Lunes.
Kara.
Dicen que los ojos son la ventanas al alma y que una mirada puede expresar más de lo que puedes decir, tal vez así fue para mí madre cuando conoció a mi padre, espero que sea igual para mí. Sonreí recordando esa linda historia, iba caminando a la parada del bus mientras en mis audífonos se escuchaba Memories de Yungblud, una canción que me gustaba mucho a decir verdad, el día de hoy desbordaba mucha más felicidad que siempre y es que no tenía motivos para no estar feliz. Llegué a la parada del bus y esperé como los demás que estaban allí, luego de unos minutos sentí que alguien me estaba observando y solo sentí como mi piel se erizó al ver a la chica que estaba cerca de mi, sus hermosos ojos verdes estaban puestos en mi y tenía una pequeña sonrisa, me sonrojé un poco y mi sonrisa se hizo mínima sintiéndome un poco extraña.
Nadie nunca me había visto con tanto brillo en los ojos, sonreí subiendo al bus que había llegado y me senté en el primer asiento, la chica hermosa que me estaba mirando anteriormente se sentó en los últimos asientos, aún seguía sonrojada por su mirada anterior, sus ojos se veían hermosos y ella en realidad era demasiado hermosa. Pasaron minutos en los cuales personas se sentaban a mi lado y se iban cuando llegaba su parada, eso hizo la señora que estaba a mi lado y pronto sentí como se sentaba alguien a mi lado, sentí como tiraban suavemente de mi audífono y giré solo para encontrarme a la chica hermosa a mi lado, ella se colocó el audífono sonriendo.
— Yungblud— susurró con voz rasposa y forzada,pero con una sonrisa— me gusta— susurró de nuevo y sonreí, tenía una lista de canciones de él.
Nos quedamos mirando por un tiempo mientras que sonreímos, sentía mis mejillas sonrojadas pero eso no me importaba porque su mirada era como un imán para la mía,no podía dejar de mirarla y ella al parecer no podía dejar de hacer lo mismo conmigo, mi estómago se sintió cosquilleando y mi corazón latía desenfrenado, miré al frente donde anunciaban una parada y ella se levantó quitándose mi audífono, se despidió con la mano y una sonrisa,solo sonreí de vuelta sintiendo como mi traicionero corazón se aceleraba solo con verla.
Dos semanas después (viernes)
Lena.
Arreglé mi abrigo rápidamente mientras caminaba,era de noche y tenía algo de frío, salir de una cena con mi madre luego de una pelea no era cómodo, el frío de New York cerca de la víspera de Navidad no era muy bueno que digamos, suspiré mirando la calle y seguí caminando con el fin de despejar mi mente porque no tenía ganas de regresar a mi departamento, ese departamento del cual no salía por estar estudiando para exámenes finales en la universidad, sonreí mirando el puesto de chocolate caliente y comencé a caminar hasta el. Metí mis manos en mis bolsillos y cuando estuve lo suficientemente cerca comencé a sacar dinero,pero sentí como alguien chocaba conmigo y por reflejo tomé a esa persona para que no cayera.
Respirando agitada y en mis brazos estaba esa chica rubia sonriendo, creo que nunca se le iba esa sonrisa pero me hizo sonreír de vuelta, la ayudé a estar de pie con cuidado y ella arregló su gorro sonriendo para después tomar la mano de la niña que venía persiguiendo.
— ¿Estás bien, tía?— ella le asintió y solo sonreí un poco.
— Gracias— colocó su mano en mi brazo y ambas nos quedamos mirándonos ciertos minutos, sus ojos eran muy hermosos y llenos de brillo, una mirada hermosa y cautivadora.
— ¡Esme!— ella dejó de mirarme para mirar detrás de mí.
— ¡Ya vamos,mami!— la niña comenzó a tirar de ella quien riendo se despidió de mi agitando su mano, sonreí un poco agitando la mía y solo me acerqué al puesto de chocolate caliente y compré uno, realmente esa mirada transmitía muchas cosas que me gustaría saber, mi corazón estaba acelerado y me hacía sentir algo nuevo por primera vez,eso me estaba gustando.
