Observé, en un abrir y cerrar de ojos, el marcador de velocidad; 180 kilómetros por hora, quizás un poco más. Velocidad y mucha. Música, también alta. Daddy Yankee Ft. Prince Royce, ven conmigo. Escucho como, a lo lejos, otro vehículo, un BMW M3 blanco, de cristales tintados de negro y retrovisores y bajos de color rojo, se acerca a mí rápidamente. Miro por el retrovisor izquierdo y lo veo. Ahí está él, sonriéndome tranquilamente. No tarda mucho en ponerse a mi altura y yo sonrío satisfecha, la carrera está empezando a ser divertida.
La música sigue sonando, la misma canción y la tarareo mientras me concentro en la carrera.
«Ven conmigo y póngase en ambiente que llegue, señorita, tenemos lo que necesitas, pide lo que quieras, hazme el favor, y guarda esa carterita, que la casa invita...
Ya está la mesa, lista para todas las bellezas, vamos que la noche ahora es que empieza, le llamo traviesa, lista pa' que mueva to' las piezas, duro de los pies a la cabeza...»Durante lo que llevo de carrera he visto como varios corredores han quedado atrás o han chocado, novatos, pienso. Ya sólo quedamos dos corredores, entre ellos el más que sexy dueño del BMW, y yo.
Debo ganar esta carrera, sí o sí>> me repito una y otra vez a mí misma >.
De nuevo Alex viene a mi mente, una vez más... una vez más viene a mi mente la noche que nos marchamos de casa por culpa de mi padre. Apenas acababa de cumplir los quince años cuando llegó borracho de nuevo. Siempre hacia igual. A las doce, como muy tarde, de la mañana se marchaba al bar y no volvía hasta que no estaba como una cuba. Una vez que llegaba todos eran voces y cosas rotas. Esa noche yo estaba en mi habitación mientras escuchaba a mi hermano Alex gritar y a mi padre insultándole. Recuerdo como de repente escuché un golpe seco y cristales. Me asusté mucho. Me metí en mi cama y me acurruqué. Escuché unos pasos ligeros por las escaleras y, enseguida, supe que era mi hermano, debía de ser él porque de ser mi padre tardaría media hora en subir. Alex abrió la puerta de mi habitación y vi como tenia el rostro bañado de sangre. Tenía una herida en el rostro y yo me asusté aún más. Mi padre Lo había golpeado y está vez demasiado fuerte.
-Coge todo lo que necesites y mételo aquí, no pienso seguir soportando que esto pase todos los días y menos aún que tú también lo aguantes- me dijo mientras dejaba encima de mi cama una maleta oscura. Observé como se metía en el baño y se limpiaba rápidamente la herida. Acto seguido se dirigió hacia su ropero y comenzó a guardar su ropa en otro macuto. No Lo pensé dos veces, cogí la poca ropa que por entonces tenía y la metí en la maleta junto a otras cosas que quizás me hicieran falta, como la foto de mi madre, que murió al darme a luz. Segundo después mi hermano se acercó para ayudarme y tras guardar en los macuto todo, cogio de debajo de su cama una caja metálica y sacó de ésta todo el dinero que había estado guardando de Lo que cobraba de su trabajo y de sus trapicheos, mientras que mi padre simplemente se emborrachaba. Se giró hacia mí y cogió las maletas, las llaves de su coche y me agarró fuertemente de la mano. Bajamos a toda prisa las escaleras y casi empezamos con mi padre que ya subía a ganas las escaleras. Salimos de casa rápidamente mientras mi padre intentaba enterarse y nos insultaba y nos gritaba...
De repente un golpe seco y el temblor de mi coche me sacó de mis pensamientos y recuerdos. Mi cuerpo empieza a temblar. Miro por el retrovisor izquierdo y no veo nada, miro por el derecho y veo que uno de los corredores me ha tocado fuertemente. Es el joven moreno del Honda Civic Sport Coupé de color rojo, el otro joven que quedaba en la carrera. Lo veo sonriendo maliciosamente y mi cabeza empieza a temer lo peor. Intento alcanzar más velocidad pero es en vano, termina alcanzándome.
-¡Maldita sea!- grito entonces. El corredor me ha vuelto a tocar, esta vez aún más fuerte, me quiere derribar. Intento de nuevo controlar mi coche y sé que como siga así no llego. Pienso en parar y partirle la boca al desgraciado con el palo que siempre llevo debajo del asiento. Miro rápidamente hacia la derecha queriendo encontrar al chico del BMW, al que quiero realmente ganar pero no Lo encuentro. Miro hacia la izquierda y ahí lo veo, con el ceño fruncido mientras mira repetidamente al coche que tengo pegado al culo. Él también parece sorprendido.
Oigo otro golpe y de repente no puedo controlar mi coche, intento frenar pero ya es en vano.
Velocidad, y mucha.
Cierro los ojos. Un fuerte y escabroso ruido me deja sorda por unos minutos y siento un fuerte dolor en la frente y el brazo derecho. No veo nada, estoy sumida en una oscuridad total. Sin luz, sin ruidos y solamente con un tremendo dolor. Intento abrir los ojos pero apenas puedo despegar los párpados unos milímetros para ver en que ha acabado todo. Sólo veo imagenes difusa pero me basta para darme cuenta de que el golpe a sido brutal. Por fin mis sentidos, o algunos de ellos, me responden. Escucho como in coche se cerca y también escucho el murmullo de personas. Poco a poco voy distinguiendo los ruidos y, con lo que me duele la cabeza, empiezo a preferir el silencio sordo de momentos antes. Veo unas luces a mi izquierda, dándome de lleno en la cara, me molesta y cierro fuertemente los ojos. Gruño y siento el dolor de mi cabeza aún más punzante. El dueño del coche ha debido darse cuenta por que las apaga inmediatamente y puedo volver a entreabrir los ojos. Intento mirar quién es pero me es imposible. Hasta que ya no está tratando de abrir la puerta de mi asiento no me perito de que se trata de J.D., el dueño del BMW. El joven, guapo e irresistible J.D.
-¿Me oyes?- me dice. Intento decir que si pero no puedo mover ni una uña. Noto sus manos por mi cintura y trato de mirar que hace, pero apenas distingo mi propio cuerpo del asiento. Todo lo que veo es muy oscuro y apenas diferencio nada. Escucho como trata de quitarme el cinturón y noto que separa sus manos de mi cuerpo y pienso que lo ha logrado, aunque siendo sincera, no estoy por la labor de pensar. Me toca la cara y dice algo que no soy capaz de entender está vez. Parece preocupado. Me doy cuenta vagamente de que él podría haber ganado la carrera sin problema alguno y, sin embargo, había dado media vuelta para sacarme de aquí. Trato de volver a abrir los ojos y lo primero que veo son sus impresionante ojos oscuros. Aún veo borró pero poco a poco mi vista se disipa y logro ver mejor.
-Menos mal que has vuelto en ti, ya creí que tendríamos que llevarte al hospital, pequeña- me dice mientras que o vuelvo a cerrar los ojos. Me duele mucho, ¿pero qué digo? muchísimo la cabeza, seguro que me he dado un buen golpe en ella. Intento de nuevo mover alguna parte de mi cuerpo pero, de nuevo, no puedo. Joder, joder, joder... ya me estoy empezando a asustar. Noto como me pasa uno de sus fuertes brazos por mi espalda y el otro por detrás de mis rodillas. Su contacto provoca en mí una sacudida interna, pero ni es tiempo de tonterías, no puedo casi ni abrir los ojos. J.D. me levanta y me saca del coche.
-Chicos llevad el coche al taller, mañana me encargaré de él. Héctor quiero que encuentres al malnacido de Andrew, esto no se volverá a repetir- escucho como J.D. da ordenes. Intento volver a moverme, para mí ahora mismo lo más importante es saber tierno me he dado un mal golpe y me he quedado inválida. Está vez mi mano me responde. abro y cierro el puño de la derecha. Pruebo con la izquierda y me responde, genial, al menos la parte de arriba está. Intento Lo mismo con los dedos de los pies y en ambos me responden. Si pudiera ahora mismo saldría yo misma en busca de ese hijo de pura que me ha hecho chocar. Escucho jaleo, está vez más fuerte. Me pitando los oídos. Intento incorporarme pero una mano me lo impide. Escucho in jadeo femenino y a J.D. hablar con esa mujer, que tiene una voz melodiosa y muy femenina. De seguro que es la novia. No, la novia no, teniendo una apuesta así sé que es imposible que tenga novia. Pronto la conversación acaba y escucho como una puerta se abre. Me noto de nuevo sentada en el asiento de un coche. Escucho como dos puertas más se abren y se cierran rápidamente. De nuevo esa voz femenina. Trato de abrir los ojos y veo la pileta de J.D. a mi lado, conduciendo, con el gesto duro y la mandibula tensa. Está realmente atractivo, pero ¿en que coño estoy pensando? ¿acabo de accidentarme y en lo único que pienso es en que J.D. está tremendo? Pues sí, no tengo solución. Intento moverme pero mi cuerpo, dolorido, ahora sí que no da para más y pronto caigo en un sueño más que tentador.
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Mi asfalto, tu cuerpo.
RomanceEl pasado me atormenta. No todas las heridas han sanado, y las que lo han hecho, amenazan con volver ha abrirse. Le tengo miedo al mundo aunque encierre el miedo bajo muros y muros. Ahora aparece él, arrogante, creído, posesivo y muy, pero que muy c...