Capítulo 28 - Glorioso

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A eso sabían, a gloria

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A eso sabían, a gloria. Cada beso, cada caricia, cada centímetro del cuerpo de Michael sabia a gloria. Y aún no había probado ni la mitad.

Nuestro beso había iniciado incluso un poco tierno, dulce, pero ahora era desesperado, fuerte, salvaje. Un jadeo salió de mis labios cuando me separé un poco para tomar aire pero volví al ataque. Nuestro labios iniciaron otra batalla en donde luchaban por quien tenía más hambre del otro. El australiano camino conmigo en brazos hasta pegarme a una pared que estaba un poco helada por la brisa fría del otoño pero aquello no me importó, mi cuerpo cada segundo se calentaba más y el cuerpo de Michael también me daba calor, demasiado calor.

Gemi cuando Michael se pego más a mi cuerpo y pude sentir un poco de la excitación que comenzaba a crecer en sus pantalones. Apreté el agarre de mis piernas y busque desesperada los botones de su camisa. Comencé a desabotonarlos y cuando algo de piel se expuso para mi comencé a besarle el cuello y lo que iba dejando al descubierto de su pecho. El australiano gruño un poco cuando mordí su cuello pero aquello solo intensificó su deseo.

— Love... — gimió bajito pegándome más a la pared

— Ni se te ocurra detenerme — dije sin aliento. Michael río bajito por mi comentario

— No pensaba hacerlo — busco mi boca y me beso con ferocidad

Eran tantas las sensaciones placenteras que recorrían mi cuerpo que agradecí que Michael estuviera sosteniendome porque de no ser así creo que no podría valerme por mi misma. Separo sus labios de los míos con brusquedad y comenzó a besar y a morder sutilmente mi cuello. Mi manos se aferraron a su cuello y se deslizaron hasta sus hombros en donde no pude evitar hacer un poco de presión con mis uñas cuando una oleada de placer me recorrió el cuerpo.

Temble cuando sentí el ligero fresco viento en mis muslos, dada la posición en la que estábamos mi vestido se había subido hasta las caderas, pero me tenía sin cuidado, todo me tenía sin cuidado, estaba justo donde quería estar.

— No quiero que te enfermes — hablo bajito mientras iba dejando besos por mi cuello hasta llegar a mis pechos

— No me importa

— A mi si — subió hasta mi boca y dejo un corto beso — siempre voy a buscar protegerte, Sara — susurro sobre mis labios

Alejo un poco su rostro para mirarme a los ojos, estaban llenos de deseo y su rostro mostraba una felicidad infinita igual que la mía.

— Protegeme menos — dije divertida y coqueta mientras apretaba mis piernas a su alrededor

— Vas a volverme loco... — dijo casi sin aliento, rozando su nariz con la mía en una dulce caricia —¿Que voy a hacer contigo, love?

— Se me ocurren varias cosas... —acaricie su cabello y sus ojos brillaron deseosos imaginando las misma cosas que yo— ya casi parece una costumbre pero... sacame de aquí — sonreí grande y él también

Estrellada (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora