Pecado.

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"Mirarla, sentirla, besarla, acariciarla, tomarla de la mano, mirar fijamente sus hermosos ojos y sentirme atraída, acariciar su cabello mientras estamos viendo televisión, vernos a escondidas.

Todo esto era un pecado.

Sus labios rojos sangre sobre los míos rosas pálidos, sus manos acariciando cada parte de mi cuerpo, mis manos en su espalda tratando de aferrarme a ella, su sonrisa ardiente cuando lograba sucumbir su deseo, nuestras respiraciones agitadas.

Pecado total.

Reírnos un poco mientras nos escondíamos de los demás en una habitación,besarnos con pasión, las miradas en las reuniones familiares, su mano en mi pierna bajo la mesa o mi mano entrelazada con la de ella.

Estaba mal, era un pecado por el que quería pagar.

Mis labios en su cuello, sus manos en mi cabello, poco a poco exploré su cuerpo descubriendo que era una diosa muy hermosa, mi nombre salir de sus labios, sus ojos cerrados, su espalda arqueada y mi vista fija en el arte que me regalaba su cuerpo.

Pecado, ella era un pecado por el yo siempre quiero pagar o ir al infierno.

Mirarla a los ojos fijamente en una cena en un lugar escondido, tomar su mano mientras sonreímos, decirle te amo, fue un error muy grande. Desde ese momento mi pecado había dejado de existir porque ella se alejó de mí, solo era diversión y yo lo convertí en algo con sentimientos que no debió pasar, era mi cuñada, ella era la esposa de mi hermana y yo solo estaba enamorada de ella después de todos nuestros encuentros, no podían culparme porque Lena Luthor era una mujer extremadamente hermosa con la que cualquier persona quisiera pecar todos los días de su vida sin importar arder en el infierno, eso era lo que yo sentía con ella cada vez que la veía desde lo ocurrido.

Un día solo la conocí, la conocí en una cena familiar en la casa de mi madre. Ella llegó de la mano de Alex con un traje que la hacía ver imponente, sus labios pintados de rojo, sus cejas haciéndola ver increíble y su cabello estaba amarrado, pero ella no perdía la esencia de ser la jefa.

Ese día Alex la presentó como su esposa que había conocido casualmente en un viaje de negocios y tomaron un largo tiempo para llegar a donde estaban, Alex no vivía en nuestra ciudad o país, vivía en Dubái con esa hermosa mujer creada por los Dioses que hacía derretir a cualquiera con su sonrisa o arqueando su ceja.

Esa noche sus ojos no se despegaron de mi y los míos no se despegaron tampoco de los de ella, esa noche me acosté en la cama pensando... ¿Qué me sucedía? ¿Por qué no dejaba de pensar en mi cuñada? ¿Era normal?.

No, definitivamente no era normal despertar mojada al día siguiente por sueños húmedos con tu cuñada, no era normal lo que sentía y me comencé a sentir culpable por lo que sabía que me estaba pasando, cada domingo la veía en las cenas familiares después de que anunciaran que se quedarían en la ciudad, siempre tenía su mirada sobre mi en cada cena incluso si estaba estudiando en la mesa mientras comía o hacía compañía a mi madre, tenía tan solo veintiun años de edad y ya estaba enamorada de una mujer de treinta y cinco años.

Al principio me fue difícil mantenerme alejada de esa hermosa mujer que era una Diosa pero un día cuando iba saliendo del baño ella, ella me empujó de vuelta y me besó cerrando la puerta con seguro detrás de sí. Me paralicé en ese momento con mis ojos abiertos y mi respiración detenida, reaccioné rápidamente colocando mis manos en su cintura acercándola a mi mucho más de lo que estaba y la besé, besé sus hermosos labios hasta que pasaron unos cinco minutos donde solo fueron besos, cuando salí del baño limpié mis labios llenos de labial dirigiéndome a la mesa donde todos estaban, hundiéndome en mi libro solo pensé que fue un error lo que pasó, un desliz ¿Tal vez?...

One Shots (Supercorp).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora