Capítulo 52: Tormenta de Arena

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Abril

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Abril

La tierra no paraba de moverse y la arena de meterse en cada recoveco de mi cuerpo. Los escorpiones caminaban libremente por mi alrededor y yo intentaba no moverme para que no me picasen.

Veía por el rabillo del ojo como Zeth intentaba adelantarse y llegar hasta Esus. Éste al ser tan grande, cada movimiento que hacía, provocaba un temblor en la tierra. Egan por su parte, estaba a poca distancia de mí, tapándose la cabeza con los brazos con una actitud de precaución.

Por fin, dejó la tierra de temblar y Esus se tranquilizó. De momento. Me puse de pie y me situé al lado de Zeth. Egan fue el último en llegar, pero se le veía firme. Por un momento me rozó la mano y sentí como si esa mano tuviese hormigas haciéndome cosquillas. Era una sensación muy extraña.

—Así que queréis el collar — dijo Esus con su voz grave y potente — ¿Qué os hace creer que lo tengo yo?

Fulminé con la mirada a Egan para que no abriese la boca. Éste lo captó de inmediato e hizo un gesto de ponerse la cremallera. Zeth ajeno a esto, hizo un paso adelante y habló.

—Ese collar devolvió la vida a Esmeralda — dijo con suavidad. Sabía que le dolía mencionar a Esmeralda porque no podía decir Zoey en su lugar — y el collar cuando cumple su cometido, vuelve a su dueño.

Esus se rió. Era una reacción rara, teniendo en cuenta que no habíamos dicho un chiste. Entonces, levantó una mano y todo se cubrió de arena, escondiendo su cuerpo. Cuando la tierra se disipó, pudimos ver a Esus en un tamaño normal. Se acercó a nosotros con paso decidido.

—Yo no soy dueño de ese collar — dijo mostrando los colmillos.

—Lo creaste tú — le retó Zeth.

Mientras ellos hablaban, vi por el rabillo del ojo a un escorpión bastante grande, pero de un color rojizo. Se me hizo bastante extraño, porque dichos animales que vivían aquí, eran de color negro. Me fui apartando delicadamente de los hombres y perseguí al escorpión.

Me llevó por un lugar del castillo un poco raro hasta llegar a una sala pequeña. Allí encontré a una chica que le faltaba una pierna. Tuve que taparme la boca para no gritar y corrí hacia ella.

Entonces el escorpión se me adelantó y se acercó a la chica. Cuando llegó a la altura de la pierna amputada empezó a cambiar de forma, hasta formar una pierna. Me quedé con la boca abierta. Entonces la chica me miró.

—¿Kimberly? — pregunté estupefacta — ¿Cómo has llegado aquí?

Ésta me miró con dureza y con los ojos abiertos suplicándome que le deshiciera la tela que le tapaba la boca. Corrí hacia ella y le destapé. La Camaleónica suspiró de alivio. Mientras le desaté las demás ataduras.

—Pensaba que te habías ido a Naélium — dije alegre por volverla a ver. Le había cogido cariño.

—Lo intenté — dijo caminando despacio, mirando de vez en cuando la dirección a la sala donde estaba Esus — pero no tuve suerte. Luego recordando lo que había sucedido, me acordé del colgante y sentí curiosidad. Así que le seguí la pista.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora