Capítulo 35: Un dilema, una solución

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Durante siglos la tierra estuvo en paz

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Durante siglos la tierra estuvo en paz. Aini quiso pasar desapercibido. Iba haciendo pequeñas misiones con la NADA. Iba haciendo amigos entre las otras naciones, esos que estaban en desacuerdo de cómo reinaba Yutai. También ganaba bastantes almas y chantajeaba con la familia para liberarlas. Pero todo esto lo llevaba en secreto.

Esus intentaba comulgar sus pecados. Perfeccionó sus artes en medicina e hizo que toda su población tuviese conocimientos. Hizo crecer frutos mágicos para que su pueblo pusiera alimentarse y coger energías sin necesidad de beber sangre. Así no había peligro que matasen a los humanos o a los animales.

Ranavalona decidió pasar el mayor tiempo en las cuevas de los lagos, resguardada de cualquier ser. Cuando su nación tenía problemas ella salía a resolverlos una vez resuelto, volvía a su cautiverio. A pesar de que su madre le había sanado, ella aún sentía vergüenza de su cuerpo. Pero lo que más le avergonzaba era que sentía algo especial por su hermano: Esus. No quería reconocerlo, no quería ni pensarlo. Así que se escondía en cuevas para controlar sus emociones.

Kaliska gobernó su nación con orgullo. Éste pueblo era el único que no había sucumbido a la tentación de Aini. Para premiarlo, Kaliska le concedió un deseo al pueblo. Éste quería que les gobernase un Rey, pero un humano, originario de esa nación. La SemiDiosa por amor lo hizo. Eligió al hombre más noble, leal y de corazón puro. Le dejó todo el poder de la nación, pero siempre tendría que consultarle a ella. Así lo hicieron.

En cuanto a la Diosa, Yutai, estaba muy preocupada. Dado a los últimos acontecimientos, Yutai temía que sus hijos volvieran a errar. Tenía guardado los objetos sagrados que sus hijos le habían regalado para pedir perdón. Pero Yutai era lista y sabía que esos objetos eran codiciados por los humanos y por sus hijos. Así que pidió que su hija predilecta, le diese un consejo.

Cuando Kaliska llegó a su presencia se postró con gran respeto y elegancia. Escuchó pacientemente la preocupación de su madre y pidió que le diese un día para pensárselo detenidamente. Yutai aceptó el trato.

Con ésta misión en mente, fue a ver a cada uno de sus hermanos para saber si aún reinaba ambición en su corazón. Así que primero viajó a Neb, donde estaba su hermana Ranavalona. Al ver a su hermana se postró en tierra y lloró. No pudo soportar el dolor que percibía en Ranavalona. Le dio aliento de ánimo y le ofreció su ayuda. Como la SemiDiosa no podía gobernar por su estado, le aconsejó que pusiera a alguien a cargo de proteger, amar y respetar al pueblo. Entre las dos eligieron a una humana hermosa y talentosa. Limpia de corazón y que amaba desesperadamente su nación. Seguidamente la SemiDiosa confesó a Kaliska que se sentía muy sola y tenía miedo de que Esus le volviera hacer daño. La gobernanta de Kian pensó en cómo ayudar a su hermana y le prometió que iba hacer algo al respecto.

Seguidamente fue a Serk, a ver a su hermano Esus. Después de una acalorada discursión por haber abusado de su hermana, decidieron dejar eso atrás. Esus aseguró que estaba muy arrepentido y estaba intentando hacer lo mejor para su nación y a consecuencia para las otras naciones. Dado que ellos eran los sanadores de toda la tierra. Kaliska vio que no podía hacer nada más al respecto y se marchó.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora