Volteo a ver los rostros de cada uno de los presentes en la habitación con rabia. Quiero salir de aquí.
Me siento esclavizada y abusada. Llegué aquí en contra de mi voluntad y ahora van a realizarme una práctica que sólo se les hace a personas poseídas por el Diablo. Yo no tengo nada de eso y ellos no lo entienden. Necesito recordar qué me hizo llegar aquí, pero mi mente está en blanco. De pronto tengo inmensas ganas de llorar y golpear a alguien al mismo tiempo.
—Meredith, necesito que veas la televisión en la pared y me digas que es lo que ves ahí. —solicita Evans.
Lo hago. Levanto mi vista hacia la pantalla y observo. Parece una grabación. Abajo marca la hora con letras blancas. Miro con atención.
—Dime que es exactamente lo que ves, cariño.
Entreabro mis labios y estos se secan. —Soy yo. Durmiendo en mi habitación.
—Continúa. No te detengas.
Siento que mi cuerpo tiembla y no entiendo porqué. —Duermo. Sólo duermo. —pero entonces me detengo. No soy sólo yo—. Ahí… ahí está él.
— ¿Quién? —el sacerdote me acaricia el brazo.
—Zidane. —mi piel se eriza—. Está observándome al pie de mi cama. Y yo… yo no lo veo, pero lo siento. Y ahí está Justin. Me levanta de la cama y me mete al armario para protegerme de la sombra… siempre fue para protegerme.
Mi piel quema cada vez más fuerte. Recuerdo esto.
— ¿Sabes de cuando es eso, Meredith? ¿Tienes idea?
—Si… —mi voz tiembla al igual que mi cuerpo—. Los primeros días… fue… cuando apenas conocía a Justin. Cuando el peligro apenas comenzaba.
—Justin. Zidane. ¿Alguien más que esté involucrado? —pregunta sin dejar de mirarme al igual que los demás sacerdotes.
— ¿Qué es esto? —pregunto al notar otra grabación diferente en la pantalla.
Soy yo otra vez en mi habitación, esta vez acompañada de Justin. Estamos… besándonos. ¡Dios mío! — ¿Desde cuando mi habitación tiene cámaras? ¿Por qué nunca lo supe? ¿Por qué… por qué me hacen ver esto? Tengo que ver a mi hermano. Ahora.
—Tu habitación al igual que toda tu casa ha tenido cámaras desde que fue construida, pero ni tú ni tu hermano lo sabían. Hace aproximadamente dos meses cuando tu madre empezó a notar tu extraño comportamiento, tu apetito desvaneciéndose, tus salidas secretas y tu ausencia en casa, decidió ver las grabaciones. Ahí fue cuando me llamó pidiendo ayuda. —hace una pausa y suspira. No puede ser. No… —No sólo pudo ver las visitas de Justin gracias a la cámara, también observó a aquél hombre apareciendo y desapareciendo en tu habitación a diferentes horas de la noche. Eso la asustó demasiado. Ella observó las grabaciones durante todo este tiempo a escondidas de ti. Ella siempre supo lo que pasaba, o se imaginó un poco de ello. Sabía que algo no estaba bien con su hija. Un ser fantasmal te vigilaba. Todo aquello lo mantuvo en secreto, sólo me lo contó a mí. Me lo mostró todo. Cuando tú creías que estaba trabajando en realidad venía a verme a la iglesia para relatarme más videos. Entonces ocurrió aquél día en diciembre donde secuestraron a tu hermano y a ti te golpearon en el suelo sin que nadie hubiese entrado a la casa. Tu madre supo que era aquél demonio el que lo había causado.
Estaba aterrada pero no sabía qué hacer al respecto. No entendía como sus hijos estaban involucrados en cosas irreales como esas. ¿Por qué a ellos? Ella lloró muchas veces conmigo. Pudo ver cuando algo invisible te levantó en el aire y te jaló hacia Justin en el balcón. También los vio a ustedes dos a punto de tener sexo y después desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos frente a la cámara, mientras aquella sombra se presentaba en la habitación otra vez. Tu madre vio cada cosa que has hecho en tu habitación, cada detalle, cada inexplicable suceso. Cuando ocurrió el accidente automovilístico en el que sólo tú fuiste encontrada muerta fue donde ya no pudo más. Era lo que ella temía. El mundo se le vino abajo durante los dos días que estuviste sin respirar, el corazón se le rompió, el alma se le escapó, pero entonces despertaste hoy, sana y salva, recuperada y sin heridas. Nadie lo entendió, pero no puedes tratar de entender lo que no tiene explicación. Un exorcismo. Eso es lo que ella me pidió hacer contigo. Sabe que estás rodeada de demonios y quiere alejarlos todos. Ella no puede permitirse perderte de nuevo, por eso estamos aquí. Vamos a ayudarte, Meredith. Vamos a alejarte de todas esas entidades demoniacas que te persiguen.
Mi piel quema tanto que jadeo en voz baja. Esto está mal. Ellos no lo entienden. ¡Agh! Quema. Quema demasiado. No lo soporto. Un escalofrío me electrifica desde la punta de los pies hasta el cuero cabelludo e intento liberarme de las cuerdas pero soy incapaz de hacerlo.
—Esto es un error. —hablo entrecortadamente—. No estoy poseída. Esto se trata de dimensiones diferentes. Un mundo que los humanos no conocemos. Necesitan quitarme esto y explicarles.
Todos me observan como si estuvieran viendo al mismísimo Diablo.
—Lo siento, Meredith, pero esta es tu única salida.
Acto seguido Evans abre la biblia y se coloca sus lentes para comenzar a leer, pero no le da tiempo ni de pronunciar la primera palabra.
Al suelo, al suelo, al suelo.
La orden impacta en mi cerebro y la biblia se le cae de las manos. Toda la atención se dirige a mí y los rostros de cada uno de los sacerdotes se llenan de pánico, y es que no sé como lo hice, pero acabo de utilizar mi vista para arrancarle de las manos el libro sagrado de Dios.
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Gracias por comentar y votar sin eso no subiría capitulo, mil gracias <3