Capítulo 20.

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La tarde del martes Aaron vuelve a pararse en mi casa. Lo sé porque escucho su voz en el piso de abajo entablando una conversación con Johnny.

Son aproximadamente las cinco y me encuentro haciendo mi tarea de matemáticas sobre la cama cuando la puerta de mi cuarto se abre y aparece mi hermano en ella. 

— ¿Qué haces? —pregunta entrando. Alzo la cabeza y lo observo.

— ¿No es obvio? —respondo malhumorada. Él resopla y llega hasta mi cama. Se sienta en el borde y me observa un par de segundos.

—Aaron está abajo y me invitó a jugar boliche. Acepté. 

—Bien por ustedes.

—Él quiere que vayas. —añade. 

Finjo demencia y continúo repasando mis divisiones en la calculadora, pero no me concentro y los resultados no me dan. —Mer, hace mucho que no sales.

—Porque no quiero.

—Mer…

— ¿Qué? —mi tono se eleva. Los ojos azules de mi hermano evalúan mi expresión—. No voy a salir con él Johnny, ya te lo dije. Deja de insistirme, tengo mucha tarea qué hacer.

Pero miento, y automáticamente él se da cuenta. Me quita el cuaderno y la calculadora de las manos y antes de que pueda protestar, él observa lo que hago. Niega con la cabeza y me dirige una mirada asesina.

— ¡Son cinco malditos problemas! Esto lo haces en diez minutos. Hasta yo lo haría por ti.

— ¿Cuál es tu problema, niño? —le arrebato mis cosas y, enojada, me levanto de la cama y voy por mi laptop—. No se trata de Aaron. Simplemente no me da la gana salir con nadie. ¿Por qué no entiendes eso? 

—No soy un niño, madurita. —dice levantándose de la cama y caminando hacia mí.

Me quita la laptop de las manos y, sorprendiéndome, la avienta hasta la cama y ésta cae directamente en el centro sin desviarse.

Su agilidad me sorprende, pero no me asusta. Juega futbol americano, se la pasa aventando balones al aire, cualquiera lo haría—. Sé que te afecta mucho lo de papá, a mí también, a todos, pero no por eso vamos a dejar de vivir. Estás demasiado sola y te amargarás la existencia.

Su respuesta me ofende. Me enoja. Lo empujo de enfrente de mí pero apenas se mueve.

Parpadeo aturdida.

Está más fuerte que antes.

Y más alto.

Y más atractivo.

¡Sólo tiene doce años! Tiene razón, ya no es un niño. Va por los trece, pero, no debería madurar tan rápido.

No es el Johnny delgado y bajito de antes. Ya me llega a la nariz. Rodeo los ojos y me cruzo de brazos.

—No me harás moverme de aquí, MADUROTE.

Pero tan pronto como lo digo me arrepiento. Johnny, decidido y firme, me toma por la cintura y me carga hasta dejarme colgando por su espalda. Grito. Me agarra fuerte de las piernas y me conduce hacia la puerta. ¿Cómo diablos puede cargarme? ¡Peso como mil kilos más que él!

— ¡Bájame pitufo, bájame o te mataré!

Continúa caminando hasta que abre la puerta y, a pesar de lo enojada que estoy, río. ¡Agh! 

—Haber si sigues diciéndome pitufo. 

Baja escalón por escalón en mi poder mientras yo grito y me río, hace tanto tiempo que no me divertía junto a él.

¡Nunca me había cargado así! Lo golpeo en la espalda pero ni se queja de dolor, termina de bajar y me avienta en el sillón de la sala. Bufo agitada, me levanto y busco con la mirada a Aaron. No está.

— ¡Eres un demonio! —me quejo peinándome mientras él ríe y pone las manos en su cintura—. ¿Dónde está él?

—Creí que no te importaba. —arquea las cejas y rodeo los ojos—. Está afuera, esperándonos.

— ¡Ya te dije que no iré! Prefiero quedarme a hacer tarea y a platicar con mi tía Carter.

Dicho eso me encamino de nuevo a las escaleras pero inmediatamente soy reprendida por las palabras de mi hermano:

—Bueno, pues lo segundo no creo porque ella salió de paseo con Justin y no volverá hasta la noche.

Mi corazón se detiene. Mis piernas se detienen. Mi cuerpo entero y mi sentido de la razón se detienen. Antes de seguir subiendo me giro, lo veo y la confusión se apodera de toda yo. 

—Buena broma, pitufo.

— ¿Broma? —niega con la cabeza—. Si no me crees, llámala por ti misma. Ella te dirá donde se encuentra. Justin vino por ella mientras tú estabas en la escuela esta mañana. ¿En verdad no lo sabías? No es la primera vez que salen juntos. Creí que ella te lo había contado.

Cada vez siento que la sangre me hierve más. Esto es una maldita broma, eso es lo que es. Decidida a no creer en su mentira, sigo caminando para arriba pero vuelve a detenerme. 

—Bien, si cambias de opinión, tienes diez minutos para bajar o nos iremos sin ti.

No quiero oírlo. Subo más rápidamente y me encierro en mi habitación. Tomo mi laptop y la abro. Me meto al explorador de Google Chrome pero no puedo concentrarme en nada. Ni siquiera sé que escribir. La duda aumenta y aumenta en mi cabeza.

¿Y si Johnny dice la verdad? Es cierto que Carter ha estado saliendo últimamente esta semana y no me ha contado al respecto, pero… ¿Por qué? No puedo evitarlo.

Tomo el iPhone que Justin me regaló y tecleo el número de mi tía, rogándoles a todos los dioses que todo resulte ser una jodida broma y sólo eso. Al cuarto timbre, responde:

— ¿Hola? —pregunta Justin al otro lado de la línea.

Mi corazón vuelve a detenerse fugazmente. Me quedo sin aire. Esto no puede estar pasando. Me quedo boquiabierta sin saber qué decir.

— ¿Quién es? —insiste con completa normalidad—. ¿Hay alguien ahí?

Se me dificulta respirar. No entiendo porqué me respondió él y no ella. No entiendo porqué están juntos y yo no lo sabía. No entiendo nada.

—Le diré a Emily que le llame de vuelta. Adiós.

Y me cuelga. Emily. Él aún le dice Emily, tal como cuando la conoció. Las manos me tiemblan y el teléfono se me resbala de las manos.

Quiero llorar.

Mi garganta arde otra vez.

No. No debo. Tengo que ser fuerte.

Carter me ha traicionado. Justin también. ¡Pero él ya no es mi novio! Tiene todo el derecho de salir con quien se le pegue su gana.

Una lágrima cae por mi mejilla. Yo también. Yo también puedo salir con quien se me antoje.

Me limpio la lágrima, trago saliva y voy por un suéter y mi bolso.

Bajo corriendo las escaleras, trago y trago para eliminar el nudo en mi garganta y salgo de la casa cerrando la puerta con llave.

Allí están Johnny y Aaron frente al Charger negro de él, esperándome tal como mi hermano lo prometió. Me acerco a ellos forzándome a mí misma a mostrar una encantadora y falsa sonrisa, mientras por dentro mi corazón y mi alma se parten en mil pedazos. 

—Vamos a divertirnos.

Twitter: @fuckbizzlefuck

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Maratón 2/3

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