XXVI

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Los aplausos, miradas de admiración y gritos de júbilo que los acompañaron a la salida del distrito Karanese contrastaban drásticamente con el sentimiento de reproche, el aplastante fracaso y llanto desgarrador de familiares y dolientes de los fallecidos en el infierno tras esas puertas. Los sobrevivientes caminaban mecánicamente, lo suficientemente traumados para no emitir sonido alguno, muchos con rostros bañados en lágrimas silenciosas. A pesar de mi preocupación, fijarme en el ambiente alrededor me perturbo, era tan tenso y deprimente que formaba un nudo en mi garganta. Yo iba en la carreta cuidando de Eren, él había despertado minutos antes de que ingresáramos nuevamente a los muros, sentir su respiración me brindaba muchísima calma. Presidiendo la marcha estaba el comandante Erwin, quien a pesar de ser el principal foco de atención mantenía su semblante neutro ante los ojos de odio y reproche que le dirigían. Pude observar la espalda de Levi, su camisa blanca estaba completamente templada, él contraía cada musculo de su cuerpo y me preguntaba ¿Qué tanto estará reprimiendo como para llegar a expresarlo físicamente?

-Capitán Levi.- Pude ver como un hombre se acercaba al pelinegro, desde donde me encontraba no podía distinguir más que su espalda pero estaba lo suficientemente cerca para escuchar fragmentos de su conversación. Levi se había bajado de su yegua y caminaba algo extraño con las riendas en la mano. – Soy el padre de Petra.- Alcancé a oír de todo su parloteo; sentí que se me estrujo el corazón, ¿Será Levi capaz de darle la noticia del fallecimiento de su hija?, observaba como el pelinegro no detenía su caminar, sin embargo note como apretaba las riendas de su caballo con fuerza.- ¡Mi niña es muy joven para casarse, aún tiene mucho que vivir...!- fue lo último que escuche, causándome un extraño sentimiento ante esas palabras.

Sentada al lado de la cama de la enfermería en donde descansaba el castaño, sentí los últimos rayos naranja del día colarse por la ventana y calentar mi cuerpo, ¿Acaso quería reconfortarme señor sol?; suspiré con pesar, la experiencia del día de hoy había sido tan horrible que imágenes de mis compañeros masacrados llegaban a mi mente, aun alojado en mi pecho estaba el susto de haber perdido a Eren, aunque por suerte cada uno de mis compañeros de tropa sobrevivieron, todo el temor que sentí estaba aún alojado en mi pecho; después de ver esa masacre, no pude evitar pensar en la suerte que tuvimos. Aunque las dudas me atacaban, ¿La próxima vez seremos así de afortunados?, conozco a alguien que no corrió con mi misma suerte. Es normal estar afectado por la muerte de tus compañeros, pero ¿Era normal entristecerse por el sentir de alguien más?; Ese hombre hoy me demostró la valía de aquel título que portaba, me sentía avergonzada de no haberme comportado a la altura y haberme dejado ganar por mis emociones, sin embargo, me llamaba la atención aquella calma que me demostró en batalla, ahora que las aguas se han calmado un poco ¿Estará igual de indiferente con la muerte de su escuadrón?, era una curiosidad que me estaba carcomiendo lentamente, mis sinceros deseos era que así fuera.

Me levante cuidándome de no hacer ningún ruido que interrumpiera el sueño del muchacho, aun recordaba el como el resultado de la expedición lo había afectado al borde del llanto, tomar su mano en un intento de consolarlo me hizo sentir un tanto inútil, sin embargo, no debía mostrarle aquella preocupación y tristeza que me inundaba, puesto que Eren junto al comandante Erwin fueron llamados a tribunales. Antes de dirigirme al lugar que tenía en mente, pasé por la cocina robándome todo lo necesario para prepararle un pequeño aperitivo. Una vez frente a esa puerta cada vez más familiar para mí, toqué con mis nudillos tímidamente su madera, pasaron largos segundos antes de que escuchara actividad humana dentro de esa habitación.

-¿Puedo pasar?- Le pregunte al hombre quien me miraba fijamente, aun vestía su uniforme exceptuando la capa. Sus ojos azules me detallaban de pies a cabezas y la manera tan gélida de observarme causo escalofríos en mí. Después de un suspiro de resignación se hizo a un lado cediéndome el paso.

Tradición -Rivamika- (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora