Justo a tiempo pude borrar la sonrisa que se formaba en mi rostro después de un largo suspiro, ¿Acaso soy un quinceañero?; sin embargo, no aborrezco totalmente mi comportamiento involuntario, al fin y al cabo ¿Quién no es feliz después de viajar al cielo?; Sonaba hasta cursi la cuestión, me quise recriminar mentalmente, pero me sentía sin energías, sencillamente me sentía como una pluma que vaga libre y perezosa con el viento. Toda adrenalina y tensión me había abandonado y en cambio mi cuerpo se sentía inundado en paz y tranquilidad, no fui consciente –o no quise serlo- cuando mi cuerpo actuó desvergonzado y volteé a abrazar a la mujer a mi lado.
Sentí el respingo de sorpresa más nunca vino el rechazo que muy en el fondo me esperaba, animado por su comportamiento permisivo me atreví y recosté mi rostro en su pecho, mi mejilla era acunada con la suave masa de sus senos y el palpitar acelerado de su corazón. Las manos frías de Mikasa comenzaron a trazar patrones incomprensibles en mi piel, acariciando mi espalda; casi era gracioso el cómo me tocaba con tanto cuidado cuando minutos atrás había rasgado la fina piel con sus largas uñas. El sonido del canto de un grillo se filtraba por mi ventana, esparciendo el eco de su canto junto a la helada brisa nocturna; pero no nos afectaba, el contacto corporal que compartíamos nos brindaba una temperatura agradable, ella tímidamente me abrazo con sus piernas y yo respiré profundo, completamente agradecido de sentir sus carnosos muslos calentándome.
Después de unos minutos en los cuales nos quedamos inmóviles y en silencio, logre escuchar como su respiración se relajaba totalmente acompasando su ritmo con la mía, al igual que nuestros corazones quienes palpitaban en sincronía; Me sentía a gusto escuchándolos. El silencio reinaba en la habitación, ninguno de los dos se atrevería a romper la burbuja surreal que creamos. Si bien nuestros cuerpos eran resistentes y no nos encontrábamos agotados después del coito, la intensidad del placer nos arrolló fuertemente, la pasión fue tanta que nuestros cuerpos se sentían pesados, como si una cantidad absurda de agua fuera apagado la enorme hoguera en la que ardíamos y ahora no éramos más que dos personas abrazadas, inertes en el colchón esperando que se disperse el vapor que aún nos quedaba.
Si solo queríamos follar, ¿Por qué estamos abrazados?
El error fue darle rienda a los pensamientos, dejar de sentir y razonar. Por esa causa, el espacio en cuestión de minutos, se convirtió de un auténtico nido de paz al contacto robótico de dos personas lo suficientemente avergonzadas por su inculto orgullo. Bajo mi tacto el cuerpo de mi compañera poco a poco volvía a tensionarse y yo me sentí lo suficientemente responsable como para apagar lo que yo mismo inicié.
- Aún queda bastante para el amanecer, aprovecha de descansar. - Me separé de ella y me incorporé en la cama, la observé desnuda y desparramada en el colchón, su piel bañada en luna se miraba tan pulcra y llamativa como la porcelana recién pulida. Ella era hermosa, cada segundo que la observo me encuentro descubriendo una nueva perfección.
- No es necesario que se retire capitán, yo ya me iba. - A esa altura ya me había parado totalmente de la cama y estaba buscando mi ropa la cual estaba regada en el piso de madera.
- Quédate allí mocosa. - La regañe al ver como ella quería imitarme. - Si me voy, pero al cuartel general. Se supone debería estar allí, salgo dentro de un par de horas a una encomienda de Erwin. - Le confesé mientras me abotonaba el pantalón, ella me miraba embelesada desde la cama, sentía cosquillas en mi torso cada vez que sus curiosos ojos me estudiaban. Me agradaba que le gustara. - Puedes dormir acá, es bastante cómodo. -
- Si tenía que estar allá, ¿Entonces que hace acá? – Ella se vio genuinamente confundida, de ser otra persona hubiera deseado golpearla por imbécil, pero atribuyo a la serotonina que libere debido al sexo, estas ganas de besarle la frente por lo malditamente tierna que se ve volteando su carita.
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Tradición -Rivamika- (Finalizado)
FanfictionQue vulgar y asquerosa tradición. -Ackerman- Saludo a la joven que esperaba frente a la puerta de mi habitación, ella me mira fijamente. - Instruyame por favor. - Me dice directamente, su semblante irradiaba seguridad, pero sus puños apretados del...