Sara es una joven reservada que realiza sus prácticas universitarias en una revista a pesar de que no conoce nada del mundo de la farándula. Un día cualquiera conoce a Michael, la atracción de ambos es palpable sin embargo una de las cosas más impor...
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Observe la tarjeta entre mis manos, era simple y elegante, como él. Blanca con letras negras, ponía su nombre, número de contacto y correo electrónico. Durante los próximos días la lleve conmigo a todos lados y cuando digo que la lleve conmigo a todos lados es que la lleve conmigo a todos lados. No fue como si hubiese salido de casa a comer con Mónica o ido al cine y la hubiese llevado conmigo, no. Porque me había negado a salir de casa, estaba confundida y no sabía que hacer. Cuando digo que la llevaba conmigo a todos lados es que si iba a la cocina la llevaba, si estaba en el salón deprimiendome comiendo helado la llevaba, cuando iba a dormir, si es que lograba dormir la ponía a mi lado en la mesita de noche. Incluso pasé horas solo observando aquella tarjeta, debatiendo una y otra vez que debería hacer.
Realmente me quería lanzar, llamarlo y que me explicara todo, pero tenía miedo, tenía miedo de lo que no sabía. Me negué a ver cualquier cosa sobre él, a buscar su nombre en google, incluso le prohibí a Mónica que me contará el resto, pues ella lo sabía.
Harry no se enteró del problema hasta unos días después, estaba de viaje con Maya. Me llamo un par de veces y al principio no quise contestarle pero lo terminé haciendo, porque era mi mejor amigo y él y yo teníamos una conexión muy fuerte. Le pedí que no buscara a Michael en google, no quería que lo que encontrase lo condicionará o influenciara, porque necesitaba el consejo de mi mejor amigo y necesitaba que fuera objetivo. Harry siempre ha respetado mis decisiones y esta oportunidad no fue la excepción, hizo lo que le pedí.
—¿A que le temes? — pregunto Harry
Llevábamos toda la mañana juntos, hablando del calor del verano, de unas galletas que nos encantaba comer, de lo mucho que el prefería el té, puras trivialidades, hasta que por fin sacó el tema, sabía que lo haría cuando considerara que era el momento oportuno, justo cuando yo bajara la guardia. Lo agradecí, para eso le había pedido que viniera y yo no me atrevía a iniciar esa conversación.
— No estoy segura... — respondí — yo... no se que esperar
— Hablame de él
— ¿De Michael? — pregunte confusa
— Sí, yo no tuve la oportunidad de conocerlo. No todavía, por lo menos — le dio un trago a su té — háblame de él
— Él... — suspire, recordando — es maravilloso. Es increíblemente apuesto y es tan dulce y tan considerado, tan correcto... tan noble.
— Si él es la mitad de maravilloso que Maya, yo no lo dejaría escapar tan fácil — puso su taza sobre la mesa y me tomo de las manos — no sin saber el resto. Y no podrás tomar nunca una decisión si no tienes toda la información. Sara... — mi nombre sonó tierno — ¿cómo vas a decidir estar con él o no si no sabes a lo que te enfrentas?
Mi mejor amigo como siempre había llegado para salvarme, él me hacía abrir los ojos como nadie. Mónica también era mi mejor amiga pero no tenía esa capacidad para hacerme ver las cosas que yo no lograba percibir. Sabía que él tenía razón, nunca podría terminar de lanzarme si yo no sabía que tan profundo estaba.