Abril
La tierra no paraba de moverse y la arena de meterse en cada recoveco de mi cuerpo. Los escorpiones caminaban libremente por mi alrededor y yo intentaba no moverme para que no me picasen.
Veía por el rabillo del ojo como Zeth intentaba adelantarse y llegar hasta Esus. Éste al ser tan grande, cada movimiento que hacía, provocaba un temblor en la tierra. Egan por su parte, estaba a poca distancia de mí, tapándose la cabeza con los brazos con una actitud de precaución.
Por fin, dejó la tierra de temblar y Esus se tranquilizó. De momento. Me puse de pie y me situé al lado de Zeth. Egan fue el último en llegar, pero se le veía firme. Por un momento me rozó la mano y sentí como si esa mano tuviese hormigas haciéndome cosquillas. Era una sensación muy extraña.
—Así que queréis el collar — dijo Esus con su voz grave y potente — ¿Qué os hace creer que lo tengo yo?
Fulminé con la mirada a Egan para que no abriese la boca. Éste lo captó de inmediato e hizo un gesto de ponerse la cremallera. Zeth ajeno a esto, hizo un paso adelante y habló.
—Ese collar devolvió la vida a Esmeralda — dijo con suavidad. Sabía que le dolía mencionar a Esmeralda porque no podía decir Zoey en su lugar — y el collar cuando cumple su cometido, vuelve a su dueño.
Esus se rió. Era una reacción rara, teniendo en cuenta que no habíamos dicho un chiste. Entonces, levantó una mano y todo se cubrió de arena, escondiendo su cuerpo. Cuando la tierra se disipó, pudimos ver a Esus en un tamaño normal. Se acercó a nosotros con paso decidido.
—Yo no soy dueño de ese collar — dijo mostrando los colmillos.
—Lo creaste tú — le retó Zeth.
Mientras ellos hablaban, vi por el rabillo del ojo a un escorpión bastante grande, pero de un color rojizo. Se me hizo bastante extraño, porque dichos animales que vivían aquí, eran de color negro. Me fui apartando delicadamente de los hombres y perseguí al escorpión.
Me llevó por un lugar del castillo un poco raro hasta llegar a una sala pequeña. Allí encontré a una chica que le faltaba una pierna. Tuve que taparme la boca para no gritar y corrí hacia ella.
Entonces el escorpión se me adelantó y se acercó a la chica. Cuando llegó a la altura de la pierna amputada empezó a cambiar de forma, hasta formar una pierna. Me quedé con la boca abierta. Entonces la chica me miró.
—¿Kimberly? — pregunté estupefacta — ¿Cómo has llegado aquí?
Ésta me miró con dureza y con los ojos abiertos suplicándome que le deshiciera la tela que le tapaba la boca. Corrí hacia ella y le destapé. La Camaleónica suspiró de alivio. Mientras le desaté las demás ataduras.
—Pensaba que te habías ido a Naélium — dije alegre por volverla a ver. Le había cogido cariño.
—Lo intenté — dijo caminando despacio, mirando de vez en cuando la dirección a la sala donde estaba Esus — pero no tuve suerte. Luego recordando lo que había sucedido, me acordé del colgante y sentí curiosidad. Así que le seguí la pista.
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Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)
FantasiaZoey y Zeth han fracasado la misión más importante. Aini ha conseguido renacer. Adón se ha adueñado de la Tierra, haciendo que ésta sea digna de una película Apocalíptica. Miles de Zombis acampan por su calles libres y dirigidos por el jefe de la OD...