Sara es una joven reservada que realiza sus prácticas universitarias en una revista a pesar de que no conoce nada del mundo de la farándula. Un día cualquiera conoce a Michael, la atracción de ambos es palpable sin embargo una de las cosas más impor...
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Su manera de mirarme y de cantarme en plena calle me decía que estaba tan loco por mi como estaba yo de loca por él. Las personas no tardaron en darse cuenta que estaba dedicado a mi así que estaban atentos a lo que él hacía y a como yo reaccionaba ante ello. Hasta grababan y hacían fotos con sus móviles pero aquello no me agobiaba, no en ese momento, pues yo estaba totalmente sumergida en Michael, en todos sus movimientos, en su voz gruesa y grave cantando para mi.
Nunca antes lo había oído cantar, no sabía que tenía esa habilidad. Lo que cantaba me recordó mucho a aquella pieza de Frank Sinatra que bailamos en casa de mis padres. Aquello me hizo entender que no solo él era mayor que yo por unos cuantos años, también le gustaban las cosas más viejas que él, de generaciones pasadas a la suya, le encantaba la vieja escuela, las cosas a la vieja usanza, y eso incluía todo, hasta la música y su gusto por las películas.
El espectáculo no tardo demasiado pues una chica como de mi edad se volvió loca y empezó a gritar, crei realmente que se desmayaria en cualquier momento.
— ¡Es Michael James! — todos voltearon a verla, incluida yo — ¡Es Michael James Hartmann! ¡De Insaciables! — algunas personas comenzaron a detallar al australiano y comenzaron a murmurar
Otras personas que solo pasaban se detuvieron al darse cuenta que lo que decía la chica era verdad. Michael dejó de cantar y corrió riendo hacia mi, me tomo de la mano y salimos corriendo juntos, algunas personas en su mayoría chicas trataron de seguirnos pero logramos refugiarnos en la limosina. Reímos cuando estuvimos a salvo, su forma de verme me paralizo, incluso creo que olvide respirar por unos segundos. Me miraba con fascinación, con deseo, con amor. Mi mente me decía que fuera con cuidado pero lo ignoré porque hoy solo había espacio para el corazón, mañana sería el turno de la razón.
—¿Que ha sido eso? — pregunte
— La fanaticada — expuso aún con la respiración agitada
—¿Pasa seguido? — pregunte preocupada
— A veces — reconoció temeroso — hoy no nos preocuparemos por eso — su tono de voz fue tranquilizador y yo asentí — ¿Te gustó el espectáculo?
— No sabía que cantabas — asentí de nuevo sonriendo
— Aún hay cosas que no sabes de mi, pero tengo el deseo y la necesidad de que las conozcas todas
Quise con todas mis fuerzas besarlo en aquel momento pero me contuve porque comenzó a hablarme de la canción, diciéndome que era parte de una película vieja que le gustaba mucho. Habia un brillo en sus ojos cuando hablaba de esas cosas, realmente era algo que amaba, que le apasionaba. Incluso hicimos planes sin fecha ni hora de que veríamos aquella película juntos en alguna oportunidad, a pesar de no saber que pasaría después de este día hablamos del futuro como si siempre fuéramos a estar juntos.
Michael me llevó a otros sitios. Subimos el Empire State Building, fue una preciosidad de vista de Nueva York la que teníamos desde allí. Estuvimos riendo y bromeando entre nosotros todo el rato, había algunas veces en la que lo pillaba viéndome como un tonto y mi corazón simplemente se derretía. Paramos en un puesto de comida que estaba en plena calle y comimos algo antes de continuar con nuestro recorrido.
