Capitulo LXVIII

2.6K 336 52
                                    

La miro de reojo mientras sigo conduciendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La miro de reojo mientras sigo conduciendo.

Bueno, nada comenzó como planeaba, pero no significa que vaya a terminar mal.

La lluvia ya esta cayendo, aumentando su mal humor.

—¿No pudiste? —casi murmuro

—No —veo como guarda el teléfono—. Ni siquiera puedo decirle que estoy viva.

—Ya estas exagerando —la miro, mantiene su mirada hacia adelante

Esta apretando la mandíbula. Mejor me callo.

—Ya llegamos —vuelvo a hablar

Acelero rogando que no se pare el auto, se supone que las cabañas no están muy lejos.

Aunque, no se porque esta tan enojada. Era verdad lo que dije, Brian gasto casi toda la gasolina anoche y yo no tenia idea.

Estaba tan concentrado en el viaje que no me fije cuanta cantidad tenia.

Bueno, no es la primera vez que se enoja, puedo relajarla como siempre.

Luego de unos minutos veo unas luces a lo lejos que logran relajar la tensión que tenia.

—Mira, ¿ves? —señalo—. ¿Qué te dije?

—Solo estaciónate.

La miro unos segundos, su expresión se relajó pero no parece de buen humor.

Me estaciono justo al frente, apenas apago el auto sale de el y se apresura a llegar al lugar por la lluvia. Salgo unos segundos después siguiéndola a pasos rápidos.

Miro unos segundos el lugar mientras ella ya se pone a hablar con la de recepción.

Es pequeño pero bastante elegante.

Me acerco a ella.

—Solo será por la noche, si.

—De acuerdo —miro a la mujer cuando abre un cajón, saca dos llaves—. Dos habitaciones —las tiende

Sonrío.

—Solo necesitaremos una —tomo una llave

—No discutiremos esto otra vez —toma la otra—. El pagará.

Me la quedo mirando mientras camina a paso rápido hacia el pasillo.

Si se encierra toda la noche no podremos hablar, ni hacer otras cosas.

Bueno, tendré que molestarla por la ventana.

Miro a la mujer cuando carraspea, aprieto mis labios y le pago el monto que me dice.

—¿Puede decirme el numero de su habitación? —pregunto—. No logre ver la llave.

—Es la setenta, esta frente a la suya.

WandlungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora