XXXII

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Él estaba ausente, su calor corporal me envolvía y su aliento se entremezclaba con el mío, en un punto intermedio entre estar o no, mis brazos lo rodeaban mientras intentábamos recuperar la calma que habíamos perdido luego de darle rienda suelta al placer carnal. Levi no me miraba, yo detallaba sus largas pestañas mientras él se entretenía mirando el techo, el movimiento de su pulgar en la piel de mi espalda era la única señal que me hacía, aunque sea estaba consciente de mi presencia, aunque sea sabía que estaba con él.

- ¿Qué piensas?- Yo era una persona que respetaba la privacidad ajena, no me inmiscuía en lo que no me correspondía, pero ahora, al ver a ese hombre tan pensativo y mucho más callado de lo normal, daría lo que fuera para invadir su mente y saber que estaba pensando.

Él no me respondió, sin embargo tomó una gran bocanada de aire y se voltio a abrazarme, debido a su estatura, encajó su rostro en el espacio que se hacía entre mi cuello y mi hombro y aferro su agarre en mi cintura, pegándome mucho más a él. No quiso hablar y no lo obligaría, me limité a peinar su suave cabello con mis dedos y él se mantuvo inmóvil escondido en mi cuello. Tal vez fue el cansancio o simplemente fue el estado de relajación en el que entre al estar descansando con el capitán entre mis brazos, su respiración calentando mi piel y sus fuertes brazos aferrándome a él me daban un gran sentimiento de protección, esto lo he sentido antes. Volvieron a mi mente fragmentos difusos de mi infancia, cuando tomaba la siesta entre los brazos de mi padre cuando me dormía en cualquier lugar y tenía la certeza que despertaría en mi cama, bien abrigada y arrullada. Volver a sentirme así me puso nostálgica, mi corazón se enterneció al rememorar aquel cariño fraternal, ese que me habían arrebatado hace muchos años ya.

Comenzaba a sentir mis ojos pesados, mi respiración estaba cada vez más lenta. ¿Con que esto era?; volver a experimentar este calor humano luego de tanto tiempo era hasta cierto punto abrumador, pero hacerlo de la mano de este hombre me tranquilizaba, justo aquí, abrazados y en silencio me di cuenta de la magnitud de confianza que tenía en él, mis defensas bajaron y mi contaste estado de alerta se apagó, vulnerable e indefensa me dormí entre abrazos calientes y el olor que queda después de hacer el amor.

*

Después de actuar tan desesperada y afligida salí a gran velocidad del cuartel, si bien era algo exagerado mis declaraciones de hace poco, la verdad si me había afectado la escena que presencie, el pobre pastor Nick, torturado y asesinado; Mi pobre amigo, cabezota y terco, por ayudarme encontró su muerte, ¡que culpable me sentía!;mis emociones estaban revueltas y mi mente estaba tan confusa que no sabía si llorar o devolverme a matar a los bastardos que estaban en la puerta de la habitación del difunto. Caminaba veloz, mi cuerpo actuaba por instinto, llevándome al encuentro con mi comandante, mi fiel subalterno siguiendo mis pasos, en silencio y sin desampararme, demostrándome en todo momento su incondicionalidad y lealtad.

- Debe calmarse sargento, levantara sospechas.- Él me agarró por el hombro deteniendo mi frenético caminar.

- ¡Oh Moblit es que estoy enojada, maldición!- Estaba tan alterada que grité, el joven dio un leve saltito a mis palabras y varios integrantes de la policía militar se detuvieron a observarnos, por desgracia llame su atención.- ¿Quién era esa chica? ¿Me estas siendo infiel?- Hablé elevando la voz.

- ¿EH?- Él se vio genuinamente confundido, yo abrí grande los ojos haciéndole señas con ellos.- ¡Claro que no! A poco, no sabes ya que yo... ya que yo...- Moblit había entendido mi jugada, se metió en el papel y me siguió en mi actuación. Él siempre me apoyaba en todo.

- ¿Qué tu qué? Eres un infiel.- Dramaticé tanto que hasta un par de lágrimas rodaron por mis mejillas mientras caía de rodillas al suelo.

Tradición -Rivamika- (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora