Con las manos entrelazadas caminamos entre la gente para ir a un lugar solitario y poder desaparecer sin que nadie se de cuenta. Esquivamos, empujamos y nos abrimos paso a como podemos, él va frente a mí buscando con la mirada una salida en la calle llena, lo sigo con cuidado imitando su paso cuando un disparo nos sobresalta.
Justin se detiene y yo también, el disparo se repite y la multitud grita.
Nadie sabe de dónde provienen pero todos observan hacia todos lados y empiezan a moverse asustados, de pronto los disparos se multiplican uno tras otro muy cerca de nosotros, los estallidos provocan pánico en todo el mundo que comienza a correr desesperadamente.
— ¡Justin! —digo moviéndolo por el brazo para que reaccione. Él no se mueve, está volteando para todos lados como si buscara al portador del arma, su expresión es dura y su concentración absoluta—. ¡Justin, vámonos! —grito asustadísima. Cada dísparo rebota en mis oídos y me aterroriza el pensamiento de que alguna bala pueda darnos.
— ¡Auxilio, ayúdenme por favor, le han dado! —el grito horrorizado de una chica captura mi atención, volteo hacia el origen del grito y me paralizo cuando la veo junto a la banqueta sosteniendo la cabeza de un chico al cual le han disparado en el pecho. El escalofrío que siento al verlo es tan prolongado que tiemblo, vuelvo a voltear a ver a Justin y esta vez lo tomo por la cara y lo obligo a mirarme.
— ¡Es una balacera, tenemos que correr! —mi garganta arde por el miedo. Él ni siquiera me observa cuando lo miro, continúa perdido en sus pensamientos. Suelto su rostro e intento jalarlo del brazo para correr pero él no se mueve, las personas a nuestro alrededor siguen huyendo y él es el único que no ha captado lo que sucede—. ¡Mierda, Justin! ¡Vamos a morir aquí!
—Ven. —es lo primero que dice al salir de su trance. No corre, me lleva caminando hacia la banqueta y me quedo parada frente a la puerta del Club House. Me toma por los hombros antes de permitirme hablar—. Voy a llevarte a mi refugio. Estarás allí hasta que yo llegue. Tengo algo que hacer.
— ¿Qué? ¿Qué? —estoy tan aturdida por sus palabras, eso sin mencionar los disparos que siguen resonando y los gritos que siguen asustándome. Es como una pesadilla en vida real—. ¿De qué demonios hablas? ¡Mírame, maldita sea!
—No puedo. No puedo mirarte ni quedarme contigo. Ellos están aquí. —sigue volteando hacia atrás con la expresión dura, tan dura que diría que está demasiado molesto para dar explicaciones. ¿Ellos? —Están matándolos a todos. Están furiosos, lo veo, estoy viéndolo y sintiéndolo ahora.
— ¿Pero qué…? ¿Dienvoyés?
—Si. Son demasiados y vienen por nosotros.
— ¿Y por qué los matan a todos si sólo vienen por nosotros? —lágrimas brotan en mis ojos. Tengo demasiado miedo, no puedo soportar más lamentos de pánico, más explosiones de pólvora—. ¡Justin, responde!
Pero no lo hace. Al contrario de ello, me mira finalmente a los ojos y su mirada toma un lado preocupante.
—Voy a quedarme. Hay personas inocentes que me necesitan. Estarás bien.
— ¡No puedes qued…
Mi reclamo desaparece en medio de la nada.
Pierdo el equilibrio y el sostén debajo de mis pies, doy desenfrenadas vueltas y el aire abandona mi sistema por tres infinitos segundos. El agujero sin fondo jamás me recibe, abro los ojos y jadeo agitada por la caída ya muy conocida. Lo siguiente que aspiro es tierra mojada, plantas frescas, aire limpio. Sentada sobre el césped me levanto lentamente, los pinos mecen sus hojas con tranquilidad, los senderos y las colinas son los mismos de antes. La dimensión de Justin logra tranquilizarme un poco, pero inmediatamente el pensamiento de él luchando contra los dienvoyés me aterra.
¿Por qué tuvo que quedarse? Entiendo que salve a las personas, pero… ¿Por qué arriesgando su vida? Definitivamente no lo soporto. ¿Así será siempre? Esto apenas está comenzando y ya me siento abrumada. Puedo sonar un poco egoísta, pero Justin salvando al mundo de enviados del Diablo no es precisamente la clase de historia de superhéroes que deseo para mi vida. Lo quiero conmigo, sólo conmigo, no en peligro a cada momento.
Desde que estoy con él siempre se preocupó solamente por mí, mi bienestar, mi salud, mi supervivencia, pero ahora ha tenido que alejarme para salvar a otros desconocidos. Quiero aceptarlo, pero algo no me lo permite. Lo que hace no me gusta ni un poco… pero lo amo.
Sencillamente es así. Agh.
Arrastro mis tacones por la superficie húmeda del pasto verde y camino hacia el sendero frente a mí. Aquí hay luna llena como la primera vez que vine, momento en el que nos dimos nuestro primer beso, uno con el que toqué el cielo, literal.
Sonrío ante el maravilloso recuerdo.
Voy dando pasos lentos y el camino va bajando sobre la colina, se inclina cada vez más y me quito los tacones para no tropezar. Los sostengo en mi mano derecha y continúo, a mis alrededores sólo hay más pinos y más colinas y más senderos…
¡Todo es hermoso! Parece sacado de una fotografía o pintura famosa, o editado con photoshop. Cuando he bajado lo suficiente me encuentro directamente con un precioso, grande y cristalino lago. El sonido del agua es bajo pero relajante, llego hasta la orilla y me hinco para tocar ésta, es sorprendentemente tibia, casi caliente. Me siento ahí, dejo a un lado mis tacones y abrazo mis piernas ahuecando mi cabeza en ellas. Me quedo simplemente observando el agua formar pequeñas ondas con el roce del aire o los peces que habiten al fondo, no hay otros ruidos que no sea el aire, el agua y mi respiración.
Es alucinante.
Cero carros, cero personas hablando, cero animales, cero ciudad y mundo normal. Estoy tan relajada en esta posición que mis ojos se van cerrando lentamente, y luego de unos minutos todo es oscuro… tranquilidad… sueño...
Twitter: @biebaslovers.
Segunda temporada de "Desde el más allá"