Feria del condado

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Baje del carruaje mientras miraba todo a mi alrededor. Gertrude había pasado horas arreglándome para estar presentable a esa hora y, si bien me había quejado mucho en el proceso, ahora me sentía muy linda.

— Buscaré a Marilla, deseame suerte para ganarle a sus panecillos — Decía la vieja a mi lado con aires de competencia.

— ¿Desde cuando te volviste competitiva Gertrude? — Pregunté burlonamente.

Mi dama de compañía hizo un gesto con la mano, señal de desinterés, antes de hablar — Es solo que hicimos una apuesta, si yo gano me revelará su deliciosa receta. — Negué lentamente riendo, nunca creí vivir para ver a Gertrude apostar en algo —  Diviértete, hoy haré de la vista gorda con lo que hagas, solo no te metas en problemas.

— Entendido — Asentí despidiéndola, ella se alejo y yo me prepare para buscar a mi prima.

No podía describir lo que sentía ahora mismo, era como si fuera tan poderosa con la libertad que me había dado Gertrude en la feria y no la desaprovecharía.

— ¡___!

Me gire sobre mis talones al mismo tiempo que Diana y Minnie May saltaban sobre mi para abrazarme.

— Compórtense — Regañaba mi tía llegando junto a mi tío — Etiqueta señoritas.

— Lo sentimos — Dijimos las tres al unísono, aunque nos miramos cómplices tratando de ocultar la risa.

— ¿Qué piensas hacer en tu primera feria? — Preguntaba mi prima menor.

— Yo puedo mostrártelo todo — Se ofreció Diana.

Estaba a punto de agradecer cuando una voz a nuestro lado me hizo callar. Hubo reacciones diferentes por parte de mi familia pero sin duda la que más me dolió fue la de Diana, esa sonrisa dirigida a cierto chico francés que se acercaba con sus familiares.

— Que bueno verlos — Decía el padre de Jerry saludándonos a todos.

— ¿Cómo han estado? — Preguntaban mis tíos comenzando un tema ameno del que hablar.

Se que tenía que aceptar que estaban juntos, que eran felices, pero aún no podía evitar sentirme triste, no podía soportar verlos ser... el uno para el otro.

— Recordé que vi unas manzanas con caramelo deliciosas en la entrada — Avise buscando una excusa para librarme de la situación — Los buscaré luego.

— Aquí te esperamos, querida — Me dijo mi tía.

Prácticamente hui como alma que se la lleva al diablo ¿Qué más podía hacer en esa situación?

Cuando estaba en la entrada de la feria pude distinguir el puesto de manzanas acarameladas, tanto correr me había dado hambre, además sería sospechoso no llegar con uno de esos postres cuando mi excusa fue ir por uno.

— ¿Me da una manzana, por favor? — Pedí amablemente, la amable vendedora asintió y comenzó a darme una.

— Que sean dos — Escuche a mi lado, Danilo se acercaba a mi con sonrisa despreocupada y con un billete en mano — Yo invito.

— No tienes que hacerlo, puedo pagar mis propias cosas — Murmuré desviando mi vista y tomando la manzana.

— Déjame hacerlo — Pidió — No podría evitar ser un caballero con una chica tan linda como tu.

Ambos tomamos las manzanas y comenzamos a caminar por la feria.

— Te vez muy linda — Alago.

Le di una gran mordida a mi manzana para evitar contestarle.

— Vamos, prueben su fuerza — Decía un señor en una esquina — ¿Habrá algún hombre entre los niños?

Jeggy | Jerry BaynardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora