Estoy Colgando De Un Hilo

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– Alex. – sobresaltada me senté en la cama y empecé a observar desorientada mi alrededor. Volvía a encontrarme en la habitación que había despertado por primera vez. Estaba completamente vacía, lo cual me ponía nerviosa. 

Las puerta de repente se abrieron, en ella aparecieron Scott, Tristan y Max. Sentí como un mareo se apoderó de mi mente. Scott se acercó a la cama, cuando ya estaba delante de mi, se quedó mirándome fijamente a los ojos. Tragué saliva y aparté la mirada de él. 

Con un movimiento me forzó a que le mirase de nuevo. 

– Sabemos qué le ha pasado? –  preguntó Tristan al llegar al lado de Scott. 

– Le sentó mal lo que le dio vuestra enfermera. Concretamente la sangre de Succubus Marina que habeis usado en esa maravillosa receta. – explicó Scott, quien intentaba contener la rabia que sentía. 

– A quién se le ocurre darselo a una vampira? Podría haber muerto! Las Succubus nos pueden envenenar la sangre. Eso es algo que lo sabe cualquiera. – gruňó Max apartando a Tristan de Scott, dándole un empujón. Nunca lo había visto así, ahora mismo hasta el tenía pinta de ser agresivo. 

– No sabíamos que le sentaría tan mal. Sólo pusimos tres gotas. – intentó poner alguna excusa Tristan. 

– Tres gotas mortales. – murmuró Scott. – Juliet... Di algo? Parece como si hubieses visto a un fantasma. – pidió dirigiendose a mi. 

La verdad es que no me encontraba muy bien. Seguía sintiendo un mareo y como mi estomago se revolvía con cada segundo que pasaba. Alex seguía sin dar seňales de vida... Empezaba a sentir ocmo por mi interior se extiende cierta desesperación. 

– Creo que necesita descansar. Le diré a mis personas que le traigan la comida aquí. – dió su opinión el príncipe y tras esas palabras salió de la habitación. Aunque se le notase demasiado que no quería irse... Que solo se había ido por las malas miradas que le lanzaban Max y Scott, pero en el no había rastro de culpabilidad. Supuse que era la clase de "persona", que siempre pensaba que hacia bien las cosas. Todos esperamos a que el saliese de la habitación y a que tras el se cerrase la puerta. 

Sin siquiera darme cuenta, una lágrima empezó a deslizarse por mi mejilla. Scott y Max intercambairon miradas, no se esperaban que pasase algo así. Scott, abrió unas cuantas veces la boca para decir o preguntar algo, pero al final no fue capaz de decir nada. Cuando conseguí calmarme, cerré los ojos y tras un suspiro me levanté de la cama. 

– Alex? – pregunté en voz alta esperando una respuesta suya. Al instante, Max y Scott entendieron el por que había llorado antes. – Alex! Respondeme! – levanté la voz, empezando a caminar de un lado a otro esperando la respuesta de Alex. – Qué respondas idiota! – empecé a sentir más desesperación que antes. Al darme la vuelta de forma inesperada me choqué con Max. Pero en vez de apartarme como siempre solía hacer le dí un abrazo. Apoyé mi cabeza en su pecho y volví a sentir como las lágrimas recorrían mis mejillas. – No me responde... – susurré en voz baja. Max tras oír esas palabras no dudo en devolverme el abrazo para tranquilizarme. 

– Puede que la sangre de Succubus haya tenido un efecto sobre él... – murmuró Scott, tras dar un suspiro. – Creo que deberíamos irnos de aquí. No sé por que, pero empiezo a sentir que el principito lo esta haciendo todo a proposito. – aňadió después de unos segundos de silencio. Me aparté de Max y me quedé pensando en las palabras de Scott. No tenía pensado irme de ahí hasta conseguir la Rosa. 

– No, tenemos que quedarnos aquí y conseguir la Rosa. Podría caer en malas manos y no es lo que queremos. – decidí sin quitar la mirada de ellos. 

– Juliet, no te obsesiones con el artilugio. De qué nos servirá tener algo si nos mata? – pidió Max. 

– No estoy obsesionada. Estoy pensando en el bien de todos. Acaso vamos a permitir que se lleve Jack la Rosa? – pregunté con cierta rabia. Sentía que se querían echar para atrás. Que querían irse sin importarles las consecuencias que podía tener ese acto. – Si queréis iros, pues adelante, pero yo me voy a quedar aquí hasta asegurarme de tener la Rosa. No pienso permitirme perder a nadie más. – aňadí dándoles la espalda. 

– Juliet, solo no queremos que te pase algo malo... Queremos protegerte y eso... Evitar desgracias. – explicó Scott clavando su mirada en el suelo. 

– Yo lo agradezco, pero creo que  ya no puede pasar nada peor. – respondí y le dediqué gran parte de mi atención a la ventana de la habitación.  – Perdí a mi hermano, a Alex, a mis amigos, familia. No creo que pueda perder a alguien más. Estoy quedándome casi sin sentimientos.  Empiezo a dudar del amor, la amistad y todo. Pero algo tengo claro, no dejaré que el mundo caiga en malas manos. Conseguiremos la Rosa y saldremos de aquí. Sólo tenemos que descubrir en que parte del castillo esta. – fui sincera y busqué en sus miradas algo de comprensión. 

– Wow.... – suspiró Max sin esconder su sorpresa. 

– Te estás convirtiendo en una reina maravillosa. – comentó Scott con una débil sonrisa en  su rostro. – Cuál es el plan? –  preguntó clavando sus ojos en mi. 

La verdad es que aun no había pensado en nada. No tenía ningun plan fijo. Solo sabía que teniamos que hacer como si no hubiese pasado nada y teníamo que hacer lo máximo par que Tristan no empzase a sospechar de nosotros. 

– Seguir, no ha pasado nada. Tristan no tiene por que saber nuestros planes, tampoco podemos pedirle la Rosa así como así. Simplemente, seguís siendo mis siervos y yo la débil princesa. – expliqué al final. Necesitaba pensarme las cosas antes de decirlas en voz alta. Ambos asintieron, usando toda su comprensión, para entender cual es nuestsra situación. 

Las puertas de la habitación se volvieron a abrir. Tristan entró en la habitación y con un chasquido ordenó a Scott y a Max que saliesen. Asentí con la cabeza y ambos tras dudarlo unos instantes se fueron de la habitación. Al dejarnos completamente solos todos, Tristan se acercó a mi, quedándose tan solo a unos centímetros de mi. 

– Cómo te sientes? – preguntó después de acariciarme la mejilla con su mano derecha. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Quise retroceder unos pasos de él, pero con un pequeňo y rápido movimiento el me acercó a su cuerpo. 

– Bien, casi he muerto por segunda vez, pero estoy bien. – respondí con mucha sinceridad. El sonrió, preo en seguida su expresión volvió a ser severa. Quise intentar apartarme de él, pero su fuerza era mucho más grande que la mía. Sin ningún aviso, ni más preguntas, acercó sus labios a los míos, empezando a darme un beso forzado. 

Just My Destiny (Libro 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora