XI

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Nunca se consideró una mujer insegura, pero la profunda evaluación visual a la que con anterioridad, la sometieron ambos capitanes, le había puesto los nervios a flor de piel; Por primera vez en su vida se vestía de una manera tan femenina y elegante, quizás su muy ejercitado cuerpo contrastaba negativamente con la delicada tela del hermoso vestido. ¿Tan mal se veía? ¿Por esa razón los hombres habían quedado en completo silencio antes de entrar al carruaje?, conoció formalmente al sujeto del cual era responsable de salvaguardar su integridad física; Cabe aclarar que fue una grata sorpresa, porque además de lucir como lo más cercano a los príncipes con los que fantaseaba de niña, era un completo caballero. Cada palabra que el hombre pronunciaba estaba perfectamente estructurada, su tono de voz junto con sus acciones para con ella, denotaban un gran respeto y para su extrañeza, una gran admiración.

El evidente interés del noble, le había devuelto la seguridad tan característica de ella, dicha seguridad que momentáneamente se había fugado. Fabián era un hombre de mundo, tan recorrido y experimentado, seguramente había visto centenares de mujeres preciosas, mujeres de todos los colores, tamaños y contextura; Sin embargo la genuinidad que transmitían sus ojos era simplemente halagadora. Por otro lado, a pesar de los esfuerzos del caballero por obtener su total atención, ella se concentrada en mirar disimuladamente al hombre más bajo de negros cabellos. Si bien su capitán, lograba convertir el uniforme común de la legión de reconocimiento en una presencia de formalismo, pues, la pulcritud nunca abandonaba a Levi, su blanco pañuelo y su firme caminar le brindaba ese aire elegante que el mismo hombre era ignorante de poseer. Sin embargo, el uniforme de gala se le ceñía perfectamente al entrenado cuerpo del azabache.

Lo que más la había cautivado, era como las cortas hebras de ébano estaban peinadas perfectamente hacia atrás, su hermoso rostro estaba completamente despejado, permitiendo apreciar cada una de sus finas facciones con facilidad. Al estar sentado a su lado, la embriagaba el olor a jabón y té verde que lo caracterizaba. Mi mente se concentraba en responder con coherencia todas aquellas interrogantes que plasmaban mis superiores, pero mi cuerpo, mi traicionero cuerpo, estaba respondiendo a los inexistentes estímulos otorgados por la cercanía de mi capitán. El roce de su costado había hecho que los vellos de mi brazo derecho se erizaran en respuesta, su rodilla tocaba la mía tan perfectamente que estaba segura que era apropósito.

-¿A poco no está preciosa Levi?- La pregunta de Hanji me había devuelto al espacio físico donde me encontraba. Mire rápidamente al pelinegro, el cual me observo rápidamente. Mi corazón se paralizó, ¿Lo estaba Levi? ¿Te gustaba lo que veías?

-¿Quieres callarte un mes, cuatro ojos de mierda?- La irritación en la voz del hombre no solo la decepciono a ella, si no a la castaña que con un puchero sorprendentemente obedeció.

Era una lástima no ser un espectáculo visual para el enano bastardo, cuando ella si estaba deleitada con la masculina presencia del capitán. Mikasa, tan analítica de la situación, se percató que las manos de Levi temblaban casi imperceptiblemente, eran manos grandes y varoniles. Prontamente se encontró observándolas embelesadas, podía vislumbrar cada una de las venas que traspasaban en su pálido dorso, sus dedos eran largos y elegantes, parecían de algún pianista, sus uñas estaban perfectamente recortadas y limpias tan característico de él, pero lo que le daba un extra, era lo espectacular que le lucían un par de argollas plateadas. Una tenía centradamente tallado las alas de la libertad, el símbolo de la legión de reconocimiento. La otra era de una plata más fino, solamente poseían detalles en diagonales y estaba casi que segura que tendría algún mensaje oculto en el interior. Suspiró, imaginar sus preciosas manos como collar la hacía comenzar a excitarse.

-Bien, acá nos bajamos.- Habló el rubio mientras el carruaje se detenía. Fuera se encontraba un hombre, quien tenía en su poder 3 caballos.

- Tsk, pero aún faltan unos kilómetros.- Dijo con fastidio el pelinegro.

Tradición -Rivamika- (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora