Cada Día Parece Una Guerra

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Seguíamos adentrándonos en el castillo, tomando algo que parecía ser el corredor principal de este. Me sentía un poco avergonzada, ya que no había logrado ver el castillo entero. No sabía que otras habitaciones estaban escondidas entre estas paredes.

Todos permanecíamos en un completo silencio, para no llamar la atención de los posibles enemigos que podían estar cerca. Me quedé pensando en que posibilidades teníamos nosotros de ganarles... Me asustaba un poco tener que ver nuevamente morir a alguien cercano a mi.

¿Y si solo yo sobrevivía?

Nunca descubriría cómo sacar a Alex de mi cuerpo. Tampoco tendría los deseos suficientes como para revivir a todos. Ni lograría encontrar por mi misma otra manera de hacerlo. Y de lo que más estaba segura, era de que me obligarían a hacer las pruebas Vampiricas.

Me caí tanto en mis pensamientos, que no me di cuenta de que los demás se habían parado, lo cual provocó que me chocase con Tristan. De manera inmediata se dió la vuelta, esperando encontrar a un enemigo que le atacaba por detrás. Ya que sacó de su cinturón una daga y me la acercó al cuello. Mis ojos se abrieron de par en par y mi respiración se quedó parada durante unos segundos, observando con atención sus siguientes movimientos. No me esperaba que tuviese unos reflejos tan rápidos.

Dejó escapar un suspiro, al darse cuenta de que era yo la que se había chocado con él. Con mi vista pasé por cómo se habían quedado los demás, encontrándome con expresiones cansadas y algo enfadadas. La mujer, Grace, negó con la cabeza y dejó que su mirada expresase algo como: " Torpe, menuda perdida de tiempo. "

-Sal de ahí.- gruñó Tristan, pero no con un tono enfadado, sino con uno divertido. Apartó la daga de mi y se la volvió a guardar en la parte de cinturón. Intenté apartarme de él, pero sólo logré hacer que me apretase más a su cuerpo, sintiendo como su pecho subía y bajaba al respirar.

-¿Salir de dónde?- levanté una de mis cejas y me quedé observándole con curiosidad. Estaba más despistada que de costumbre, no lograban centrarme en lo que estaba pasando.

-De tus pensamientos. Cuando te maten, d enana te servirá estar pensando en tonterías. La acción está aquí, entre los muros de este castillo, no aquí.- explicó y con el dedo índice de su mano derecha me hizo unos toques en la frente.

-Lo siento.- me disculpe y bajé la mirada, clavandola en el suelo, quedándome viendo las botas negras que tenía puestas.

-No pasa nada, a cambio de un beso te perdono.- me cogió del montón, obligándome a mirarle nuevamente a los ojos. Logré ver como Scott y Max, estaban calmando a Dante, quien parecía estar aguantando la rabia que le hacía sentir Tristan con su manera de hablar.

-¡Idiota!- levanté la voz y en seguida me encontré con la mano de Tristan, quien me cubrió la boca con ella.

Todos comenzaron a observar nuestro alrededor, ya que los enemigos podrían haber oído lo que dije y podrían aparecer de la nada. Me regañe a mi misma en silencio y esperé a que Tristan me quitase la mano de la boca.

-Contigo no se puede, no llamar la atención.- comentó y se dió lentamente la vuelta hacia el grupo de soldados que habían venido con nosotros.

-Baja de las nubes.- me regañó Alex en mi mente quien estaba observando toda las situación desde dentro de mi.

-Es culpa tuya. Si dejases de provocarla, estaría tranquila.- me defendió Dante, dando unos pasos violentos hacia nosotros... Más bien hacia Tristan.

-¿Mía? Hasta un sordo sabría que no voy en serio, aunque si lo aceptase, no me importaría.- no se molestó ni en mirarle y se pasó la mano por el pelo, para apartarse uno de sus mechones anaranjados.

Just My Destiny (Libro 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora