Capitulo XLIII

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—¿Por qué esta aquí? —continua quejándose al teléfono—, les había dicho que no era buena idea

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—¿Por qué esta aquí? —continua quejándose al teléfono—, les había dicho que no era buena idea.

Giro mi cabeza y miro a Enzo, el hermano menor de la renacuajo. Aunque cualquiera pensaría que es mayor por su altura. Se mantiene devorando una pizza mientras su hermana le reclama a sus padres.

Por lo que tengo de memoria, no se llevan muy bien. Siempre peleaban y Emma lo trataba como su esclavo, como esa vez que lo mandó a pedir dinero a desconocidos para comprarse un helado.

—¿No tienes escuela? —pregunto, me mira

—Me dieron unos días, no tuvieron problema —se encoje de hombros—. Además me va muy bien —asiento

Me cruzo de brazos aún mirándolo, es algo serio.

—¿Y ustedes? —pregunta—, ¿están juntos o qué?

—Algo así —me encojo de hombros

Veo a Emma colgar y acercarse a la mesa, bufa mientras se sienta.

—Te quedarás solo por unos días —lo señala

—Bueno —se encoje de hombros—, de todos modos no quería estar mucho tiempo contigo, loca.

Sonrío levemente, su rostro no combina con lo que dice su boca.

La escucho farfullar a algo y luego se inclina, toma una pizza.

—¿No preguntaras como están papá y mamá?

—Hablo con ellos todos los días —da un mordisco

—¿Les dijiste que tienes novio?

Para de masticar, oculto una sonrisa mientras lo aniquila con sus ojos.

—No tengo novio.

—¿Y por qué William esta aquí? —me mira

—Yo que se, siempre me sigue —se encoje de hombros

Lo miro y asiento.

—Así soy.

Frunce el ceño, nos mira a ambos.

—Ustedes no cambian —vuelve a tomar otra pizza, fija su mirada en Emma—. ¿Sigues con las pastillas?

La miro, noto como golpea su pierna por debajo de la mesa.

—Ya para con las preguntas —le advierte, antes de dar otro mordisco 

Miro a Enzo, deja de hablar para comer.

Suspiro.

Cada vez tengo más preguntas que no puedo preguntar, y apenas pasó un día, un día en que me dijo que no pregunte de su pasado. Pero no se si podré, creo que tendré que averiguarlo por mi mismo.

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