Escucho como J.D. jadea en mi oído y eso me provoca bastante. Noto como pasa una mano sobre mi cintura, sensual y posesivamente, y acto seguido, me acerca aún más, haciendo que me quedé a escasos centímetros de él. Mis latidos se revolucionan cuando J.D. se acerca y me besa. Me besa sensual y salvamente. Ofreciéndose él juego, con su piercing, que tanto me gusta. Ofreciéndole a mi cuerpo una vía de escape a todos estos años de dolor y amargura. Noto como sus manos bajan de mi cintura por las caderas hasta mi trasero. Lo aprieta y acto seguido me levanta encajandome en sus caderas. Un gemido se escapa de mí y noto como él, n mi cuello, sonríe. Noto como su erección se incha más aún y presiona con fuerza mi sexo. Él calor recorre mi cuerpo de una manera que nunca a hecho, y término agradeciéndo el haberme puesto chorreando. De repente noto como mi espalda da contra la pared y como la erección de J.D. hace aún más presión, elevándome a temperatura demasiado elevada.
-Mejor vamos a mi habitación, no quiero que nadie nos moleste- me dice con voz ronca y muy sensual que hace que mi cuerpo tiemble. Asiento y noto como él libera un leve suspiro.
Me carga hacia la habitación entre besos y caricias que provocan en mi sacudidas intermitentes. Entierro el rostro en su cuello y comienzo a pasar por él mi lengua. Noto como su respiración se hace aún más entrecortada. Escucho el débil sonido de la puerta de su cuarto al abrir y no tardo en escuchar el equipo de música sonar.«Ahora dime si te vas conmigo...
Ya llegó la hora que me digas mami que es la que hay.
Dale usa mi chaleco de abrigo... En frente de to' el mundo en mi coche yo te voy a llevar...A un lugar donde nadie nos vea, tú y yo...
Dejame besarte el cuello..
A lo que tú me vas...»Sonrío en mi interior mientras J.D. me besa el cuello tal y como la canción dice. Sus caricias se intensifican, haciéndome gemir ruidosamente mientras él gruñe. Noto como me baja al suelo cuidadosamente y en el momento en que mis pies tocan el suelo noto sus manos recorrer ávidamente mi cuerpo. De la cintura hasta mi cuello y viceversa. Mi temperatura corporal sube aún más y mi sexo palpita por tenerlo dentro, duro y salvaje, de una vez. Pero J.D. prefiere torturarme...
Me tumba en la cama entre besos y lametones y poco a poco me quita mis botas de tacón. Sus sensuales manos suben lentamente por mis piernas, aún cubiertas por los vaqueros hasta llegar de nuevo hasta mis caderas. Beso tras beso. Caricia tras caricia. Lentamente mi chaqueta de cuero se pierde, junto a mi blusa. Mi piel se eriza en el momento en que entra en contacto con la piel suave y desnuda de J.D. Sus manos experta tantean cada milímetro de mi piel. Acariciándola, besandola, lamiéndola. Tiemblo cuando su lengua, junto a su piercing, traza un lento y sensual camino desde mi ombligo hasta mi sujetar y apenas sin darme cuenta, pierdo éste también y enseguida la boca de J.D. está encima de uno de mis pechos, succionando y saboreandolo. Con cada lametazo, noto mi cuerpo retorcerse al borde de un placentero e inigualable orgasmo. Lo escucho gruñir y sé que él también está obteniendo placer, lo que hace que me sienta más segura.
Cuando termina con mis pechos, sube por mi cuerpo con un mirada depredadora que me llena hasta límites inimaginables.
-Sabes tan bien que me estaba pensando sí quedarme ahí él resto de la noche...- me dice al oído en un susurro sensual y ronco que enseguida me llena. Mi cabeza da vueltas y mi corazón se detiene en el instante en que J.D. desabrocha mis vaqueros e introduce en ellos las manos hasta bajarlos hasta la mitad de mis muslos. Veo como su boca se cierra fuertemente y como aprieta su mandíbula. Noto como sus dedos se mueven curiosos sobre mi piel, alrededor de mi sexo, quemándome a su paso. Poco a poco, lenta y cuidadosamente introdujo ss dedos a través de la fina tela de encaje blanca y noto como me toca en mi parte más íntima y a la vez la que más palpita por su tacto. Noto como mueve sus dedos a lo largo de mi hendidura y como rodea mi clítoris hasta que no puedo más y estallo en otro orgasmo igual de devastador que él anterior mientras grito y convulsiono sin poder evitarlo.
-Estás tan mojada para mí...- me susurra al oído. Siento mi cuerpo flojo ante su dureza y su fortaleza y eso, junto a sus palabras, me excitan aún más.
Hasta que de repente su móvil suena y la magia se rompe. Veo como me mira, ciego de pasión, y busca su móvil entre gruñidos. Cuando lo encuentra, france él ceño.
-¿Qué pasa?- dice. Tras esto, él silencio es ensordecedor. Luego su ceño s france aún más- De acuerdo- veo como me mira y su mirada me pide permiso para marcharse. Sin darme cuenta me encuentro asintiéndole- voy para allá. Me encuentro sola en la inmensa cama redonda de J.D. Hace pocos minutos que se fue sin decirme nada del porqué tenía que irse y aún así me siento en paz conmigo misma. Lo que J.D. a provocado en mí a sido increíble. Me ha provocado dos orgasmos que en mí vida ningún hombre me ha dado. Y menos sin llegar a penetrarme... Mi estómago se encoge en él mismo instante en él que mis pensamientos vuelan hacia ese hombre que me ha visto desnuda y deseosa de él. Mojada y palpitante. No aguanto más. Me levanto y me marcho a mi habitación. Cojo un pijama corto y me ducho rápidamente. Son la una y media de la madrugada cuando me meto en mi cama y me duermo.Me despierto con él roce de algo en mí cintura. Apretándome contra algo duro. Giro como puedo la cabeza y veo que es J.D. Desnudo y fuerte, abrazándome.
-¿Qué haces aquí?- le pregunto. Veo como sonríe débilmente y se acerca para besarme. Su sabor es fresco y embriagante. Enloquecedor.
-He venido a estar contigo... He hecho todo lo posible para venir lo antes posible- me dice. Me giro completamente para verle mejor y poco mi mano derecha sobre su pecho. Pasándola por sus oscuros y rizados pelos. Lentamente. Deseando pasar mi boca y mi lengua por donde ahora paso la mano. Añorando más de él. Me acerco a él y esta vez lo beso yo. Lo beso con fuerza y pasión, deseando demostrarle como me gustan los besos. Como me gustan sus besos. Como me gusta él.
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Mi asfalto, tu cuerpo.
RomanceEl pasado me atormenta. No todas las heridas han sanado, y las que lo han hecho, amenazan con volver ha abrirse. Le tengo miedo al mundo aunque encierre el miedo bajo muros y muros. Ahora aparece él, arrogante, creído, posesivo y muy, pero que muy c...