Capítulo 20 (especial)

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Narra J.D.

Violada... La palabra se repite en mi cabeza junto a la palabra golpeada. Sin darme cuenta aprieto los puños fuertemente.
-Violada...- susurro violentamente. La sangre me hierve y no quiero otra cosa que encontrar al cabrón que le hizo ésto y matarlo con mis propias manos. Veo como Jeannette empieza a llorar desconsoladamente. Se mueve de manera brusca hasta colocar su cabeza sobre sus rodillas. Me acerco a ella rápidamente y la abrazo fuertemente. No soporto escuchar su llanto y sus quejidos- tranquila pequeña ya todo pasó, no voy a dejar que nada te ocurra.
Poco a poco ella deja de llorar. Se acerca aún más a mí y mi cuerpo reacciona rápidamente a su contacto. Le hago levantar el rostro hasta que me mira a los ojos. Su rostro, que aún sigue siendo bello, ahora está colorado y mojado por sus lágrimas. Seco su cara con mis dedos y rozo intencionalmente el borde de sus apetecibles labios. Me acerco a ella mientras no dejo de mirarla a los ojos. Esos ojos verdes que me miran con indecisión y, a la vez, pasión. Termino de acercarme a ella y junto mis labios a los de ella.
La beso.
La beso despacio, lenta y cariñosamente. Sé que nunca podrá olvidar lo que ese hijo de puta hizo pero quiero que ahora esté tranquila a mi lado. Que se sienta deseable y femenina como nunca. Me separo unos milímetros de ella y la miro directamente. Es una chica fuerte. Una chica fuerte y que me vuelve loco como ninguna. Me gusta todo de ella, desde sus simples andares hasta lo que provoca en mí. Me encanta su sonrisa, como se ruboriza cuando me acerco a ella. Ahora también hay que añadirle lo que me gusta su cuerpo, a pesar de no haber visto mucho de él. Me acerco a ella y la vuelvo a besar. Ésta vez con más ansias, con más morbo y ella me responde gustosa. Muevo mi piercing por su boca, rozando su lengua, sus labio e incluso sus dientes. Ella jadea en respuesta y mi corazón se acelera por el sonido de sus jadeos. Mi entrepierna se endurece pidiéndome que la haga jadear de otra forma. Mi cuerpo entero duele fuertemente por la necesidad de estar dentro de ella. Me fuerzo a mí mismo a ir despacio, ella no se merece que me depeche con ella como con las demás, aunque claro, tampoco es como las demás. Ella es más que especial. Poco a poco la tumbo en la cama y la mantengo entre mis brazos mientras la beso para que se acostumbre a mi cuerpo. Poco a poco la recorro con las manos, tocándola suavemente, sintiendo bajo mis manos la suave y fina piel de ella. Deseando más de su textura sedosa, y cada vez más caliente. Muevo mis manos hacia su cintura y poco a poco levanto su blusa. Mi cuerpo se tensa al tocar su piel cada vez más desnuda. Deseando entrar en contacto piel con piel y hacerla jadear hasta que me pida clemencia. Pero no la tomaré como al resto, no la tomaré como un animal, no la tomaré desde atrás para evitar su contacto, no. Ella se merece un chico que alguna vez en su vida le haga el amor y ese seré yo.
Subo mis manos, con la blusa entre mis dedos, por su cintura y su pecho hasta que consigo quitársela. Paro un segundo el beso para mirarla, para observarla. Es preciosa, preciosa como ninguna otra. Poso mis labios en su cuello y paseo éstos por él. Lamiéndo y subcionandolo. Dándole bocados suavemente. La escucho gemir y mi pene se endurece aún más, hasta que duele. Recorro su pecho hasta llegar al sujetador. La agarro de la cintura y la hago sentarse para así poder quitárselo. Arrastro mis dedos por sus hombros y brazos a la vez que hago bajar las tirantas de su sostén, dejando al desnudo sus perfectos pechos. Veo como el rubor tiñe sus mejillas y sus pilas se dilatan tanto que apenas hay un pequeño hilo verde alrededor de sus pupilas. Tomo delicadamente uno de sus pechos y lo acaricio suavemente mientras me acerco de nuevo a ella para besarla. Un beso que rápidamente pasa de ser suave, lento y cariñoso a apasionado, exigente y desesperado. Le sigo él beso y la tumbo debajo de mí, no antes de quitarme mi blusa, buscar hasta encontrar el mando del equipo de música y ponerlo. La primera canción que suena es Keven & Ery, Qué tendrá, ¿casualidad?.

«Y qué tendrá, esa nena que me tiene loco, de su cuerpo ella me tiene adicto, si la veo yo me desenfoco y a besarla ya no me resisto...»

La sigo besando y acariciando hasta que siento sus uñas en mi espalda, arañándola suavemente, lo que provoca escalofríos en mí cuerpo. Me muevo lentamente hasta que logró quitarle sus pantalones cortos de pijama y noto su humedad bajo mis dedos. Ya está preparada físicamente para mí, espero que esté igual de preparada psicológica y mentalmente. Bajo mis labios hasta su cuello y la beso ahí, mientras quito también sus escuetas braguitas.
Me separo un poco y la miro rápidamente. Antes de retomar la situación en la que nos quedamos la noche anterior. Toco lentamente su clítoris mientras que su humedad y sus jadeos me están matando lentamente por dentro. Tras unos minutos disfrutando de su resto contraído de placer y sus jadeos me quito rápidamente mis pantalones, mis calzoncillos y cojo un condón, que ágilmente coloco en mi pene. Me acerco a ella y me acomodo entre sus piernas, con la punta de mi erección presionando su humedecida entrada. -¿Estás segura de ésto, pequeña?- le digo bajo en su oído. Ella asiente rápidamente y me mira a los ojos intensamente.
-Nunca he estado tan segura de algo...- me dice. Es entonces cuando la penetra con mucho cuidado y lentitud. Su interior está prieto y húmedo. Resbaladizo y acogedor. Se siente tan a gusto dentro de ella... Comienzo a penetrarla lentamente, haciéndole el amor y ese simple gesto, provoca en mí algo inexplicable. Escucho una canción que me resulta familiar e intento poner atención para oírla. Es Ñengo Flow con su canción Haciéndote el amor. Recuerdo la letra, una letra que sé que me marcará a partir de ahora.
-"Tienes un dulce néctar en tu cuerpo mami que me encanta, te prefiero a ti entre tantas...- le susurro al oído a la vez que suena en la canción. Escucho un jadeo diferente ésta vez y sonrío para mí mismo, mientras acelero el ritmo a la paz que sus jadeos se hacen más continuos. No pasa mucho hasta que ambos llegamos al clímax. Me quedo en su interior mientras bombeo. Me tumbo encima de ella con cuidado de no hecha todo su peso encima de ella. La abrazo y la acaricio mientras nuestras respiraciones se normalizan.
-Te deseo tanto, pequeña...- digo entre respiraciones bruscas. Ella me mira soñolienta y pegada por la pasión.
-Yo también J.D., yo también.

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Espero que os guste este especial que os he hecho para y por ustedes, comentad y votar pleaseeeeee!!! Os quieroo

Mi asfalto, tu cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora