ahora es nada. Sólo una ligera presión invisible. Un aire impalpable. Una energía inexplicable. Una vibra del más allá. Algo que apenas se siente.

Que apenas está ahí, y que sabes y te niegas a aceptar que se va, así como las estaciones del año, los aviones despegando, las mariposas emigrando, las horas avanzando... todo lo que antes fue normal se vuelve anhelado, las pequeñas cosas se vuelven enormes, y deseas ahí, con todas tus fuerzas, volver a experimentarlas, volver a sentir una cosa, aunque sea la más mínima e insignificante cosa, sólo un pequeño detalle que te haga sentir vivo... pero todo se ha ido.

Has parpadeado de la vida a la muerte. Ya no habrá estaciones del año qué esperar, ni aviones que observar, ni mariposas qué admirar, ni horas qué apurar. La rutina se difumina y se vuelve borrosa, más borrosa a cada momento, hasta que lo único que hay son los recuerdos, mismos que tarde o temprano se volverán completa oscuridad y olvido.

Twitter: @fuckbizzlefuck
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