Abel
Entré agitadamente a la estancia de la tumba de Aini. Literalmente ahí se había desatado una guerra. Algunos cuerpos reposaban en el suelo. La sangre adornaba y era protagonista de toda la estancia. Había cadáveres de todo tipo, desde Curasangres, hasta Camaleónicos. Había cenizas esparcidas en algunas partes, señal de que Aini había resucitado, dado que uno de sus dones eran desintegrar a sus víctimas y convertirlas en cenizas.
Escuché cómo una parte de mi organización entraba después de mí. Escuché sonidos de terror, de admiración y de tristeza. Seguidamente vi como Noa corría por toda la estancia buscándola. La seguí con la mirada sin mediar palabra.
—¡Buscad supervivientes! — ordené.
Entonces todos se pusieron manos a la obra, buscando debajo de los escombros, rocas e incluso entre los muertos. Me acerqué a Noa que ahora estaba cerca de la tumba de piedra. Miré de reojo a ésta, pero estaba vacía.
—¡No está! — chilló la razón de mi vida — ¡Zoey no está!
La cogí de los hombros y le obligué a mirarme a los ojos.
—Noa, eso es una buena noticia — le dije con un tono más tranquilo posible — eso quiere decir que Adón no la ha matado.
—Pero puede ser que se la haya llevado algún sitio — dijo con un ataque de nervios — ella es mi pequeña.
Noté su desesperación, su miedo, su dolor y no pude evitarlo le abracé con todo el amor que sentía por ella. Noa no me rechazó, aceptó de buen grado mi gesto. Empezó a llorar sonoramente en mi pecho y se permitió desahogarse, a mostrar su debilidad. Lloré en silencio, acompañándola en su dolor dado que yo lo compartía con ella. La vida me prohibió poder compartir mi vida con mi hija y ahora una vez más me la había arrebatado.
Noa se apartó delicadamente y me miró con intensidad. Esa mirada hizo que regresara años atrás, cuando ella me besaba y se derretía en mis brazos. Aquellos días de amor en el laboratorio, esos días que entre risas y experimentos nuestro amor iba creciendo. Allí dónde creamos a nuestra hija. Sin duda yo seguía amando a Noa, pero ella ¿Me seguirá amando a mí?
Por su parte Noa, no paraba de mirar mis labios, notaba cómo temblaba. Puede que todo no estuviera perdido. Ella seguía amándome. Así lo sentía, así lo transmitía. Levanté mi mano y la puse en su cara, acunándola. Ella cerró los ojos, disfrutando mi caricia. Me acerqué poco a poco tocando mi frente con la suya. Nuestros labios estaban a punto de rozarse. Notaba su aliento, su magia... Por fin se rozaron tímidamente y entonces...
—¡Señor! — se escuchó en alguna parte de la estancia.
Gruñí de fastidio, en cambio Noa respiró aliviada. Seguidamente nos separamos y me dispuse a buscar al que me había estropeado el momento. Un Gift con pelo anaranjado, ojos azulados y bastante alto me hacía señas. Me dirigí a su posición seguido de Noa.
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Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)
FantasyZoey y Zeth han fracasado la misión más importante. Aini ha conseguido renacer. Adón se ha adueñado de la Tierra, haciendo que ésta sea digna de una película Apocalíptica. Miles de Zombis acampan por su calles libres y dirigidos por el jefe de la OD...