Capítulo 37: "Un interrogatorio curioso"

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Kaliska

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Kaliska

—Nunca me imaginé que íbamos a estar en ésta situación — dije cogiendo la silla y poniéndola enfrente de Adón.

Éste sonrió ante la situación. Estaba atado en una silla como un perro. Cadenas de hierro con candados igual de grandes que las manos de un gigante. Habían puesto muchos obstáculos para evitar que éste humano se escapase. No entendía por qué, porque él no era un Dios. Su poder era dominar y con el collar que anula sus dones creo que ya es suficiente.

Observé el collar. Se simulaba al de un canino. Tenía pinchos hacia fuera, aunque algunos diminutos por dentro para evitar que se moviese mucho. Abel, junto su equipo lo había creado para neutralizar los poderes a los Alfas si eran capturados. También es una manera de ridiculizarlos ante los demás.

—Siempre has sido una vieja chocha* — contestó el Alfa despistándome de mis pensamientos.

—Sabes, cuando te vi por primera vez, Noda, supe que ibas a ser un incordio. Pero nunca imaginé que serías tan tonto por vender tu alma a Aini, a un auténtico diablo.

Él me miró fijamente y se acercó un poco, lo suficiente que le dejaba las cadenas.

—Si él es un diablo, eso te convierte en uno también — dijo con una sonrisa — Por qué los hermanos comparten la misma sangre.

Me quedé mirándole con determinación. No me sorprendía que lo supiera dado que había hablado con mi queridísimo hermano. Éste tenía la fea costumbre de irse de la lengua en temas que no le concierne. Decidí desarmarle emocionalmente y que las cosas que dijera no me afectase.

—Todavía no entiendo, porqué esa obsesión por Esmeralda — dije lentamente y acomodándome en la silla — es poderosa pero tampoco es la más hermosa.

Adón me miró con desprecio como si lo que acabara de decir fuera el mayor insulto que hubiera profanado.

—Tú no sabes nada de ella — dijo escupiendo las palabras — ella es única. Da igual las veces que me desprecie y me dé calabazas*. Yo insistiré hasta que sea mía.

Me levanté y cogí una botella de agua de una mesa cercana. Le ofrecí el líquido. Adón se la bebió casi de un sorbo. Luego me apoyé en una pared. Alda nunca me había contado su infancia. Sabía de su madre y su hermano, pero no sabía nada más. Tenía curiosidad. Tenía la opción de viajar al pasado para verlo, pero preferí escucharlo. Pereza por la edad supongo.

—¿Cómo conociste a Esmeralda? — pregunté cogiendo desprevenido al hombre.

—¿Acaso importa? — soltó enseguida.

—Pues sí, a lo mejor puedo entender tu obsesión por ella — dije sincera.

Noda estuvo un buen tiempo pensándoselo. Podía leer su mente. Nunca se había abierto tanto ante alguien, a excepción de Esmeralda claro. Desde que lo conocí aquel día, que estaba en un árbol y él espiando a Esmeralda y Charles, ha cambiado mucho su manera de pensar. Antes le movía el amor verdadero, ahora la obsesión, avaricia y su orgullo. Ahora no ama a Esmeralda ahora la ve como un trofeo ¿Qué sucedería si ésta le correspondería? Seguramente ya no le interesaría y la mataría para evitar que se fuera con otro. Otra posibilidad sería que la encerrase en algún sitio para que nunca más se supiera de ella ¿Qué futuro es ese?

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora