XXII

2.6K 229 91
                                    


    Su vida de una u otra forma había vuelto a la normalidad, bueno, a lo que ella consideraba normal. Había pasado una semana desde la total recuperación del capitán Spinster, días desde que vio al hombre llorar en silencio. Ella había  decidido que era prudente abandonar la enfermería minutos después de que el castaño se hubiera dormido entre lágrimas, sentía una incomodidad muy grande al imaginarse estar en su lugar, en su situación; con lo que ella no contaba era que sería la última vez que vería al capitán por un largo tiempo. Una vez acabada la misión de cuidar al castaño, ella volvió a sus aposentos, junto a las demás cadetes, no pensaba que diría eso alguna vez, pero había extrañado escuchar los ronquidos de Sasha a su lado.

    La castaña había llorado a moco tendido mientras le abrazaba y le decía lo mucho que la extrañaba, a pesar que se fuera ausentado menos de una semana, toda la resolución del caso del ahora duque Spinster, había marcado un antes y un después muy significativo en la legión de reconocimiento. Todo se estaba moviendo demasiado rápido para su propia comprensión. Ella juraba que una vez se hubiera reincorporado a su rutina, tendría más tiempo para compartir con sus amigos, sin embargo, a Armin lo había visto solo una vez y Eren brillaba por su ausencia. Ambos estaban siendo absorbidos por sus superiores, Hange para recuperar el preciado tiempo perdido con su experimento principal y Erwin extrañamente le gustaba tener a su lado en todo momento al pequeño rubio.

      A ella por otro lado, la incorporaron en un entrenamiento especial, para recuperar los días en los que no había tenido oportunidad de ejercitar su cuerpo. Pensó por un momento que su entrenador y compañero seria el capitán Levi, su desilusión fue grande al notar que no era así, ya llevaba días entrenando con el escuadrón de operaciones especiales, días en los que ni por asomo había visto al pelinegro, ni en los campos de entrenamiento ni mucho menos en los pasillos del cuartel. Se encontraba totalmente confundida, ¿Por qué esa necesidad de ver al enano?, ni siquiera la ausencia de Eren a sus días la había puesto tan ansiosa. Tal vez influía que la ultima vez que había compartido espacio con el hombre, había quedado cierto "asunto" pendiente, "asunto" que aunque quisiera negarlo, estaba ansiosa por finiquitar.

   Suspiré cansada mientras recargaba la espalda en el tronco del árbol que había elegido para descansar; pensar tanto no era bueno cuando le estaba exigiendo tanto a mi cuerpo. Debía admitir que los puestos en el escuadrón de operaciones especiales no eran comprados, cada uno de los integrantes eran soldados muy hábiles, destacaban bastante del soldado común. Tres pequeñas gotas de sudor caían por mis cienes, me era entretenido observar el juego de luces que producían los rayos del sol atravesando las incontables hojas de los frondosos y altos árboles, vista que por supuesto, fue interrumpida por una sombra a mi lado.

     - Se siente bien no ser la única chica acá.- La joven hablaba melódicamente, su aura irradiaba mucha bondad y amistad.- ¿Quieres un poco? – Me preguntó la castaña mientras me ofrecía un poco de agua de su cantimplora. Levanté la vista, sentada desde donde estaba pude observar la dulce sonrisa que me regalaba. Sonriendo con sorna, acepte el preciado líquido.- De verdad eres muy talentosa Mikasa, eres mucho más fuerte que Erd.- Lo último lo dijo en un susurro cómplice.- Aunque no se lo digas, sabes cómo es el orgullo masculino y esas tonterías. – Intenté sonreír y ser amable, pero me era sencillamente imposible. De ser otra ocasión, hubiera creído la falsa bondad de la chica, pero al reconocerla como la joven que estaba en la habitación del capitán Levi aquella noche, le presté especial atención a cada uno de sus movimientos, dándome cuenta de las miradas fulminantes que me había estado ofreciendo los últimos días.

     - Miren este par de bellas y exóticas flores, que reposan sus delicados pétalos bajo la sombra de este gran roble.- Con galantería se acercó a nosotras Auruo. – Que fenómeno tan extraño encontrarte charlando con la belleza asiática, mi querida Petra, por un momento pensé que su hermosa presencia te desagradaba.

Tradición -Rivamika- (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora