Capítulo 47: Montañas Flameantes

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Zeth

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Zeth

Las gotas de sudor caían por mi frente. Estaba sediento, exhausto y muy cansando. No sabía si podía aguantar más, esto era insoportable. El ambiente era tan cálido que no me sorprendería que estuviéramos a cincuenta grados. Esto era inhumano.

Lo único bueno de éste lugar, que no podíamos encontrarnos con algunos zombis. Yo creo que se derretirían por el camino sin duda. Aunque con la magia, que últimamente paseaba por la tierra, ya nada me extrañaría. Al pensar eso me vino a la mente el olor a putefracción que desprenderían si fuera el caso. Rápidamente me vino una arcada. Intenté apartar éstas imágenes de mi mente y me quedé observando el paisaje.

Mirase donde mirase sólo había tierra y más tierra. Arena, desierto, calidez ... ni una triste plantita para resguardase en la sombra. No había nada. Miré a Abril y a Egan en busca de apoyo moral, pero no lo encontré. Ambos caminaban en silencio sin querer mirarse demasiado. Estaban demasiado raros.

—¿Me vais a contar que os pasa? — pregunté harto del silencio.

Abril me miró con tristeza y paró de andar. Debajo del sol sentía que me derritía y no me apetecía mucho parar, pero la imité.

—Interrogué a Adón — dijo muy seria — resulta que mató a Akin.

Le miré con compasión. Ya hacía años que había llegado a esa conclusión, pero se ve que Abril tendría esperanza de que no fuera así. Le abracé dado que no sabía que decir. Ambos estábamos muy sudados pero no nos importó. Estábamos compartiendo el dolor. Sabía cómo se sentía. Ese dolor lo experimenté cuando Adón asesinó a mi familia. No lo he olvidado y aún lo siento, sólo he aprendido a vivir con ello. No hay que decir que ha sido gracias a Zoey que no me he vuelto loco.

Me aparté del abrazo de Abril y me quedé mirando a Egan por un instante. Él también parecía abatido.

—¿Y a ti que te pasa? — pregunté dirigiéndome a él directamente.

—Que pensaba que Abril y yo teníamos algo, pero resulta que sólo quería encontrar a su novio muerto — dijo con dolor y apretando los dientes.

Vi por el rabillo del ojo cómo Abril levantaba el puño para atizarle y le paré en seco. La cogí en volandas y la aparté del chico. Había sido cruel, dado que Akin para Abril era su TODO. Su alma gemela o eso me confesó mucho tiempo después de lo ocurrido.

No me podría imaginar que Zoey estuviera muerta. Me he autocovencido que estaba viva, al menos su alma, pero ¿y si en verdad está muerta? Con éstos pensamientos caí a la cuenta. Akin le hicieron inmortal, no puede morir y en aquella época no había tanta tecnología.

—Te ha mentido — dije decidido.

Abril me miró no con muchas esperanzas.

—Le torturé de todas las formas posibles y al final me lo gritó a la cara — dijo llorando — Egan estaba presente.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora