Narrador omnisciente.
Kara estaba en su cama enterrada bajo su fortaleza de almohadas y sábanas con sus ojos cerrados pensando... Si Clark tenía su fortaleza de la soledad, ¿Por qué ella no podía tener una de almohadas y sábanas?.
Suspiró por quinta vez en la media hora que llevaba de haber despertado de su sueño, aún estaba en su fase de depresión después de haberle confesado a Lena su identidad, Lena no se lo había tomado de la mejor manera que había, dijo que no confiaba en ella pero eso era completamente falso porque Kara había demostrado más de una vez que dejaría su vida en manos de Lena sin temor alguno.
La ojiverde no le dio una segunda oportunidad y sin más la sacó de su vida de un tirón doloroso para ella, aquí estaba después de que Lena la alejó y un mes después en depresión, aislada del mundo, del sol, de todos sus amigos, de Alex, de Catco, del heroísmos porque no estaba de humor.
Kara tenía una amistad con Lena desde hace más de diez años porque se habían conocido en la universidad, la rubia no le había contado de la identidad que tenía por protección debido a que estaba siempre con Lena cuando tenía ataques de todo tipo, Kara sabía que si le revelaba a Lena su identidad ella iba a correr mucho más peligro que el que debería y eso se lo había explicado a la ojiverde, pero Lena no entendía de razones cuando estaba tan enojada.
Diez años y apenas es que le decía sobre su identidad, eso era muy grave e inconsciente de parte de Kara pero ella tenía las mejores intenciones del mundo con Lena, se sentía culpable porque no había dicho nada, pero ella no quería arriesgar la seguridad y salud de Lena en ningún momento.
Suspiró una vez más sintiendo las lágrimas en sus ojos mientras hacía un puchero intentando no llorar pero no funcionó, una vez más estaba llorando por Lena, la extrañaba con todas sus fuerzas y alma que no sabía cómo acercarse, se abrazó a una almohada que la ojiverde utilizaba cuando dormía con ella y lloró en silencio sintiendo el vacío en su pecho una vez más.
Una hora llorando por todo lo que había pasado hasta que sintió como algo se subía a su cama, miró a sus pies viendo como una cabeza pequeña y peluda se escabullía bajo sus sábanas, Kara se sentó mirándolo rápidamente y era un hermoso gatito de color negro y ojos verdes que era pequeño, Kara limpió sus lágrimas tomando al pequeño gato en sus manos mirándolo fijamente hasta que lo dejó en sus piernas.
— Hola, hermosura— susurró con voz quebrada bajo la atenta mirada del gato quien al escucharla cerró sus ojos bajando su cabeza— si, sé que sueno mal— susurró tratando de contener el llanto acariciando las orejas del gatito— ¿Cómo llegaste aquí?— el gatito la miró fijamente moviendo su cola y maulló suavemente— por la escalera de incendios, entiendo— Kara se volvió a acostar y el gato se echó a su lado haciendo que Kara lo acariciara— no tienes nombre, ni identificaciones— miró el cuello del gatito buscando una placa— tal vez puedas quedarte a acompañarme y ser mi nuevo mejor amigo o amiga— susurró sintiendo el nudo de su garganta dónde no pudo contener de nuevo las lágrimas, el gatito la miró curiosa moviendo su cola de una lado a otro viendo cómo Kara lloraba abrazanda de nuevo a la almohada, el gatito se acercó a ella de nuevo y comenzó a lamer la mejilla de Kara dónde caían las lágrimas.
Dos horas antes.
Eran las 7:00am de un lunes por lo que Lena estaba llegando a su oficina como siempre puntual, pulcra, calculadora, perfectamente bien con su café en su mano y bolso en el otro, todo bajo control menos su humor que había estado horrible desde hace un mes de la pelea con Kara.
Suspiró sentándose en su asiento comenzando a ver los distintos papeles que Jess le había proporcionado antes de llegar que eran de suma importancia, tomó de su café de nuevo mientras revisaba los presupuestos en los papeles y otras cosas más en el proceso para después encender su computadora, últimamente había pasado mucho tiempo en la oficina sumergiéndose en el trabajo por el simple hecho de la pelea con Kara.
