Capítulo 30: La muerte Sagrada

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Después de la muerte del Hombre y el suicidio de la Mujer, el mundo sucumbió al caos

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Después de la muerte del Hombre y el suicidio de la Mujer, el mundo sucumbió al caos. Los hombres comenzaron a sentir ganas de vengarse y en vez de ir en busca de los semidioses para que hiciesen justicia, vieron que podían hacerlo ellos mismos.

La NADA poco a poco les fue imponiendo sentimientos oscuros como la envidia, el odio, venganza, la ira, la lujuria, la desesperación... Es cierto que todo esto no hubiera sido tan efectivo si no fuera por la colaboración de Aini. Él le gustaba todos esos sentimientos y le atraían las almas atormentadas.

Hicieron un trato la NADA y el semidios. Aini ayudaría a expandir todas las emociones oscuras y ella a cambio le daría las almas de éstos. Aini sería dueño y señor de las tinieblas y de las almas atormentadas en el mundo.

En Same reinó la oscuridad. La mayor parte de los habitantes de dicha nación vendieron su alma a Aini y se convirtieron en los ángeles oscuros. Su apariencia, sus alas y su sed de maldad crecieron y adoraban con determinación a la NADA.

Se creían superiores a las demás naciones y decidieron gobernarles. Primero fueron a Serk, el causante de todo éste enrollo. Esus, al principio no quiso meterse en problemas con su madre Yutai, pero como quería a su hermano, dio su brazo a torcer y las dos naciones se aliaron.

Por tercero fueron para Neb, con la intención de convencer a Ranavalona. Ésta no quiso escuchar. Ella amaba demasiado la naturaleza y cada ser. La oscuridad de Aini era igual a muerte, todo lo contrario, a lo que ella creía. Entonces Aini quiso matarla, pero Esus que amaba también a su hermana, le paró y le propuso otra cosa.

Hablaron entre los dos hermanos varones y le pareció buena idea. Así que Esus fue a hablar con Ranavalona de nuevo. Ésta volvió a negarse. Entonces Esus, dado que tenía muchas ganas de amar físicamente a su hermana desde la niñez, la cogió contra su voluntad y la tomó a la fuerza. Con la vergüenza, el dolor y la humillación que sentía en ese momento, Ranavalona no tuvo más remedio que aceptar la alianza y permitió que su nación entrara en guerra contra Kian.

Kaliska al ver que sus hermanos estaban confabulados para ir en guerra, corrió a las montañas a buscar a su madre. Yutai se encontraba como siempre dormida. La SemiDiosa como sabía que la Diosa no le gustaba que le despertasen, se acercó lentamente y le cantó una canción, esa que le cantaba su madre cuando era niña. Yutai fue despertando lentamente y sonriente.

Al abrir los ojos y ver a su primogénita se llenó de gozo y quiso complacerla en todo. Yutai escuchó con paciencia a su hija. El dolor de Kaliska y desesperación llegó al corazón seco de Yutai. En ese momento llegó el resto de los hermanos.

Ranavalona nada más llegar se lanzó en los brazos de su hermana y pidió clemencia. Kaliska se conmovió al entender lo que había acontecido con su hermano Esus y la perdonó. Esto quedó en segundo plano, dado que la Diosa se alzó y vio las naciones. Se estaban matando entre sí. La sangre teñía los mares y los lagos, la ira gobernaba las praderas, los animales huían para no ser víctimas del odio de los humanos. Toda la creación que había creado se estaba muriendo.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora