Capítulo 42: Tortura Emocional

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Abril

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Abril

Estaba completamente fuera de sí. No podía concentrarme, no podía dormir, sinceramente no podía vivir. Desde que Zoey se fue, Egan apareció en mi vida y todo ha ido a peor.

No paro de tener pesadillas. Bueno, a decir verdad, eran recuerdos. Recordaba la última vez que vi a Akin y su mirada. Era una mirada de amor y de promesa. Regresaría a por mí, fuera cual fuera su futuro.

Ha pasado más de dieciocho años, pero sigo amándolo. Su recuerdo es constante, el delirio de no saber dónde está, qué le ha pasado, qué le hizo Adón me ha torturado todos éstos años. Pero éstas últimas semanas ha sido peor.

Egan me recordaba tanto a él. Bueno, si dejamos de lado que a veces es insorportable, tiene un aura de misterios y es arrogante... por todo lo demás, me recordaba a él. Bueno, ahora que lo pienso, no se parece en nada, tiene personalidades opuestas, entonces ¿Por qué no puedo dejar de mirarle y recordar a mi desparecido novio?

No podía vivir más así. Era una maldición despertarse todos los días con la incertidumbre del paradero de Akin. No podía más, necesitaba saberlo, aunque fuera doloroso.

Así que al día siguiente de interrogar a Adón sobre el collar de la Unidad, me fui a su calabozo. Lo até en una silla completamente desnudo y esperé a que regresara de nuevo. Me senté enfrente suyo, con la mirada fija y llena de determinación.

Me iba a contar que le hizo a Akin. De hoy no pasaba. Si no lo hace, lo torturaré de la forma más cruel que se le puede hacer a un Gift. Es decir, Emocionalmente hablando. Había preparado, con mucha tecnología y horas y horas de imsonio una realidad virtual. Había espiado los sueños y los recuerdos del jefe de los Alfas y lo había sacado provecho. Ahora era yo la que tenía la sartén por el mango.

Mientras esperaba a que el bello durmiente se despertara, entró en el calabazo a alguien que me extrañó mucho ver. Al verme se asustó y claramente supe que su motivación de estar aquí no era buena para nosotros. Éste ocultaba algo.

—¡Abril! — dijo con un tono de sorpresa — ¿Tu por aquí?

—Sí — dije lentamente y sin mostrar ninguna emoción — tengo guardia.

Egan miró todo el equipo: pantalla, ordenador, cables y entre más cosas y se quedó con la boca abierta. Después se fijó en Adón que estaba desnudo y me miró con cara de saber las respuestas. Después de un buen rato de miradas acusadoras dijo:

—Tienes una manera muy rara de hacer guardias — dijo cerrando la puerta del calabazo.

—Es un estilo propio — repliqué levantándome y haciéndole frente — y tú ¿Qué haces aquí?

Se puso muy nervioso y empezó a temblar. Le miré con atención, intentando descifrar cada gesto que producía. Le cogí del cuello y le estampé contra la pared.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora