La alucinación de todos se palmó en el aire, el silencio, las pupilas. El estómago de Johnny se tiñó de rojo, el líquido espeso llenó la punta de la espada y por consiguiente el suelo. Su cuerpo inmóvil cayó hacia atrás y sus ojos se cerraron... y nadie decía nada. Nadie podía comprender el porqué de su acto. Justin tomó fuerza mental y se incorporó, a pesar del dolor intenso en su espalda, para hincarse frente a él.
—¡¿Qué pasó?! ¿Justin? ¿Johnny? ¡¡Necesito escucharlos!! —suplicaba Meredith aún en los fuertes brazos de Patrick que le impedían presenciar aquello.
Justin puso una mano sobre el pecho de su adversario, confirmando así su muerte. Negó con la cabeza y cerró un momento los ojos. El corazón le pulsó fuerte al escuchar los continuos gritos de desesperación de Meredith. No sabía si debía hablar o no. No quería que ella notase quien estaba vivo y quien no. No quería hacerla pasar por algo tan duro... no aún.
Abrió de nuevo sus ojos y, con fuerza y decisión, colocó ambas manos en el mando de la espada y, de un tirón hacia arriba, la desenterró. El ruido metálico volvió a repetirse y lanzó la espada lejos de ambos. Se inclinó hacia su cuerpo y lo sujetó de la nuca, regalándole el abrazo de hermandad que nunca pudo darle.
—Este no es el fin. —susurró contra su oreja.
Acto seguido se levantó del piso y volteó directamente hacia los dienvoyés expectantes e incrédulos, fijando su mirada en el más poderoso y viejo de ellos.
—Nos vamos a largar ahora. —avisó con firmeza.
En ese instante Meredith sintió un escalofrío. Era él. —¡Justin, Justin! —gritó sollozando—. ¡Necesito verlo! ¡Déjame ver a Johnny, Justin!
—Ella puede verlo si desea. —informó
Leblanc.
—No. No le permitas verlo, Patrick. —solicitó Justin, decidido.
—¿Qué? ¡¡Es mi hermano!! ¡Déjenme, déjenme abrazarlo! —la voz se le debilitaba cada vez más, la garganta le ardía al punto de la quemazón.
—Llévatela ahora. Estaré con ustedes en un minuto. —fue la última orden que pudo dar.
—¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!!
Pero sus súplicas no bastaron, Justin no cambiaría de opinión. Patrick la tomó con más fuerza y la sacó de ahí lo más pronto posible. Cuando el salón volvió a quedar silencioso, volvieron a mirarse con intensidad. Sería la última vez.
—Antes de irme, voy a llevarme a este chico que jamás les perteneció. —y sin importarle nada, caminó hasta Johnny para levantarlo del suelo y cargarlo en sus brazos. Todos lo observaron atónitos—. Está muerto. Quiero que su familia lo entierre en un cementerio, como debe ser. Mi visita aquí ha terminado, y espero realmente que cumplan con el trato, no solo implica dejar a Meredith en paz, implica a toda la familia Luttor, porque de lo contrario los mataría a todos y cada uno de ustedes, tal como lo hice con Zidane y Aaron. No duden ni un segundo de eso.
Leblanc sonrió ante sus palabras, pero aquél gesto ya no era de alegría u orgullo. Era de entendimiento. Sabía perfectamente que las cosas no habían terminado a su favor, pero un trato era un trato, por más que le desagradara.
—Cuando se trata de justicia, nuestro padre nos enseñó a darle a cada quien lo merece. Sabemos lo que un trato significa, y vamos a cumplir nuestra palabra. —informó derrotado—. Al principio creí que dos contra tí era nuestro triunfo inmediato, pero tu capacidad me ha impresionado una vez más. Has ganado Bieber, y no volveremos a molestar a ninguno de ustedes. Puedes irte con la seguridad de no volver a vernos.