Sara es una joven reservada que realiza sus prácticas universitarias en una revista a pesar de que no conoce nada del mundo de la farándula. Un día cualquiera conoce a Michael, la atracción de ambos es palpable sin embargo una de las cosas más impor...
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Quise preguntarle a Alex que ocurría pero no tuve el valor, estaba en shock y tenía miedo de la respuesta. Me gustaría decir que sospechaba algo, que tenía alguna idea de que podía ser, pero la verdad es que estaba perdida, no tenía idea de nada, no vi venir nada y por eso me daba más miedo preguntar, porque no sabía que esperar.
El chófer conducía rápido pero manteniendo la prudencia. Cuando llegamos al aeropuerto no fuimos hasta la taquilla de ninguna aerolínea, frunci el ceño cuando salimos directamente a la pista y un avión estaba esperando. Era un avión privado, lo sabía bien, había tenido la oportunidad de viajar unas pocas veces en el avión de la familia de Harry.
Alex subió las escaleras para entrar al avión y yo me detuve antes de subir el primer escalón, el moreno se dio la vuelta y suspiro, su rostro denotaba compresión, bajo los escalones despacio y me tendió la mano. Su mirada me tranquilizó un poco, no hacía falta que dijera mucho, pero hablo de igual manera.
— Sé que tienes miedo... y que estas muy confundida. Pero no soy quien debe contarte — asentí despacio, analizando cada una de sus palabras — Tenemos que subir al avión, pronto todo tendrá sentido — prometió
Una vez más me deje llevar por Alex. Subimos al avión y este despegó en pocos minutos. Tardamos aproximadamente dos horas en llegar a Madrid, dos horas de tortura, de inquietud, de pánico. Alex trató de sacarme conversación un par de veces pero yo estaba muy inquieta y mis habilidades sociales no eran las más óptimas justo en ese momento. Me dediqué todo el vuelo a beber vino y responder con monosílabos a las preguntas que me hacía el mejor amigo del australiano.
Habia asumido que después de estar dos horas bebiendo vino estaría más calmada pero no. Parecía más bien que había estados dos horas tomando café, mi corazón latía rápido, estaba muy despierta e hiperactiva. Lo único que quería era llegar a casa a esperar que llegara Michael, necesitaba que me explicara todo. Sentia que me ahogaba. Esta incertidumbre me ahogaba.
El camino a casa fueron unos interminables 20 minutos. Alex dijo que me acompañaría hasta que llegara Michael, que no tardaría mucho en llegar. Quise preguntarle cómo lo sabía, pero estaba claro, él si tenía su número de teléfono. Entramos al apartamento y nos sentamos en el salón, sin decir ni una palabra, mi teléfono no tardó en sonar, me incline hacia la mesa donde lo había dejado para ver quién llamaba. Era Katie, me había dejado un mensaje hace un par de horas donde me pedía que la llamara, que tenía que hablar conmigo. No le di mucha importancia en ese momento, asumí que sería cualquier cosa y lo seguía pensando, no estaba de humor para atender a nadie. Me recosté de nuevo en el sofá pero Katie volvió a llamar. Resople con fastidio y le atendí
— Enciende el Televisor — dijo apenas conteste, sin darme tiempo de saludarla siquiera
—¿Qué? — pregunte confusa
— Enciende el televisor y pon el canal 112 — demando — y siéntate, estoy segura de que no lo sabes.
Tome el control del televisor y lo encendí, Alex me vio con curiosidad. Puse el canal que Katie mencionó, nunca lo veia, era un canal dedicado a la farándula. No solía ver mucha televisión en general. A penas lo cambie vi en la pantalla a Michael, saliendo del hotel donde había estado hace unas pocas horas, pasando entre los fotógrafos y fue como si toda la fuerza se fuera de mi cuerpo, el teléfono y el control remoto se deslizaron entre mis dedos y cayeron al suelo.