Umi, Kato, Tala... no me olviden

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Corría entre el bosque como si un jaguar me estuviera persiguiendo, aunque esa metáfora no estaba tan alejada de la realidad, aquellas personas corrían como si lo fueran.

— ¡Te atrapare! — Gritaba Kato a mi lado, estaba casi por alcanzarme.

— Quiero ver que lo intentes, abuela — Le saque la lengua levemente mientras me escabullía entre la rama de un árbol, Kato no vio aquella rama y se tropezó cayendo al piso inmediatamente.

Yo eche a reír a carcajadas, pero aún así no deje de correr o perdería la carrera.

Me escondí entre unos arbustos notando como un apresurado Kato corría en mi busca en la dirección contraria.

— Bobo — Murmure para mí misma divertida.

Estaba por darme la vuelta cuando me sentí asechada, no había necesidad de tener esa sensación pues estaba sola, entonces ¿Por qué me sentía como una pequeña presa?

— Ya sal de ahí — Dije con una sonrisa.

Mi sensación era genuina y no solo inventos de mí cabeza (últimamente tenía muchos de esos). Tala salía de entre los arbustos con ojos intimidantes sin perderme de vista, como un león a punto de comerse a su presa.

— Bien, me atrapaste — Tala alzó las manos en signo de rendirse y yo sonreí de lado.

— ¿Ah si? ¿Entonces porque Kato me vigila por detrás? — Me hice a un lado rápidamente justo cuando el susodicho se lanzaba para atraparme, lo esquive.

— ¡Caracoles! — Decía Kato molesto al fallar su estrategia.

— Gane — Célebre victoriosa.

— Aún no — Reía Kato aún desde el suelo.

¡Demonios! Gire sobre mis talones buscando a Tala, la chica había desaparecido entre la naturaleza, me habían distraído lo suficiente con Kato como para camuflarse.

Volvía a sentirme asechada, pero ahora no sabía desde que punto me clavaban los ojos.

— Bien dejémoslo en un empate De acuerdo? — Sonreía nerviosa al verme acorralada.

Pronto sentí un peso en mi espalda, caí al suelo con un ruido seco, estando Tala encima mío.

— Yo nunca empató una carrera — Decía la chica victoriosa — Gane.

Bufé moviéndome un poco para que se bajará de mí espalda antes de que me magullara de más.

— ___ ha aprendido mucho, hoy te detectó con facilidad — Alagaba Kato — Eso en la naturaleza es muy importante.

— Odio admitirlo, pero Kato tiene razón — Murmuraba la chica más ruda de su aldea — Puede que me ganes la próxima.

— ¿Otra carrera al río? — Propuse mientras me levantaba del suelo.

Kato y Tala se miraron divertidos y se levantaron al igual que yo.

— A qué no me alcanzan — Grito Kato emprendiendo la bajada hacia el río.

— ¡Tramposo! — Decía Tala siguiéndole seguida de mi.

A veces la vida pone en tu camino personas que están destinadas a acompañarte el resto de tu vida, otras que solo están para darte una lección, vienen y se van sin importarle tus sentimientos, de esas personas debes alejarte. Eso me había dicho mamá cuando tan solo era una niña.

Pero ¿Cómo se puede alejar de tu propia familia?

No...

Esa no es una familia.

Jeggy | Jerry BaynardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora