XIX

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     Todo estaba preparado, en sus manos trasportaba una bandeja de charol plateada, sobre ella una humeante taza del mejor té en los alrededores con algunos redondos panes de mantequilla que servían de acompañante. Ella pensó que entre lo dulce y lo salado el capitán sin duda elegiría lo salado. Después de que la chica aprovechara el resto de la mañana para dormir y descansar; su humor tuvo una gran mejoría, a pesar de que los afilados restos de sus rotas ilusiones aun la estaban desgarrando por dentro, recordar la verde pradera de su antiguo hogar, recordar aquella niña inocente corriendo acompañada por sus mejores amigos la obligó a aceptar la realidad. Eren no se había ido de su vida, lo único que se había escapado era la posibilidad de un futuro romántico con el muchacho. Los recuerdos de su infancia y gratitud aún estaban allí, sus buenas acciones y vivencias aún estaban allí, Eren aún estaba allí.

     Se negaba a ser egoísta, su propósito seguía en pie. Ella aun estaría allí, lo apoyaría y cuidaría, tal como se lo prometió a Carla. La unión que sentía con el castaño iba más allá de aquellos cuentos de amor. Eran un par de personas con historia, una historia de apoyo y gratitud. Su conexión trascendía a la de una chica enamorada de un chico, ella era parte de su vida así como él era parte de la de ella. Eran familia y la familia nunca se abandona. Una vez decidida, debía encontrar la manera de seguir actuando con normalidad alrededor del muchacho, él seguía siendo su principal preocupación e interés, pero se rehusaba a sumergirse en llanto, ese chico no le devolvió la vida para que estuviera sufriendo por él. Estaba muy consciente de su sentimiento de gratitud y sus impulsos naturales por procurar su bienestar, sin embargo, ella también quería vivir.

     - ¿Qué quie...?- El reclamó del hombre se quedó a medias, al ver quien era la que tocaba su puerta.

     - Yo, soló...- El titubeo era habitual cuando se encontraba nerviosa. Con sus ojos señaló lo que traía entre manos, él hombre comprendió y se hizo a un lado.

     - Pasa.- Dándole acceso a su alcoba, cerró la puerta después de que la mujer ingresó.

     Al parecer todas esas habitaciones contaban con ventana propia, se apreciaba la puesta de sol y rayos naranja iluminaban la habitación dándole un aura cálida. El mayor sin mediar palabras buscó su pequeña mesa de té y la acercó al centro de la pulcra alfombra Vinotinto. Ella colocó cuidadosamente la bandeja en la pequeña mesa de cristal.

     - Supe lo que hizo por mí. - Mikasa miraba el suelo, se sentía avergonzada y era incapaz de mirar al hombre. - No sé qué razón o motivos lo llevó a preocuparse por mí, pero solamente quería agradecer. - Ella estaba educada en base a la gratitud, sea quien sea la persona, si hacia una buena acción pensando en el beneficio de ella su deber era agradecerle.

    - Siéntate. – El azabache se sentó en forma de loto en la alfombra, frente a la mesa de té y tomo un pan de mantequilla entre sus manos.- Es mucho para antes de la cena.- Él explicó escuetamente, la joven lo imito y se sentó frente a él, tomando entre sus delicadas manos uno de los panes de la bandejas.- Esta muy bueno, ¿Dónde lo conseguiste?- Después de sorber un poco de té, la mueca de gusto en su rostro era la aprobación completa al sabor

    - Fui a la ciudad. - La explicación fue breve, pero ella no se atrevía a contar la travesía que tuvo que pasar, desde salir escondida del cuartel con un caballo robado, identificarse como una cadete diplomática y amenazar a los mercaderes para que no se excedieran con el precio de las costosas hiervas.

    - Solo hay una taza.- El hombre estudio el contenido de la bandeja y se percató que solo él tenía té entre sus manos.

    - Era excesivamente costoso, con lo que pude comprar alcanzó solo para su té capitán. – Ella hablaba en automático, aun degustando el suave pan de mantequilla. Su rostro estaba fresco, se veía tan ligera y descansada que Levi se sintió complacido.

Tradición -Rivamika- (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora