🌸•Capítulo 8•🌸

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Colocando sus manos en su cadera, Jimin se tomó unos segundos para respirar profundamente antes de ir al otro extremo de la sala de ensayos, donde estaban sus pertenencias.

Recogiendo su toalla pequeña, se la paso por su frente y luego por su cuello, quitándose el sudor de su piel.

—Oppa, ¿ya terminaste? —preguntó Sana apareciendo a su lado.

—Sí, ¿necesitas ayuda con algo? —preguntó dejando la toalla para tomar su botella de agua a cambio.

—Hay una parte que no puedo hacer, es un salto —explicó—. Siempre los aprendo más rápido contigo que con la profesora Park, y ella se ve ocupada —indicó y ambos contemplaron a la pequeña mujer intentando coordinar a los pequeños que tenían el papel de niños perdidos.

Tomando la liga elástica de su muñeca, Jimin se hizo una pequeña coleta que impedía que su cabello estorbara su visión.

Aunque su rojizo cabello estaba lo suficientemente largo para tapar completamente sus ojos y un poco más allá hasta llegar a sus labios, el omega todavía no tenía intenciones de cortárselo, le gustaba tenerlo así y a su alfa tampoco parecía importarle.

Bueno, a su Yoonie no parecía importarle mientras él fuera feliz, por algo no le había dicho nada más que halagos cariñosos aquella vez que decidió teñirse su cabello de color rubio, pero ese estilo no duro mucho tiempo.

Se sintió raro y extrañó su rojizo cabello que había heredado de su verdadera madre. No volvió a hacerlo desde entonces.

—Bien, entonces muéstrame cómo lo haces —pidió observando a la menor.

Asintiendo, Sana retrocedió y se colocó en posición común. Con una profunda respiración y su espalda recta, comenzó con unos saltos de lado, pero apenas hizo el segundo sus pies se enredaron y sus piernas cedieron, cayendo al piso.

—No puedo ir más allá —se quejó levantándose, frustrada.

—Es un paso que recién estás aprendiendo princesa, no intentes ir más rápido de tu capacidad para seguir el ritmo de la profesora —explicó el pelirrojo.

—Pero ella lo hizo así, tío Minnie.

—Porque ella ya se lo sabe, tú lo estás aprendiendo —indicó—. Vamos, de nuevo los dos juntos y sígueme a mí —ordenó.

Observando al pelirrojo omega, Sana imitó a su tío y siguió exactamente los mismos pasos de Jimin, quien llevaba un ritmo lento. Ambos lo hicieron juntos tres veces antes de que a Sana le saliera bien.

—Una vez que lo practiques suficiente y tus piernas tomen un poco más de fuerza, podrás hacerlo con rapidez y fluidez —indicó.

—Gracias —sonrió la pequeña pelinegra, abrazando cortamente al omega.

—Bien chicos, las clases han terminado para hoy —informó Momo—. Por favor, recuerden estirar sus cuerpos.

—Oppa, ¿sabes a qué hora llegarán mis papás? —preguntó Sana comenzando a estirar su cuerpo al igual que Jimin.

—Tengo entendido que llegaran hoy en la tarde, pero no a qué hora, princesa —respondió—. ¿Por qué?

—Quería ayudar a la abuela a preparar la pequeña fiesta sorpresa —explicó.

—Bueno, estoy seguro de que habrá algo en lo que le puedas ayudar —pronunció levantándose del suelo—. Vamos a cambiarnos de ropa.

Asintiendo, la menor tomó sus propias cosas y siguió a Jimin, despidiéndose de otros compañeros en el proceso y las dos profesoras.

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