Tradición -Rivamika- (Finalizado)

XVIII

*A poco estas actualizaciones diarias? (yo también, pero como me enviaron tareas de la uni y voy a un cambio de cinta, he estado muy full), pero estoy aprovechando este día de descanso para darle un cariñito a la historia, de hecho ya llevo la mitad del siguiente capitulo, depende del recibimiento de este, veré si lo publico mañana cuando lo termine. Otro día más agradeciendo sus comentarios, me encanta cuando entienden mis referencias hahaha y me rió bastante con sus ocurrencias; sin más que agregar...¡Que lo disfruten! * 

     Estaba agotado, su cuerpo es una gran maquina en lo que respecta a rapidez, fuerza y resistencia; podía dormir diariamente entre 3 a 4 horas y sus fuentes de energía estarían rebosante, podía matar titanes sin descanso por un día entero y trotar alrededor de la muralla Sina sin detenerse. Podía hacer eso y mucho más. Lo único que era su debilidad, era obligarse a hacer cosas que sencillamente no le gustaba. Él se caracterizaba por ser un hombre directo, decía lo que pensaba cuando lo pensara; los filtros no existían en su manera de comunicarse. Si algo no le parecía o simplemente le resultaba irritante o estúpido lo hacia saber de manera muy directa y sincera. Más de una vez intento corregir ese rasgo de su persona, más de una vez tuvo problemas por su forma de proceder, más de una había lastimado personas sin intención. Generalmente las personas eran intolerantes a la verdad en su aspecto más puro. Tal cual muchos productos, se tenía la costumbre social de embellecer dicha verdad con sutilezas o rasgos empáticos, para que al final siga siendo la misma información, solo que procesada; Un gasto innecesario de saliva-en su opinión- A pesar de toda su naturaleza, siempre supo limitar su carácter por el bien común, controlaba los impulsos personales que podrían arruinar un arduo trabajo grupal.

     Esa mañana al igual que la tarde anterior, tuvo que invocar toda su inexistente paciencia, para seguirle los pasos como un perro faldero al imbécil Spinster, quien además de caminar todo pomposo, era un insoportable preguntón. "¿Dónde esta la señorita Ackerman? ¿Se sentirá bien? ¿No la vería en el horario de la mañana?"- Tsk, maldito preguntón, como si fuera su problema.- No está demás decir que esas preguntas no obtuvieron la esperada respuesta y en vez de ir a cumplir la rutina diplomática del castaño, anduvieron deambulando por todo el cuartel; era más que obvio que las intenciones del hombre eran encontrar a la pelinegra y Levi a pesar de encontrarlo patético, no le enojaba si el también la veía esa mañana.

     Él mismo había movido las fichas para que la chica descansara un tanto más, sonrió complacido y su humor fue mejorable y llevadero gracias a que sus esfuerzos no fueron desperdiciados. Por ningún lugar hubo rastro de la chica Ackerman, eso solo podía significar que ella se encontraba descansando. Anoche después de la sorpresa inicial, en la cual la pelinegra interrumpía abruptamente en su habitación, el escaneo visual que siempre estaba destinado de su persona a la hermosa Mikasa Ackerman, arrojó un resultado alarmante e impredecible para ser sincero. Después de comprobar que sus largas y hermosas piernas, su femenino y atractivo torso estuvieran en buen estado, procedió a analizar las facciones exóticas de la mujer; Su nariz y ojos hinchados y enrojecidos hicieron obvio el estado de aflicción que portaba la susodicha. Un extraño malestar se instaló en su estomago y sus labios fueron más rápido que su cerebro cuando cuestionó a la muchacha, "¿Llorabas acaso?" Algo tan sencillo de escuchar y decir para cualquier persona, pero para el era un acto avergonzante, Levi no era metiche ni se inmiscuía en asuntos ajenos, y eso obviamente era un asunto fuera de su incumbencia.

     Horas más tardes abogó en favor a la muchacha, con una escueta excusa logró que fuera eximida de sus obligaciones diarias, aunque sea por el día de mañana. No sabía si lo hizo porque sentía aun culpa por la manera en como la había ofendido con anterioridad, porque se sintió inquieto por el estado frágil de la siempre fuerte Mikasa Ackerman o simplemente porque quiso. El motivo era aun una gran interrogante, sin embargo, no era la única interrogante que lo afectaba. Tenía un problema, un serio problema. Una catástrofe había ocurrido, parte de su ser se había ido, desaparecido, muerto, eliminado. Por primera vez sintió miedo, su dignidad y hombría estaba en juego, la calma no era una opción en ese momento. Cansado, dejó caer su cuerpo en el mullido sofá de cuero negro, se dispuso a rememorar los anteriores sucesos.