De camino a la cafetería me encuentro con una mesita postrada en la pared al dar la vuelta en el pasillo secundario.
Es la fotografía del intendente Sparks. Un escalofrío se desliza en mis venas.
Christian Sparks. 1969-2013.
Sobre la mesa hay varias velas blancas, flores, pequeños mensajes y regalos de los mismos estudiantes. Al ver su imagen sonriendo en la pared el recuerdo llega a mi mente otra vez.
Sangre.
Mucha sangre.
Pierna rota.
Estómago abierto por la mitad.
Rostro machacado.
Una horrible sensación llega desde mi estómago hasta la parte superior de mi garganta y siento ganas de vomitar. Desvío mi camino y corro hacia los baños.
Empujo la puerta de mujeres y, sin importarme que haya una chica dentro del baño, aviento la puerta del primer inodoro y descargo todo mi asco allí.
Me sostengo del asiento y dejo que todo mi desayuno abandone mi estómago con cada arranque de asco. Mi garganta arde, arde, y vuelvo a escupir, sigue ardiendo y sigo vomitando.
Mis ojos lagrimean cuando he terminado. Me levanto temblorosa, le bajo a la palanca y salgo.
Allí, la chica morena de ojos negros y cabello café hasta el hombro finge no mirarme, pero sé que de reojo lo hace y por supuesto ha escuchado todo mi espectáculo. Abro el grifo y me lavo la cara, enjuago mi boca y tallo mis manos con jabón.
— ¿Estás bien? —su voz me sorprende. ¿Me habla a mí? Por supuesto que me habla a mí, soy la única más en el baño.
Me seco las manos con papel y la volteo a ver. Parece tímida, pero sus ojos saltados me dicen que está asustada por mi aspecto. Asiento en su dirección. Nunca la había visto antes en la escuela, así que antes de responderle, me atrevo a preguntar:
— ¿Eres nueva?
Asiente con la cabeza ligeramente. Entre sus manos sostiene una carpeta con fotos que me dejan boquiabierta.
¡Coldplay! Hay un collage entero de mi banda británica favorita.
Una inevitable sonrisa me aparece en el rostro.
— ¿De verdad te gusta Coldplay? —pregunto anonada. Vuelve a asentir y mi sonrisa se amplía—. ¡Es mi banda favorita!
Mi afirmación parece sorprenderla.
— ¿Enserio? Genial, genial. Mi favorito es Guy Berryman.
—El mío, mi novio y futuro esposo, Chris Martin. —sonrío y ella también lo hace—. ¿Cómo te llamas?
—Kiara. Kiara Leigh. ¿Tú?
—Meredith Luttor, pero me puedes decir Mer, si quieres. ¿De donde vienes?
Se demora unos segundos en responder, segundos en los que me entretengo viendo las fotografías de su carpeta.
—De Sydney, Australia.
Su contestación me deja sorprendida en lo absoluto. Abro la boca en gesto de auténtica sorpresa. — ¿Sydney? ¿Australia? Debes estar bromeando. ¡Amo ese lugar! ¿Qué haces en una ciudad tan insignificante como Milwaukee? ¡Allá es el paraíso! Debiste tardar mucho en llegar a Estados Unidos. ¡Qué cambiazo!
—Si, bueno… fue por situaciones de mi vida. Problemas y cosas así. Mis padres decidieron que nos mudáramos de continente.