Narrador omnisciente.
La respiración agitada, las ramas del bosque que golpeaban sus brazos y rostro, sus piernas doliendo, el sudor caí por su frente, cada segundo mirando hacia atrás para ver si aún venían tras ella. Su respiración agitada y el palpitar de su corazón eran demasiados, miró una vez más hacia atrás encontrándose con esa persona encapuchada que tenía un arma blanca en su mano y la perseguía, no tuvo el tiempo suficiente para ver hacía adelante cuando tropezó y cayó gritando, se había dado un buen golpe contra una raíz de un árbol al caer, intentó levantarse pero no podía porque no tenía fuerza y sintió la mano de esa persona quien le dio vuelta.
— No, no, no, por favor— ella suplicaba llorando intentando hacer un escudo con sus brazos— no me hagas daño, mis madres pueden darte todo el dinero que quieras— sollozó mientras hablaba.
— No necesito dinero— la voz distorsionada llegó a sus oídos y la chica miró a la persona que no se le veía el rostro, fue lo último que vio, la capucha negra y el arma blanca traspasando su abdomen incontables veces.
— ¡No!— se sentó rápidamente en la cama respirando agitada mirando a todos lados tocando su abdomen— mierda— susurró pasando sus manos por su rostro quitando el cabello que se había pegado por el sudor.
— ¿Lara?— la puerta se abrió revelando a la otra pelinegra— ¿Estás bien?— la chica abrió la puerta mucho más dejando que la luz de filtrara.
— Si, Lori— quitó la mano de su abdomen mirándola después— solo fue una pesadilla— reguló su respiración mirando a su hermana gemela.
— ¿Dormimos esta noche con mamá y mami?— Lori se acercó a la cama— honestamente tampoco he podido dormir— Lara la miró fijamente por unos momentos.
— Nuestras madres deben de estar muy cansadas como para meternos en su cama— Lori chasqueó su lengua.
— Bien, voy yo sola entonces— la chica de quince años se dio vuelta abrazando más su peluche de pingüino que su madre Kara le había regalado al nacer.
— Hija de... Lena— Lori rió un poco al sentir como Lara se ponía de pie tomando su peluche de un leopardo.
— También eres hija de Lena— rió un poco más caminando fuera de la habitación de Lara hacía la de sus madres.
— Touche— susurró Lara abriendo la puerta de la habitación de sus madres una vez que estaban allí.
Ambas miraron hacia adentro como sus madres estaban dormidas y abrazadas, Lara y Lori sonrieron al ver que sus madres se daban mimos hasta dormidas y que no podían vivir sin la otra, Lori abrió más la puerta haciendo que la luz del pasillo se filtrara a la habitación de sus madres y la primera que sintió la luz en sus ojos fue Kara, la rubia talló sus ojos y fijó su vista en la puerta de la habitación.
— ¿Chicas?— miró el reloj de la mesita— son las dos de la mañana— se sentó en la cama tallando sus ojos después de que acomodó a Lena con cuidado— ¿Todo bien?— bostezó viendo a sus dos hijas.
— ¿Podemos dormir con ustedes?— Lori fue quien preguntó mientras que Lara solo miraba sus pies avergonzada.
— Bueno...— miró a Lena quien ya se estaba tallando los ojos.
— Venga aquí— susurró Lena con voz ronca mirando a sus dos hijas después de tallar sus ojos.
— Gracias— fue lo que dijo Lori antes de entrar en la cama en medio de sus dos madres y enroscarse en el torso de Lena suavemente, la ojiverde sonriendo acarició el cabello de la chica besando su frente.