XXI

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     Los apresurados pasos de un par de cadetes, fue lo que rompió el mutismo de la madrugada. Las cinco personas en la habitación esperaban buenas noticias para proceder, sus rostros reflejaban emociones mezcladas, desde preocupación hasta emoción.

     - ¡Está todo listo mi comandante! - El nervioso cadete habló apresurado mientras ingresaba a la habitación. - Tendrían que salir ya, para poder llegar en el límite de tiempo.

    Los ojos azules de Erwin comunicaron todo lo que las inexistentes palabras no pudieron. Mikasa ayudaba a incorporarse al castaño, quien a pesar de estar despierto y consciente, la droga en su sistema, hacía de sus movimientos torpes y lentos. Levi verificaba su equipo de maniobras y el armamento que Hange minutos atrás le había suministrado. Todos los presentes se apresuraron a llegar a la vieja carreta, ya lista con el par de caballos más rápidos de la legión.

     - Tsk, sabes que no debes hacer eso. - El hombre más bajo, le hablo con fastidio al comandante, quien se tapaba la cabeza con la capucha negra de su abrigo.

      - Sabes que de ser posible tampoco me expondría Levi, pero esto es el todo por el todo, además, confió en ustedes. - Lo último los dijo mirando al par de pelinegros. Levi suspiró con fastidio al saber que no lo podría hacer cambiar de opinión y chequeando que todos estuvieran montados en la carreta, sintieron el abrupto jalón de los caballos corriendo a todo dar.

     Levi manejaba con maestría las riendas del par de purasangres, por difícil que parezca, el hombre hacía posible andar a una gran velocidad sin desbaratar las atrofiadas ruedas de la vieja carreta de madera. Erwin iba en completo mutismo, repasando en su mente todas las variables que podrían surgir en su plan. El rubio estaba vestido completamente de negro, portaba las prendas que le habían despojado al atacante de Fabián, el único que se asemejaba más a los rasgos del desconocido era Erwin. Desde su gran estatura, hasta los rubios mechones que adornaban su cabeza. Para recompensar la falta de peso, Hange sugirió envolver en mullido suéter al comandante, para que no se notara a primera vista que era alguien con una anatomía más delgada. Fabián aunque quisiera no podía hablar más de 3 frases sin cansarse en exceso, mover su entumecida y torpe lengua era un acto demasiado agotador, además ya había cumplido con lo más importante, al complementar la información extraída al atacante el comandante Erwin hizo lo suyo, idear riesgosos planes que podrían garantizar la victoria.

      Después de una media hora, las oxidadas ruedas traqueteaban mientras se detenían. Levi bajo en absoluto silencio para desamarrar a uno de los caballos que hasta hace poco jalaba la carreta. Mikasa amarró los brazos del castaño, mientras con cuidado lo colocaba acostado boca abajo en la madera del transporte. Erwin ocupó el lugar de Levi y tomó entre sus manos las riendas del caballo. La única mujer, con dificultad pudo disimular su asombro cuando el hombre montado en el caballo le ofrecía su mano para ayudarla a subir.

     - Usa la bengala roja y estaré allí en segundos. - La voz se escuchaba como siempre, pero para Mikasa y Erwin que conocían al pelinegro, lograron detectar los rastros de preocupación. - Tsk, no cometas un suicidio, no impongas la vida del Spinster por la tuya, no lo vale. - El mencionado quiso recriminar algo, pero su lengua aún no estaba dominada por su cerebro.

     - Cu...Cui...date Mika...- Con esfuerzo, el castaño pudo articular, la mujer asintió en su dirección haciéndole saber que lo había escuchado. Sin tiempo a que ella respondiera, el pelinegro galopeo el caballo, dejándolos a ambos con la palabra en la boca.

     Mikasa podía sentir la preocupación de Levi, a pesar que el hombre no dijera nada, ni temblara de los nervios, el aura que portaba era la misma a la que ella producía cuando Eren se encontraba en peligro. El hombre no había dicho ninguna palabra, ella no supo en que momento lo abrazó de la cintura para evitar caer. Tampoco puede decir a ciencia cierta cuando el hombre apretujo su mano, haciendo que ella afianzara su agarre en él. Solo se escuchaba el rápido galope del caballo. La noche los cubría como un velo, de no ser porque el hombre tenía muy buena vista, seguro ya fueran caído del caballo. De pronto Levi fue frenando de a poco al animal, haciéndolo que avanzara en un suave trote. Cuando él lo consideró oportuno, paró completamente la marcha del caballo, bajándose de un salto y para extrañeza de la chica, ofreciéndole la mano para que ella bajara.

Tradición -Rivamika- (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora