En poco tiempo me encontraba en el ala del cuartel destinada a las habitaciones individuales de los altos mandos, los pasillos estaban desolados y lúgubres. Arrastrando los pies y caminando de manera robótica me dirigí a la habitación que me habían asignado. Las únicas veces que me había sentido como lo hacía en este momento fue cuando asesinaron a mis padres frente a mis ojos. Un golpe muy duro a mi estabilidad emocional, cuando había comenzado a sanar las heridas traumáticas que me dejaron esos sucesos, ocurrió aquel fatídico día de la muerte de Carla Jaeger mi madre adoptiva, suceso que por desgracia compartía una similitud a la muerte de mis progenitores, ese desgarrante hecho ocurrió igual a la muerte de mis padres, todo paso frente a mis ojos... Mis emociones estaban revueltas, Eren para mí no era un simple enamoramiento. Desde aquella vez en la cabaña, cuando yacía inerte en el piso, capturada por los asesinos de mis padres, rápidamente me di por vencida, ya sabía que mi vida no me pertenecía, en algún segundo próximo ellos podrían asesinarme tal cual lo habían hecho con mis padres o simplemente tomarme como mascota y hacer de mi lo que les plazca, tal cual lo hacía yo con mis muñecas de trapo.
Pero ese pequeño niño castaño con su arrolladora fuerza me rescató del pozo de negativismo y resignación en el que me había sumergido, no solamente salvo mi integridad física, sino que también devolvió el alma que había partido del cascaron de mi cuerpo. Él era mi salvador con toda la plenitud de la palabra, me brindo un hogar, una familia, un nuevo comienzo. Me rescato tanto física como espiritualmente. Conocía a Eren, conocía la gran bondad que habitaba en su corazón; estaba consiente que el fuera hecho eso por cualquier persona en una situación similar a la mía, pero no me importaba. Lo hizo por y para mí, ensucio sus inocentes manos por mí, intervino y me brindo las fuerzas que yo misma abandoné. Si algo era característico de mi persona, era el fuerte valor de la gratitud, a cambio de salvar mi vida, yo misma decidí brindarle está a cambio.
Mi vida era mía gracias a Eren, y al ser mía la hice suya. Mi deber era servirlo, cuidarlo, ayudarlo y... amarlo. ¿Pero cómo se protege a quien no quiere ser cuidado? ¿Cómo se ayuda a quien no quiere ser ayudado? ¿Cómo se ama a quien no quiere ser amado?; El propósito de mi existencia era él y una vida sin propósito, ¿puede llamarse vida?, estaba en mi cama, abrazando mis piernas mientras sollozaba hundida en mis pensamientos, tener una habitación privada no pudo venir en el mejor momento.
Ruidos inentendibles me distrajeron de mis lamentos, susurros y voces, golpes y chirridos; todo venía de la habitación del enano. Quise simplemente ignorarlo, colocando la almohada en mis oídos y me di cuenta de lo inútil que resultaba. Me sentía tan triste y ni siquiera en mis momentos de vulnerabilidad el enano colaboraba. Tomé la almohada y la lancé fuertemente contra la pared de madera que comunicaba con la habitación del pelinegro acallando momentáneamente el ruido.
-¡Oh por dios!- Alcancé a escuchar un chillido femenino de sorpresa.
- Shhh, cállate.- La siempre reconocible voz de mando de Levi, me hizo rodar los ojos con fastidio.
Mi habitación tenía una pequeña ventana, justo alado de mi cama, al estar en un segundo piso, la vista que se podía apreciar desde allí era hermosa; mucho más hermosa con las incontables estrellas adornando la punta de numerosos árboles, la luna estaba llena, irradiaba una amarillenta luz la cual bastaba para iluminar a los jóvenes cadetes que vigilaban las afueras del cuartel. Antes de que mi mente comenzara a torturarme con memorias en las cuales Eren y yo éramos los protagonistas, el molesto ruido de la habitación vecina me hizo sentarme en la realidad,
-¿Así está bien capitán?- La cuestionante voz femenina me hizo enrojecer, después de un rato en el que analicé el posible escenario, miles de escenas indecorosas se comenzaron a reflejar en mi mente, escenas que protagonizaba Levi y alguna mujer sin rostro.
ESTÁS LEYENDO
Tradición -Rivamika- (Finalizado)
أدب الهواةQue vulgar y asquerosa tradición. -Ackerman- Saludo a la joven que esperaba frente a la puerta de mi habitación, ella me mira fijamente. - Instruyame por favor. - Me dice directamente, su semblante irradiaba seguridad, pero sus puños apretados del...