Capítulo 14: Carnaval pasado por sangre

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Lugar: Cádiz, Andalucía, España

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Lugar: Cádiz, Andalucía, España

Abel

Caminaba lento intentando coger el mayor oxígeno posible, que mis pulmones osaban tragar. Me sentía vivo, despreocupado y con ganas de bailar. Era febrero y a pesar de que tendría que ser invierno y hacer frío, hoy hacía un sol espléndido y con un calor de primavera. El paseo marítimo de Cádiz rebosaba vida. Se podían ver personas haciendo ejercicio, paseando a sus mascotas, en las orillas de la playa haciendo picnics improvisados... Era un día que se respiraba paz y alegría. No era para menos, dado que estábamos en medio de la fiesta más importante de la ciudad: Los Carnavales*.

Es una fiesta muy reconocida, no sólo en ámbito local, si no, en ámbito internacional. Ha sido reconocido por fiesta de interés turístico internacional. Por éste motivo, una oleada de extranjeros dominaba las calles de la ciudad. Por una parte, era hermoso ver la vida en las calles. Grupos de cantantes salían por las plazas a cantar las canciones que durante todo el año han estado preparando y ensayando. Vestían ropas pensadas, inventadas por ellos mismos, disfrazados de algo diferente a ellos. Hacían competiciones de a ver quién se metían mejor en el papel que representaban, teniendo en cuenta sus voces, sus letras y lo bien que interactuasen con el público.

Era precioso cómo la ciudad se transformaba, cómo se llenaban de canciones, de personas disfrazadas de sus personajes favoritos y de ... personas borrachas que seguro que no saben ni su nombre. Porque sí, las personas pertenecientes a Cádiz, saben la importancia de ésta festividad. La aman, adoran y se preparan durante meses para dar lo mejor de ellos. Pero los extranjeros sólo ven ésta fiesta, como la oportunidad de beber, ensuciar, ser maleducados y actuar de una manera que no lo harían en su país natal.

Es increíble que tienen que viajar a otro país para ser ellos mismos, donde revelan su verdadero ser, dónde hacen lo que quieren, haciendo que ésta bonita festividad se convierta en un botellón bestial.

A pesar de eso, yo amaba la ciudad. Sus habitantes eran amables, hospitalarios y muy gracioso. Su acento era, al principio, difícil de entender, dado que hablaban tan deprisa, que parecía que llegaban tarde a alguna parte. Pero cuando te acostumbrabas a poner la antena e intentar pensar igual de rápido como ellos hablan... aprendes al vuelo.

Mi felicidad era completa, dado que el lugar era maravilloso, pero no sólo eso era el motivo de mi alegría. Hacía poco había inventado una vacuna para una enfermedad. Lo publicaron bajo un seudónimo dado que no quería que mi nombre fuese publicitado por todas las cadenas de televisión.

Había pasado ya seis años desde que huimos de las garras de Adón y aún seguimos huyendo. Habíamos recorrido gran parte de la geografía Española. Kaliska siempre nos avisaba cuando el Jefe de la ODDSI se estaba acercando dándonos tiempo a marcharnos. Hacía aproximadamente un año que habíamos llegado a Cádiz y aún no habíamos tenido noticias de Adón. No sé si eso era bueno o malo.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora