Los Pasos Del Desconocido

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– ¡Ay, Max! Deja de pisarme. – me quejé molesta al volver a notar su pie en mi deportiva derecha... Más bien parecía como si me hubiese dado una patada.

Después de mucho tiempo tenía puestos vaqueros, una camisa, una chaqueta y deportivas. Nada de vestidos, ni collares, ni nada por el estilo.

– Lo siento, pero veo una... Ya sabes que. – murmuró Max en voz baja, pero al estar en la cueva el sonido de su voz se extendió en ella.

– ¿Qué estamos buscando exactamente? – preguntó Scott.

– Un interruptor, sólo yo puedo activarlo. – respondí después de unos segundos.

– ¿No le importará a Jack que nos hayamos ido sin decir nada? – siguió con sus preguntad Scott.

Que se joda, ese cabronazo. – susurró Alex en mi mente, sacándome con ello una sonrisa.

Comparte con nosotros lo que dice Alex. – pidió Max, mientras encendió el mechero para iluminar un poco el lugar.

– Resumiendo sus palabras: ” Que Jack se joda. “ –

– ¿Tienes miedo de que te quité a tú novia? – preguntó Scott dirigiendose a mi- más bien a Alex -. para provocarle.

Ja, ja, ja, si es que me parto con él. – murmuró siendo irónico en mi mente. – ¿Miedo? Si yo tengo más que claro que eres solo mía. – añadió, dejándome roja con ese comentario.

– Encontré algo. – anunció después en unos segundos de silencio Max.

Hice unos pasos hacia él lugar del que venía su voz... Mejor dicho, de donde venía la débil luz de fuego del mechero. Max al enseñarme el lugar que había encontrado se apartó, para dejarme verlo mejor. Había un pequeño cáliz hecho de piedra. Incomprendida lo mire, hasta que se me ocurrió con que podríamos llenarlo.

– Scott... ¿Tienes un cuchillo, una daga o algo afilado? – pregunté sin apartar la vista del cáliz de piedra.

– Sí, claro. – respondió en seguida después de asentir unas cuantas veces, mientras buscaba el objeto afilado. Me lo dió y yo me quedé pensando en a que mano hacerle el corte. Al final decidí hacerle un corte a la palma izquierda, le devolví el cuchillo a Scott y apretandola en puño le obligaba a la sangre a salir.

– ¡¿Pero que haces?! ¡¿Estás loca?! – levanté la voz Scott.

– Hay que llenar el cáliz con algo para que podamos seguir. – respondí de forma simple, sintiendo un dolor de cabeza y como el estómago se me había revuelto al sentir la sangre deslizarse por mi muñeca.

Antes de que alguien pudiese decir algo, el cáliz se rompió. Rocas de la parte de arriba de la cueva empezaron a caer sobre nosotros y la parte rocosa que nos cerraba el camino empezó a mover de la derecha a la izquierda. Al estar apartada del todo, nos dejó observar un lugar precioso.

El agua de la cascada caía a un pequeño lago, flores de diferentes colores y clases decoraban la hierba verdosa del lugar. El canto de los pájaros y los grillos animaba el pequeño paraíso que habíamos encontrado. El sol dejaba paso a sus rayos, sin ninguna nube por medio para debilitarlos.

Los tres entramos al lugar, automáticamente las rocas volvieron a formar la cueva.

Tengo curiosidad. ¿Por qué la izquierda? – preguntó Alex en mi mente. – Avísame la próxima. – añadió molesto.

– La izquierda es la del corazón. – le respondí, pero me encontré con las miradas confusas de Max y Scott. Con retraso entendieron que estaba hablando con Alex y no con ellos. Max se guardó el mechero en el bolsillo de su pantalón y Scott limpió la daga con la que me había hecho el corte, para no mancharse los pantalones con mi sangre.

Eres una vampira. – me recordó, después de reírse en mi mente.

¿Insinúas que por serlo no tengo corazón? – levanté la ceja divertida.

No he dicho nada. – susurró, pero se notaba en su voz que le había divertido la pregunta.

– Sonó así. – dije antes de que me diese un mareo, que me quitó parte de mi equilibrio y me obligó a apoyarme en Max.

Estás más débil que hace unos instantes. Te sigue sangrando la herida, listilla. – susurró Alex, para evitar que sintiese un dolor de cabeza.

– ¿Juliet? ¿Estás bien? – preguntó Scott y se acercó a mi. Con gesto le indicó a Max que me dejase en la hierba. Se arodillo delante de mi y clavó su mirada en mi, como si fuese un robot analizando donde se encuentra el fallo. – ¿Es el corte, verdad? – siguió al ver que era incapaz de responder a las anteriores por falta de aire. Asentí y le miré con dolor a los ojos. – Eso te pasa por no beber sangre, cuando sacrificas una parte de ella, no tienes fuerzas para que tu organismo sustituya esa sangre por una nueva. – explicó, mientras empezó a tratarme la herida con un desinfectante y una venda.

¿Sigues sin beber sangre? – oí como Alex también me empezó a preguntar cosas. – Con que asientas, me basta. – Añadió después de unos segundos de silencio.

Asentí y me apoyé sobre el hombro de Scott, para ver si se me pasaba el mareo.

Desastre. – comentó Alex. – ¿No tienes alguna botellita tuya que se lo cure en seguida? – preguntó Alex, en voz alta... Estaba hablando él, en vez de hacerlo yo... Creo que empezó a tomar el control sobre mi cuerpo al estar yo débil... En parte solo.

¿Alex? Supongo que eres tu. – preguntó Max al salir del shock. Ninguno de los presentes nos esperabamos oir la voz de Alex. 

– Alex, que sorpresa. No cogí muchas cosas, como viste, Juliet no me dio el tiempo suficiente para coger las cosas necesarias. – explicó Scott. 

 Y le haceis caso? – preguntó Alex dando un suspiro. 

– Sigo delante... – gruňí debilmente, forzandome a usar fuerzas para callar la voz de Alex. 

– No malgaste fuerzas pequeňa, siento como te estas volviendo cada vez más débil. – me regaňó Max mientras bajó la mirada, clavándola en la hierba. 

– Alguien se acerca...  advirtió Alex. 

Levanté la cabeza hacia la dirección desde la que venían los pasos, pero antes de poder ver a quien pertenecian perdí el conocimiento. 

Just My Destiny (Libro 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora